martes, 23 de abril de 2024
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Para que los ángeles no queden cruzados de brazos

Redacción (Viernes, 29-03-2019, Gaudium Press) Contaba un día el Padre Pío que a un conocido que partía le indicó que cada vez que estuviera en dificultades, o que necesitara de especiales oraciones, le pidiera a su ángel de la guarda que le comunicara al Padre Pío esas necesidades. Pero tal vez esta persona no tenía una noción tan exacta de la constante e intensa comunicación que San Pío de Pietrelcina mantenía con el maravilloso mundo angélico…

Lo cierto es que cuando volvieron a encontrarse, el santo sacerdote le hizo un amable reclamo a este su conocido: Sí, le había dicho que le enviase al ángel de la guarda con sus pedidos, pero no tan frecuentemente, tanto que casi que este ángel ‘no lo dejaba en paz’…

Ese pintoresco y a la vez luminoso hecho, nos reafirma en la noción católica de que realmente los ángeles de la guarda están a nuestro servicio. Y también nos hace pensar en que -como decía otro místico- muchas veces los tenemos como que ‘de brazos cruzados’, esperando que acudamos a ellos; ellos están ‘ansiosos’ por ejecutar nuestras órdenes rumbo al bien, y no les pedimos nada.

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Seres esplendorosos, tienen lo que Santo Tomás llama «la perfección última de la naturaleza racional», es decir su inteligencia llega inmediata al objeto sin tener que pasar por las etapas de nuestro pobre raciocinio humano. Y asimismo su voluntad no tiene dudas: ella, lo que su inteligencia clarísima les muestra como bueno, lo ejecuta. Además, después de la prueba a la que fueron sometidos, los ángeles buenos se encuentran en estado de gloria, es decir, con mucho más poder: El ángel bueno «consiguió la bienaventuranza inmediatamente después de haberla merecido» (Suma Teológica I q.62. a.5)

El poder de un ángel bueno es muchísimo superior al de cualquier demonio.

Tanto el ángel bueno como el malo conservan su alto tipo de conocimiento propio a su naturaleza: «En los ángeles bienaventurados permanecen el conocimiento y el amor natural» (STh I q.62. a.7). (Y una voluntad decidida, aunque la voluntad del demonio sí quedó debilitada). Entretanto, al pasar la prueba y entrar en el estado de gloria, tanto el conocimiento como el amor del ángel bueno se ordenaron «al conocimiento y al amor de la gloria», que son muy superiores. Y estos no los tienen los ángeles malos. Y así podríamos seguir…

¿Qué vamos a hacer para que los ángeles no sigan de ‘brazos cruzados’?

Pues primero, creer que sí, que por misericordioso designio divino están ahí, a nuestro servicio.

Segundo reafirmarnos en que su poder es gigantesco. Y tercero que están esperando nuestras… (da temor decirlo pero es real) nuestras órdenes para ejecutarlas: claro no todo lo que le queramos pedir, sino aquellas cosas que están en la línea del bien.

Por Saúl Castiblanco

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