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Hace 15 años fallecía la Hermana Lucía, la última de las videntes de Fátima

Redacción (Viernes, 14-02-2020, Gaudium Press) El tiempo parece haber pasado rápido. 2005 parece haber sido reciente. Entretanto, ya pasaron 15 años cuando el 13 de febrero de aquel año fallecía la última de las videntes de Nuestra Señora de Fátima, Lucía dos Santos, que en la vida religiosa recibió el nombre de Hermana María Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado, conocida en todo el mundo apenas como Hermana Lucía.

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Hermana María Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado. Foto Santuario de Fátima

Memorias

Lucía Rosa dos Santos nació en Aljustrel, el día 28 de marzo de 1907. En sus ‘Memorias’ ella cuenta que ya en 1915, estando con algunas amigas, por primera vez, tuvo visiones de una especie de nube, con forma humana, en tres ocasiones diferentes.

Lucía contó también que a partir del año siguiente, 1916, con 9 años, ella y sus primos, los Santos Francisco y Jacinta Marto, recibieron las manifestaciones del ángel de Portugal.

Aparición de Nuestra Señora en Fátima

El 13 de mayo de 1917, la Virgen María se le apareció a los tres pastorcitos y, a partir de entonces, la vida de ellos se transformó completamente.

Los niños acogieron el apelo de Nuestra Señora, pasaron a recitar diariamente el rosario, a hacer sacrificios por los pecadores y, durante seis meses, siempre el día 13, comparecen al lugar donde la Virgen se les aparecía.

Interrogatorios, persecuciones

Lucía, Francisco y Jacinta pasaron a ser constantemente interrogados sobre lo que vieron y acusados de mentir e inventar los acontecimientos.

Esos interrogatorios y las persecuciones no desanimaron la fe de los niños. A pesar de todo, siguieron firmes en el amor a Dios y a Nuestra Señora.

Después del 13 de octubre – Vida de Lucía

Después de la última aparición el 13 de octubre de 1917, Lucía fue enviada el Asilo de Vilar, donde se recogió a consejo del Obispo de Leiria, Mons. José Alves Correia da Silva. Donde inicio su vida religiosa y se retiró del mundo.

El 5 de enero de 1922, escribió el primer relato de las apariciones y, el 8 de julio de 1924, con 17 años, respondió, en el Puerto, al interrogatorio oficial de la Comisión Canónica Diocesana nombrada por Mons. José Alves Correia da Silva, sobre los acontecimientos de Fátima.

En 1925, Lucía ingresó a la Congregación de Santa Dorotea, en España, donde se dieron las apariciones de Tuy y Pontevedra, las apariciones de la Santísima Trinidad, de Nuestra Señora y del Niño Jesús. Deseando una vida de mayor recogimiento para responder al mensaje que Nuestra Señora le había confiado, entró al Carmelo de Coimbra, en 1948, donde se entregó más profundamente a la oración y el sacrificio, tomando por nombre Hermana María Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado.

Es en este Carmelo donde la Hermana Lucía fallece el 13 de febrero de 2005.

Actualmente, y desde el 19 de febrero de 2006, sus restos mortales se encuentran sepultados en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario del Santuario de Fátima.

Proceso de Canonización

Tres años después de su muerte, el 3 de febrero de 2008, el Cardeal José Saraiva Martins, entonces Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, anunció que el Papa Benedicto XVI había aceptado los pedidos del Obispo de Coimbra, Don Albino Cleto, y de numerosos fieles en todo el mundo, para que fuera dispensado el tiempo canónico de espera de cinco años para la apertura del proceso de beatificación de la vidente, autorizando tal petición.

La fase diocesana del proceso fue abierta por Don Cleto el 30 de abril de 2008, y su conclusión se anunció el 13 de enero de 2017.

Etapas

El reconocimiento de las «virtudes heroicas» es un paso central en el proceso que lleva a la proclamación de un fiel católico como beato, penúltima etapa para la declaración de santidad; para la beatificación se exige el reconocimiento de un milagro atribuido a la intercesión del venerable.

Este proceso comenzó en 2008, apenas tres años después de la muerte de la Hermana Lucía.

La Beatificación representa la confirmación por parte de la Iglesia que un fiel católico es digno de culto diocesano y puede ser dado a los fieles como intercesor. Mientras que la canonización es el reconocimiento de la santidad abriéndose al culto universal, y el nuevo santo es presentado como modelo de vida.

Actualmente, el proceso de canonización de la Hermana Lucía está sobre la competencia directa de la Santa Sede y del Papa. (JSG)

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