viernes, 29 de marzo de 2024
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La Palabra de Dios no endurece el corazón, ella es vida, dice el Papa

Ciudad del Vaticano (Viernes, 18-01-2019, Gaudium Press) El Papa Francisco dirigió sus consideraciones hechas ayer jueves 17, en su homilía de la Misa en la Casa Santa Marta, a la advertencia contenida en la Carta a los Hebreos, extraída de la Primera Lectura del día: «Cuidad, hermanos, que no se encuentre en alguno de vosotros un corazón desviado por la incredulidad, llevándolo a alejarse del Dios vivo».

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Todos corren el mismo riesgo

Recordando las palabras de San Pablo, Francisco afirmó que en la comunidad cristiana todos los miembros de ella, padres, monjas y obispos, corren el riesgo de quedar con el corazón endurecido.

Qué significa para nosotros esta advertencia, preguntó el Pontífice, indicando a seguir tres palabras, extraídas siempre de la Primera Lectura, que pueden ayudar a entender la afirmación del Apóstol: «dureza», «obstinación» y «seducción».

Cristianos de corazones pusilánimes

Un corazón endurecido es un corazón «cerrado», «que no quiere crecer, se defiende, se cierra», dijo el Papa.

En la vida, eso puede ocurrir en consecuencia de innúmeros factores, por ejemplo, un «fuerte dolor», porque «los golpes endurecen la piel». Y esto ocurrió con los discípulos de Emaús y también con Tomás. Y quien permanece en esta actitud negativa es «pusilánime», y un «corazón pusilánime es perverso», clasifica el Pontífice.

Preguntas… cuestionamientos…

El Papa hizo algunas preguntas, presentando cuestionamientos que servirían para todos: ¿tengo el corazón duro, tengo el corazón cerrado? ¿Yo dejo a mi corazón crecer? ¿Tengo miedo que mi corazón crezca?

Él afirmó que se crece siempre con las pruebas, con las dificultades, se crece como crecemos todos nosotros cuando niños: ¡aprendemos a caminar cayendo, del gatear al caminar cuántas veces caímos!

Pero se crece con las dificultades. Dureza es también cierre. Pero quien permanece en esto… son los pusilánimes. La pusilanimidad es una actitud mala en el cristiano, le falta el coraje de vivir. Él se cierra…

Obstinación: testarudez espiritual

El Papa caminó a la segunda palabra que es «obstinación»: «animaos unos a otros, día tras día, para que ninguno de vosotros se endurezca» está escrito en la Carta a los Hebreos y es la acusación que Esteban hace a aquellos que lo lapidaron.

La obstinación es «la testarudez espiritual»: un corazón obstinado es «rebelde», es «testarudo», está cerrado en el propio pensamiento, no «abierto al Espíritu Santo», explicó el Papa, agregando: Es el perfil de los «ideólogos», también orgullosos y soberbios.

Ideología y vida

Para Francisco, la ideología es una obstinación.

La Palabra de Dios, la gracia del Espíritu Santo, no es ideología: es vida que lo hace crecer, ir adelante y también abrir el corazón a las señales del Espíritu, a las señales de los tiempos.

Pero la obstinación es también orgullo, es soberbia, dijo Francisco que continuó explicando: la testarudez, aquella testarudez que hace mucho mal: cerrados de corazón, duros, son los pusilánimes; los testarudos, los obstinados, como dice el texto, son los ideólogos.

¿Yo tengo un corazón testarudo? Cada uno piense, recomendó.

Esclavos de la seducción

La última palabra sobre la cual el Papa reflexiona es la «seducción», la seducción del pecado, obra del diablo, el «gran seductor», «un gran teólogo, pero sin fe, con odio», el cual quiere «entrar y dominar» el corazón y sabe cómo hacerlo. Entonces, dice el Papa, un «corazón perverso es aquel que se deja conquistar por la seducción y la seducción lo lleva a la obstinación, al cierre y a tantas otras cosas»:

Y con la seducción o usted se convierte y cambia de vida, o intenta hacer pactos, explica Francisco: un poco aquí y un poco allí.

«Sí, sí, yo sigo al Señor, pero me gusta esta seducción, pero un poco…» Y usted comienza a hacer una vida cristiana doble. Para usar la palabra del gran Elías al pueblo de Israel en aquel momento: «Ustedes mancan con las dos piernas». Mancar con sus piernas, sin tener una firme. Es la vida de pactos: «Sí, yo soy cristiano, sigo al Señor, sí, pero este yo lo dejo entrar…».

Los tibios

Así son los tibios, aquellos que siempre hacen pactos: cristianos de pactos.

También nosotros muchas veces hacemos eso: el pacto. Cuando el Señor nos indica la estrada, también con los mandamientos, con la inspiración del Espíritu Santo, pero me gusta otra cosa y busco el modo de caminar en los dos trillos, mancando con las dos piernas.

Venid Espíritu Santo

La invocación final del Papa es que el Espíritu Santo nos ilumine para que nadie tenga un corazón perverso: «un corazón duro, que lo lleva a la pusilanimidad; un corazón obstinado que lo lleva a la rebelión; un corazón seducido, esclavo de la seducción, que lo lleva a un cristianismo de pacto». (JSG)

De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones Vatican News.

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