viernes, 29 de marzo de 2024
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El Crisma no es el sacramento del adiós a la Iglesia

Ciudad del Vaticano (Martes, 09-04-2019, Gaudium Press) En la tarde del pasado domingo el Papa Francisco realizó su 19a visita parroquial dentro de la Diócesis de Roma.

Él se reunió con los fieles de la parroquia de San Julio, localizada no muy distante del Vaticano, en el barrio de Monteverde.

La visita del Papa fue ocasión para un domingo de oración, reflexión y fiesta para parroquianos de la iglesia de San Julio.

Francisco fue recibido por su vicario para la Diócesis de Roma, Cardenal Angelo De Donatis, por el obispo auxiliar del sector Oeste, el Mons. Paolo Selvadagi, por el párroco padre Dario Frattini, y por el padre Rinaldo Guarisco, superior general de los Cánonigos Regulares de la Inmaculada Concepción, que tiene la parroquia bajo sus cuidados.

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Crisma es el sacramento de la fortaleza, no de adiós a la Iglesia

Antes de presidir la Eucaristía, Francisco estuvo con varios grupos que pertenecen a la comunidad parroquial.

La Reunión fue realizada bajo una tienda que hace a veces de iglesia.

Debajo de ella, desde el desmoronamiento de parte de la parroquia, los fieles pasaron los últimos tres años realizando las actividades y celebrando la misa.

Preguntas a Francisco

Francisco respondió a algunas preguntas, siendo una de ellas sobre las dudas acerca de la fe.

«Debemos creer en una cosa: en la fidelidad de Jesús. Jesús es fiel, el único totalmente fiel. No debemos tener miedo de la fidelidad», dijo el Papa.

«En Roma se dice que el Crisma es el sacramento del adiós, eso sucede porque los jóvenes no saben cómo administrar las dudas. Pero el Crisma debe ser el sacramento de la fortaleza que el Espírito Santo nos da.»

Intimidad con Jesús

El Papa confidenció que llegó a dudar de la fe delante de las calamidades, de acontecimientos de su vida, pero afirmó que no se sale solo de las dudas, que es necesaria la compañía de una persona que nos ayude a ir hacia adelante, además de la intimidad con Jesús.

El Pontífice contó que recibió una carta días atrás de un joven de 30 años, que se decía «despedazado» después de una experiencia amorosa fallida.

«En estos casos, aconsejó el Papa, es necesario mirar a Jesús, lamentarse con Él. Todos caímos. El único momento en que es lícito mirar a una persona de arriba para abajo es en la hora de ayudar a alguien a levantarse.»

Francisco hizo, en seguida, un saludo para los niños y sus familias y confesó a tres jóvenes y una señora representando a las madres de la comunidad.

Sin pronunciar una homilía, Francisco, con las obras de reconstrucción de la Iglesia ya terminadas el presidió el Rito de Dedicación del Altar, antes de la Misa. (JSG)

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