viernes, 29 de marzo de 2024
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Francisco en la Casa Santa Marta: Obediencia a Dios trae libertad

Ciudad del Vaticano (Lunes, 20-01-2020, Gaudium Press) En su homilía proferida ayer en la Capilla de la Casa Santa Marta exhortó a los presentes a ser dóciles a la Palabra de Dios, que «es siempre novedad».

El «pecado de Saúl» fue la «falta de docilidad» a la Palabra de Dios

Francisco recordó que ser un «buen cristiano» significa oír aquello que el Señor dice sobre la justicia, la caridad, el perdón y la misericordia. La reflexión del Papa giró en torno a la primera lectura del día cuando hubo «por parte de Dios» el rechazo de Saúl como rey, «profecía» confiada a Samuel. Falta de docilidad y los pasos de la corrupción. El «pecado de Saúl», explica el Pontífice, fue la «falta de docilidad» a la Palabra de Dios. Él juzgaba orgullosamente que su propia «interpretación» de la palabra de Dios era la «más correcta».

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El Señor había recomendado a Saúl a no sacar nada del pueblo que había sido derrotado, pero él interpretó de otro modo, como bien quiso. Practicó otra cosa, bien diferente… Francisco explicó que ahí está el «centro del pecado contra la docilidad»: Cuando Samuel lo va a reprehender de parte del Señor, él dice: «Pero, vea, había bueyes, había tantos animales gordos, buenos, y con ellos hice un sacrificio al Señor». Él no colocó nada en el bolsillo, los otros sí. De hecho, con esa actitud de interpretar la Palabra de Dios como le parecía, permitió que los otros colocasen algo de los botines en los bolsillos. Los pasos de la corrupción: se comienza con una pequeña desobediencia, una falta de docilidad y se va adelante, adelante, adelante.

La «obediencia a la voz» de Dios y «pecado de la falta de docilidad»

Es Samuel quien recuerda cómo el Señor prefiere «obediencia a la voz» de Dios a los holocaustos y sacrificios, aclarando la «jerarquía de valores»: es más importante tener un «corazón dócil» y «obedecer», antes que «hacer sacrificios, ayunos, penitencias».

El «pecado de la falta de docilidad» -dice Francisco- está precisamente «en aquel preferir» eso que yo «pienso y no lo que me ordena el Señor, que talvez yo no entienda». Cuando se rebela contra la «voluntad del Señor», no se es dócil, «es como si fuese un pecado de adivinanza». Para Francisco, es como, aun diciendo creer en Dios fuese «a un adivinador para leer las manos por seguridad».

«Cuando usted se obstina delante de la voluntad del Señor, usted es un idólatra, porque prefiere lo que usted piensa, aquel ídolo, a la voluntad del Señor. Y esta desobediencia a Saúl costó el reino, porque rechazó la Palabra del Señor, el Señor lo rechazó como rey.

Pero eso nos debe hacer pensar un poco sobre nuestra docilidad. (…) . La voluntad del Señor es clara, está en los mandamientos, en la Biblia y la muestra el Espíritu Santo dentro de su corazón. Pero cuando yo me pongo obstinado y transformo la Palabra del Señor en ideología soy un idólatra, no soy dócil.

La docilidad, la obediencia. Misericordia y no sacrificios

Al recordar el Evangelio de San Marcos para la liturgia de hoy, Francisco recordó que los discípulos eran criticados «porque no ayunaban». Es el Señor que explica que no se debe remendar un vestido viejo con un pedazo de tejido nuevo, porque se corre el riesgo de empeorar el rasgón. Y que no se debe colocar vino nuevo en odres viejos, para no romper los odres, perdiendo todo: por tanto, «vino nuevo en odres nuevos».

Novedad de la Palabra del Señor

La Palabra del Señor es novedad, nos lleva siempre adelante – vence siempre, es mejor que todo.

Vence la idolatría, vence la soberbia y vence esta actitud de ser demasiado seguro de sí mismo, no por la Palabra del Señor, sino por las ideologías que yo hice alrededor de la Palabra del Señor. Hay una frase de Jesús muy buena que explica todo eso y que la trae del Antiguo Testamento: «Misericordia quiero y no sacrificios». La confianza en Dios trae la libertad de ser un «buen cristiano» significa entonces ser «dócil» a la Palabra del Señor, oír lo que el Señor dice «sobre la justicia», «sobre la caridad», «sobre el perdón», «sobre la misericordia» y no ser «incoherentes en la vida», usando «una ideología para poder ir adelante».

Es verdad, agregó el Papa, que la Palabra de Dios «a veces nos coloca en dificultad», «pero el diablo hace lo mismo», «de manera engañosa». Ser cristiano, por tanto, es «ser libres», a través de la «confianza» en Dios. (JSG)

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