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El nieto de Churchill y el Siervo de Dios Ignatius de San Pablo

Bogotá (Viernes, 05-03-2010, Gaudium Press) El pasado dos de marzo murió, a los 69 años y aquejado de un cáncer, Winston Churchill, ex – parlamentario ‘tory’ y, por encima de sus otros títulos, nieto del gran estadista inglés del mismo nombre, quien es considerado por muchos como el último bastión que liderando la resistencia de su nación, impidió que Europa sucumbiera a la dictadura hitleriana.

Entre varios de los hechos memorables de la vida del fallecido podemos destacar su corresponsalía durante la Guerra de los Seis Días, en 1967, después de la cual escribió un libro sobre sus experiencias en el conflicto entre árabe-israelí.

La muerte del vástago de esta familia ilustre es la ocasión para recordar no solo a su célebre abuelo, sino también a un más remoto pariente suyo, del cual poco se habla, pero cuya historia es muchísimo más que digna de nota, la del Siervo de Dios Ignacio Spencer de San Pablo, tío abuelo del primer ministro inglés.

En 1799 nació el Siervo de Dios, bajo el nombre del Hon. George Spencer, siendo el hijo más joven del segundo Conde de Spencer y de Lavinia, hija de Sir Charles Bingham, según relata la Enciclopedia Católica. Con nueve años fue enviado a Eton donde se educaba la crema y nata de la sociedad británica y allí sufrió la influencia del Rev. Richard Goley, un al parecer enérgico anglicano evangélico, quien le hizo partícipe de varias prácticas ascéticas y de piedad. Entretanto, no contenta su familia con la educación que estaba recibiendo, decidió regresarlo al hogar paterno en la navidad de 1814, quedando bajo la tutela del Rev. Blomfield de Buckinghamshire, quien le proporcionó una educación de tipo más clásico.

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Padre Ignatius

A determinada altura, su formación requería estudios más especializados, así lo consideraba la familia, y por ello en octubre de 1817 George partía para el Trinity College, en Cambridge, a estudiar teología. Allí -y para sorpresa de sus padres que le criticaban el excesivo tiempo empleado con sus amigos, conversando, tomando té y jugando póker- George obtuvo su grado con honores de primera clase, en 1817. El final de los estudios era también la aproximación de una gran alegría, la de la realización del «Grand Tour» con sus padres, donde tomó contacto con la cultura continental europea.

Al regresar de Europa George iniciaría los estudios que lo conducirían a la ordenación como pastor anglicano, lo que efectivamente ocurrió el 13 de junio de 1824. El aristocrático reverendo George fue asignado, a instancias de su padre, en la parroquia de Brington, en la que ya exhibió sus generosos dotes de pastor visitando a los enfermos, a los moribundos y a su feligresía en general. Al hijo del conde de Spencer se le veía regalando alimentos, ropa, dinero… Entretanto su alma inquieta no solo se volcaba a la ayuda de los más humildes; ella también buscaba en el cielo las respuestas a las dudas que inquietaban su fe.

Conversión al catolicismo

En unas vacaciones, en una isla apropiada a la reflexión, y adelantando los mismos pasos de otro gran converso, el Cardenal Newman, George se sumerge en la lectura de los Padres de la Iglesia, particularmente San Juan Crisóstomo y San Gregorio el Grande, quienes mucho lo impresionan y son base para que en su mente se vaya perfilando con más nitidez la diferencia entre el pensamiento católico y el anglicano. La amistad iniciada por esas épocas con varios sacerdotes católicos, que lo animaron a continuar con sus piadosas lecturas, lo fue acercando cada vez más a la fe romana. En el mismo sentido, la iniciada relación con Ambrose Phillipps de Lisle, un inglés recién convertido al catolicismo, fue decisiva para que finalmente George resignase su cargo en Brington y el 30 de enero de 1830 fuese recibido en la Iglesia Católica Apostólica y Romana.

Poco después partía a profundizar sus estudios en el Venerable Colegio Inglés, en Roma, donde trabó amistad con el que sería más tarde el Cardenal Wiseman y con el Beato Dominic Barberi, un alma que ardía de celo por el regreso de Inglaterra al catolicismo y que influyó largamente en la vida de George. El 26 de mayo de 1832 George Spencer era ordenado sacerdote católico.

Regreso a Inglaterra

Regresado a Inglaterra, en agosto de 1832, fue asignado como cura a una iglesia en Walsall, donde tomó bajo su especial cuidado una capilla en West Bromwich. Allí abrió tres escuelas, dio clases de religión e hizo numerosos conversos, sin descuidar sus deberes parroquiales. Su fama de orador sacro se comenzó a extender y fue llamado de distantes lugares para predicar.

En Mayo de 1839 es asignado como director espiritual de los seminaristas de Oscott College. Fue en esa época también cuando dio inicio a sus prédicas sobre la unidad en la verdad de la fe para Inglaterra; en Saint Chad’s, en Manchester, el padre Spencer hablaba sobre «La Gran Importancia de la Reunión entre los Católicos y los Protestantes de Inglaterra y el Método para realizarla».

En Julio de 1842 realizaría una memorable misión por Irlanda, verdadera ‘Cruzada’ para implorar las oraciones del pueblo fiel de ese país por sus hermanos ingleses. Su contento alcanzó el máximo cuando conoció que el pontífice reinante, Pío IX, le enviaba su bendición y otorgaba significativas indulgencias a todos aquellos que orasen por Inglaterra.

El Padre George se convierte en el Padre Ignacio

En la mente del Padre Spencer, desde su conversión, siempre había estado presente la posibilidad de entrar en una comunidad religiosa. Fue así que después de un largo retiro, en 1846, resultó convencido de que esa era la voluntad de Dios, decidiendo entrar a la Congregación Pasionista. En enero de 1847 recibió el hábito de esa orden de manos de su viejo amigo Dominic Barberi, quien había llevado la congregación a Inglaterra pocos años antes. El padre George se convirtió entonces en el padre pasionista Ignacio de San Pablo, nombre que asumía en su nueva vida religiosa.

Su entrada en religión no fue óbice sino incentivo para continuar su predicación en Irlanda, Inglaterra y otros lugares por la conversión de su nación. Tampoco lo fue el haber sido hecho provincial de los pasionistas en Bélgica e Inglaterra en 1849. En 1851, en su visita al Papa, le expuso su trabajo y obtuvo el apoyo requerido.

Después de una vida dedicada a Dios, a sus hermanos y a implorar por la conversión de Inglaterra, agotando los últimos restos de una salud que siempre fue precaria, el padre Ignacio murió el 1 de octubre de 1864, en una zanja, de un ataque cardiaco, en la labores del anuncio del Crucificado, con la muerte que siempre había deseado.

Tras doce años de investigaciones, a inicios de 2007 el proceso de beatificación del Padre Ignacio llegó a Roma, y desde entonces muchos están a la espera de su feliz culminación. Aumenta la expectativa su relación con los príncipes reales William y Harry, pues el padre Ignacio es su pariente remoto, a través de su fallecida madre, Lady Diana Spencer.

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