miércoles, 24 de abril de 2024
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En la Audiencia General, el Papa explicó el perdón de Dios condicionado al perdón de los hermanos

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 24-04-2019, Gaudium Press) En la audiencia general de hoy, el Papa continuó sus catequesis sobre el Padre Nuestro. La Plaza de San Pedro estaba colmada de fieles.

La frase de reflexión de hoy fue la quinta petición de la oración enseñada por el Señor: «Como nosotros perdonamos a los que nos ofenden».

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Comenzó el Pontífice recordando cuánto somos deudores de Dios, de quien recibimos todo, «la vida del cuerpo y de la gracia». «Y porque sabemos que nos ama, tenemos también la seguridad de que nos perdona, pues somos pecadores y con necesidad de pedirle siempre perdón», afirmó.

No existen los hombres auto-constituidos

«En la Iglesia no hay hombres ‘auto-constituidos’ -señaló Francisco- hombres que se hayan hecho a sí mismos. Todos estamos en deuda con Dios y con muchas personas que nos han dado condiciones de vida favorables. Nuestra identidad se construye a partir del bien recibido».

Esta conciencia de que todo lo debemos a Dios, nos debe llevar a decir constantemente «gracias» y a pedir a Dios que sea benevolente con nosotros. Por mucho que queramos llevar una vida cristiana, siempre tendremos razones para pedir perdón a Dios. Son estas experiencias las que dan todo el sentido al pedido «Perdona nuestras deudas, pidamos perdón a Dios».

Pero en el Padre Nuestro, Dios no nos limitó sólo a pedir perdón a Él, sino que unió una segunda expresión: Todo cristiano sabe que el perdón existe para él, pero la gracia de Dios, abundante, es también exigente, y exige el perdón fraterno, el perdona los hermanos.

«A veces he oído a la gente decir: ¡Nunca perdonaré a esa persona! Lo que me hicieron nunca lo perdonaré. Pero Dios, si tú no perdonas, Dios no te perdonará. Tú cierras la puerta», dijo el Papa. «Aquí -señaló el Pontífice- encontramos de nuevo el vínculo entre el amor a Dios y el amor al prójimo. El amor llama al amor, el perdón llama al perdón».

Otra parábola

El Papa recordó otra parábola evangélica en el mismo sentido, la del siervo malvado que tenía una gran deuda con su rey, y a quien le debían poco. El rey le había perdonado esa gran deuda: «Una gracia inesperada – afirmó el Papa – pero fue este mismo siervo, inmediatamente después, quien se enojó con uno de sus hermanos que le debía cien denarios y, aunque esta cifra era accesible, no aceptó excusas ni peticiones. Así que, al final, el Amo lo llama y lo condena. Porque si no se esfuerzan en perdonar, no serán perdonados; si no te esfuerzas en amar, ni siquiera serás amado».

Con información de Vatican News

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