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Manifiesto final de Congreso Católicos y Vida Pública recuerda urgente necesidad de respeto a libertad de enseñanza

Madrid (Lunes, 18-11-2019, Gaudium Press) Con una Eucaristía celebrada el pasado 17 de noviembre y presidida por el Cardenal Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid, concluyó el 21 Congreso Católicos y Vida Pública. En su manifiesto final, los asistentes y ponentes en el evento reiteraron su llamado al respeto a la libertad de enseñanza o de educación y rechazaron el intento de imposición de un único modelo público que acabaría con las alternativas de los padres para elegir el tipo de formación que desean para sus hijos.

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Congreso Católicos y Vida Pública 2019. Foto: José Calderero de Aldecoa.

«La libertad de enseñanza o de educación, conforme a su reconocimiento explícito en el artículo 27 de la Constitución, engloba un conjunto de libertades: la libertad de creación de centros, la libertad de elección de tipo o modelo de educación, la libertad de elección de formación religiosa y moral de los hijos de acuerdo con las convicciones de los padres y la libertad de cátedra», recordó el manifiesto del evento, que en esta edición se planteó el tema Libertad para Educar, Libertad para Elegir. Cada centro educativo debe poder expresar un ideario, un carácter propio, un proyecto educativo singular.

El Congreso recordó que estos idearios son la finalidad de la educación concertada, «para permitir el ejercicio de la libertad de enseñanza y también su financiación con fondos públicos, para que esa libre elección sea real y no venga condicionada por las circunstancias económicas previas». La transmisión libre de su ideario es una condición fundamental para las escuelas católicas que son elegidas libremente por las familias que desean inculcar en sus hijos los valores propios del evangelio.

«Lo opuesto a la libertad de enseñanza o educación es la escuela pública única, pues supone la imposición de un único modelo y, con ello, la imposibilidad de elegir», afirmaron los firmantes del manifiesto. «El derecho a la educación no conlleva, en ningún caso, que la Administración sea quien deba prestar directamente todo el servicio educativo». De igual manera recordaron que el derecho «original, primario e inalienable a la educación de los hijos» lo tienen los padres y que el Estado no cumple en este campo la función de titular, sino de garante.

El Congreso recordó no sólo la importancia fundamental de la libertad para los centros católicos, sino también la necesidad de fomentar su identidad religiosa. «En la fidelidad a su Misión, en la lealtad a su especificidad, se juega no solo su razón de ser más elemental, sino también su propia supervivencia», indicó el manifiesto. » La escuela católica del siglo XXI o es evangelizadora o no será. Una supervivencia ligada irreductiblemente a su misión respectiva: comunicar a Cristo, ayudar a que se firme Cristo en el corazón de los alumnos y sus familias. La Escuela Católica debe dar testimonio público de su Fe, a pesar de la posible persecución. Defender la verdad y el bien común, en lugar del particular».

Con información de Alfa y Omega.

 

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