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Obispo de Phoenix, EEUU, recuerda que la Iglesia es Santa, pero con necesidad de la purificación

Phoenix (Lunes, 18-02-2019, Gaudium Press) Mons. Thomas Olmsted, Obispo de Phoenix, Estados Unidos, dedicó un artículo de análisis a la santidad de la Iglesia y su necesidad de purificación como parte de una serie que está siendo publicada en el periódico diocesano The Catholic Sun. Bajo el título de «¿Qué salió mal en la formación sacerdotal?», el prelado recordó los efectos de la revolución sexual sobre la fe de los creyentes, la confusión teológica de décadas recientes y el deber de una mayor fidelidad como respuesta a los escándalos que han golpeado la fe de numerosos católicos.

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El Obispo recordó la imagen de la Iglesia como la «barca de Pedro», dirigida por Cristo pero que puede navegar en medio de la tormenta probando la fe de los tripulantes. » Jesús sabía muy bien que la Iglesia sufriría los pecados de sus miembros a lo largo de la historia, empezando por los de Judas y los demás Apóstoles», expuso el prelado en su artículo. «Cuando Él estableció Su Iglesia, prometió que soportaría las puertas del infierno. La historia ha demostrado que la Iglesia ha soportado otros escándalos graves durante los siglos. En unión con su Señor, estamos más protegidos de las tormentas de este mundo».

Para enfrentar directamente el tema que causa inquietud a los fieles sobre los escándalos recientes, Mons. Olmsted propuso una reflexión sobre algunos factores que permitieron que los males llegaran a producirse y contaminar gravemente el interior de la Iglesia. El primero de los aspectos destacados fue el de la llamada Revolución Sexual. «Esta revolución prometió ‘amor libre’, felicidad y liberación del gravamen aparente de la religión y tradición, especialmente los Mandamientos», recordó el prelado, quien lamentó que algunos líderes de la Iglesia, «a pesar de tener la plenitud de la verdad sobre la persona humana, fracasaron en detectar y abordar, con suficiente audacia, claridad y rapidez, las mentiras que se habían colado en la cultura».

Los desafíos de esta revolución motivaron respuestas como la exposición de la Teología del Cuerpo de San Juan Pablo II, pero también acciones inadecuadas como el silenciamiento de la doctrina de la Iglesia que «nos privaron de proclamar el amor de Dios ante una sesgada comprensión de la persona humana». El Obispo lamentó que la confusión general sobre este tema se haya expresado en «una insuficiente comprensión del celibato sacerdotal», el cual es un testimonio del amor y la acción de la gracia de Dios que responde con su entrega a la falsedad de la idea del «amor libre».

Es en este contexto que los Seminarios comenzaron a verse seriamente afectados. «Vemos claramente ahora que los líderes de la Iglesia fracasaron en evaluar adecuadamente a los solicitantes para el sacerdocio durante la confusión causada por la Revolución Sexual», reconoció Mons. Olsmted. «En los Seminarios, donde hombres jóvenes son formados como verdaderos siervos de Jesús y Su Iglesia, a menudo se asumieron que las cualidades humanas y espirituales del hombre estaban presentes y suficientes». A los criterios errados de selección se sumó una actitud de «disidencia en las enseñanzas ortodoxas sobre las Escrituras, la teología y sobre todo la ética sexual» al interior de los centros de formación en las décadas de 1970 y 1980 y se llegó a esperar cambios profundos en la misma naturaleza del sacerdocio. «Lamentablemente, algunos seminarios se convirtieron en lugares con no sólo los hombres que carecían de un verdadero llamado de Jesús al sacerdocio pero incluso donde surgió una subcultura homosexual. Es difícil de negar este problema teniendo en cuenta el alto porcentaje de casos de abusos ocurridos entre hombres y niños post-pubescentes».

«Uno debe entrar en el sacerdocio por medio de un llamado de Jesús a compartir Su misión. Esa misión es proclamar a Cristo crucificado y resucitado de entre los muertos», expuso el Obispo, quien lamentó la lentitud de ciertos líderes en abrazar esta misión y «evangelizar audazmente la cultura», permitiendo la creación de un catolicismo superficial surgido de una identidad cultural y no del encuentro personal con Cristo. «Esa fe carece de verdadera convicción para seguir a Jesús cuando sus enseñanzas difieren de las formas de la cultura».

Como respuesta a estos males, Mons. Olmsted propuso un renovada fidelidad a la fe y un renovado compromiso en la nueva Evangelización y la misión ad gentes. «Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar a Cristo a todos los pueblos», afirmó el Papa San Juan Pablo II, citado por el prelado, quien recordó que muchos de los problemas denunciados ya se están abordando en el país de la manera correcta. » Como en otros tiempos de tormentas en la Iglesia, Jesús continúa renovando Su Cuerpo Místico a través de la santidad. Tú y yo estamos llamados a ser Santos», concluyó. «Al igual que con las tormentas experimentadas por los Apóstoles, es Jesús quien asimismo calma nuestros corazones y nos recuerda confiar en Él».

Con información de The Catholic Sun.

 

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