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Hace 15 años moría Juan Pablo II, el Papa sin miedo y devoto de María

Redacción (Viernes, 03-04-2019, Gaudium Press) Juan Pablo II inició su Pontificado el día 22 de octubre de 1978. Y falleció el 2 de abril del 2005.

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Entre las primeras recomendaciones hechas a los fieles está el consejo que resonó por todo el mundo católico mientras él ocupó el Trono de San Pedro:

«¡No! ¡No tengáis miedo! Antes, buscad abrir, mejor, abrir de par en par las puertas para Cristo».

El inicio de su Pontificado marcó tanto su vida que la Iglesia determinó que en la fecha del 22 de octubre fuese conmemorada la memoria litúrgica del santo.

Quién fue Karol Wojtyla

La ciudad de Wadowice, en Polonia, vio a Karol Wojtyla nacer el 18 de mayo de 1920. En esa ciudad él vivió hasta mudarse para Cracovia en 1938.

Él tuvo una juventud muy dura. Vivió en un ambiente marcado por el odio y la destrucción de la Segunda Guerra Mundial con la invasión nazi y, después, con la dominación comunista en su país. Con 20 años él fue obrero en una mina de piedras y, después, en una industria química.

Karol Wojtyla, joven católico y vida eclesiástica

Karol fue siempre fiel a las enseñanzas católicas recibidas de niño, se mantuvo firme en la fe. En octubre de 1942, entró al seminario clandestino de Cracovia y fue ordenado sacerdote el 1º de noviembre de 1946.

En 1958, fue ordenado Obispo, adoptando como lema episcopal la expresión mariana «Totus tuus», o sea, «todo tuyo».

A partir de 1964, se tornó Arzobispo de Cracovia. Participó en todas las sesiones del Concilio Vaticano II, habiendo dejado importantes contribuciones en las constituciones dogmáticas ‘Gaudium et Spes’ y ‘Lumen Gentium’. Fue creado Cardenal por Pablo VI, el 26 de junio de 1967.

Cardenal Wojtyla: nuevo Papa

Después de la muerte repentina del Papa Juan Pablo I, fue convocado un Cónclave y el Cardenal polaco fue a participar de él. El día 16 de octubre de 1978, Karol Wojtyla fue electo Papa. Se tornó, entonces, el primer Papa eslavo de la historia y el primero no italiano a tomar asiento en la Cátedra de Pedro después de 500 años. Él escogió el nombre de Juan Pablo II y mantuvo su lema: «Totus Tuus».

Juan Pablo II y su Pontificado

Sobre el «Papa que vino de lejos» – timonero de la «Barca de Pedro» por casi 27 años – veremos desfilar comentarios sobre su actuación como sacerdote, obispo, arzobispo y cardenal en la Polonia todavía comunista. Sabremos cómo fueron sus estudios, su prisión por los nazis, su política diplomática y sus visitas apostólicas a 129 países. Conoceremos su actuación durante el concilio.

Podremos evaluar detalles y consecuencias del atentado que sufrió en 1981, así como de su enfermedad.

Serán recordados sus sufrimientos y también las alegrías, tristezas y esperanzas de sus 84 años de vida. Y es bueno que sea así: Juan Pablo II vivió de modo señalado la Historia de la Iglesia y la humanidad. Hasta que se agote todo lo que se tiene para decir sobre él, pasará un buen tiempo.

Otros hechos de Juan Pablo II

Sin embargo, habrá todavía otras actitudes de Karol Wojtyla, otros acontecimientos también dignos de memoria que deben ser recordados. Son hechos practicados por el Santo que todavía continúan rindiendo buenos frutos en esta Tierra y tendrán desdoblamientos en el Cielo, eternamente. Hablar sobre eso nunca será demás y la justicia y gratitud exigen que ellos sean siempre recordados.

Devoto de María

Dentro de esa perspectiva estarían, por ejemplo, las expresiones de devoción a Nuestra Señora, la catequesis y todo el apostolado Marial ejercido por el Papa Juan Pablo II. Sería un desafío casi invencible enumerar todos sus pensamientos, todas sus actitudes y deseos a propósito de la Virgen María. En esa contingencia, sin la pretensión de agotarlos, recordemos hechos y manifestaciones que evocan la devoción de Juan Pablo II a María, sus desdoblamientos y consecuencias.

«Totus tuus»

Pocas horas después de haber sido electo Papa (17 de octubre de 1978), dirigiéndose a todo el mundo, a fin de enunciar las líneas de su pontificado, él afirmó:

«En esta hora, […] no podemos dejar de volver, con filial devoción, nuestra mirada a María […], repitiendo las palabras «totus tuus», que […] gravamos en nuestro corazón y en nuestras armas, en el día de la ordenación episcopal».

Juan Pablo II mostraba, así, ser un hombre predestinado. Pues, quien tiene devoción a Nuestra Señora trae en su alma la marca de la predestinación.

Consagración a Jesucristo por las manos de María

Durante su largo pontificado, en las más diversas situaciones, él tenía sus ojos dirigidos constantemente hacia Nuestra Señora. Se aprovechó de ocasiones solemnes o íntimas, visitas a grandes santuarios o las pequeñas iglesias y capillas, fórums internacionales o encuentros privados para, siempre, renovar su «consagración a Cristo por las manos de María»..

Él escogió este medio para mostrar al mundo su amor a la Virgen María y su deseo de vivir fielmente ese compromiso de fidelidad a su devoción mariana.

¿Dónde encontró fundamentos para esa entrañada devoción? Sin duda alguna, en la Tradición Católica y en los ejemplos de vida de innúmeros santos.

Con todo, la mariología de Juan Pablo II fue influenciada sobre todo por San Luis María Grignion de Montfort (1673-1716) quien afirmaba: «Toda nuestra perfección consiste en estar configurados, unidos y consagrados a Jesucristo. Por tanto, la más perfecta de todas las devociones es, incontestablemente, aquella que nos configura, une y consagra mais perfeitamente a Jesus Cristo.»

El 27 de abril de 2014, fue canonizado por el Papa Francisco. (JSG)

 

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