viernes, 29 de marzo de 2024
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Dos hermanas gemelas separadas al nacer terminan siendo religiosas del mismo convento en Polonia

Varsovia (Lunes, 14-01-2019, Gaudium Press) Las Hermanas Elizabeth y Gabriela, miembros del convento de las Hermanas de Santa Elizabeth, son las protagonistas de una historia maravillosamente providencial. Siendo hermanas gemelas y habiendo sido separadas al nacer, ambas fueron llamadas a la vocación religiosa y terminaron viviendo juntas en el mismo monasterio.

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Las religiosas y hermanas gemelas Hnas. Elizabeth y Gabriela Foto: Dominika Cicha / ALETEIA

La separación de las religiosas fue ocasionada por una tragedia: la muerte de su madre durante las labores de parto en 1962. La familia, para poder apoyar a las pequeñas huérfanas, decidió confiar a su padre una de ellas, mientras que la otra sería criada por una hermana de su madre, siendo registradas incluso como primas. Vivieron en poblaciones separadas pero se encontraron en el mismo colegio, donde compartían los primeros puestos frente al tablero por padecer los mismos problemas de visión.

Los compañeros se maravillaban por el parecido de las supuestas primas, quienes compartían gustos y actividades y terminaron por vestirse de modo parecido. uno de slo intereses compartidos era el gusto por las cosas espirituales y el afecto por la clase de religión y los retiros. Por accidente, una de ellas escuchó una conversación que le reveló el secreto de su origen mutuo y pronto su hermana recibió también la noticia de su condición de hermanas.

Pasaron los años, y ambas jóvenes sintieron la vocación religiosa, pero sólo Elizabeth tuvo el apoyo de su familia. El padre de Gabriela se opuso fuertemente, e incluso ocultó su identificación para que ella no pudiera realizar sus trámites de ingreso al monasterio. un años y medio después de que su hermana ingresara en la vida religiosa, Gabriela planeó una supuesta visita que en realidad era un plan de escape para seguir su vocación. Finalmente pudo vivir su entrega a Dios bajo el precio de tener que sacrificar la relación con su familia durante años.

Cinco años más tarde, las dos religiosas pudieron hacer al mismo tiempo sus votos perpetuos, finalmente contando con la aceptación de la familia y el reencuentro con el padre que se oponía anteriormente. «Cuando nuestra madre murió, una de las hermanas de nuestra comunidad religiosa sostenía su mano», recordaron las religiosas. «Pensamos que nuestra madre trabajó en el Cielo por nuestra vocación. Esta manera de estar reunidas, este camino compartido como novicias y postulantes en nuestra vocación, es el más bello regalo, un regalo venido del Cielo».

Con información de Aleteia.

 

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