martes, 16 de abril de 2024
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"La Iglesia es inmaculada e impecable"

Redacción (Viernes, 23-04-2010, Gaudium Press) «El tiroteo de noticias que, en las últimas semanas, intenta manchar a la Iglesia Católica, con la excusa de los abusos de niños cometidos por sacerdotes católicos, alcanza un auge increíble. Decididos a no dejar apagar la hoguera que encendieron, varios órganos de comunicación social se han dedicado a investigar el pasado, en búsqueda de nuevas acusaciones que involucren al Vicario de Cristo en la Tierra, el Papa Benedicto XVI. En esto, sin embargo, han fallado rotundamente»: Así inicia el opúsculo «La Iglesia es inmaculada e impecable», de autoría de Mons. João Scognamiglio Clá Dias, Fundador de los Heraldos del Evangelio, quien -sustentado en numerosos y reputados autores y fuentes- analiza la campaña publicitaria desarrollada con ocasión de los abusos a menores cometidos por algunos miembros del clero.

mons.jpgAl indagar por las profundas causas de esos abusos, Monseñor João Clá reflexiona sobre la cultura circundante, y rápidamente convoca al lector a hacer una revisión de lo que era el mundo antes de la llegada del cristianismo: «En aquel ambiente pagano, la situación de la mujer era terrible. En general, casi no tenía de¬rechos, (…) La familia grecorromana era totalitaria bajo ciertos aspectos. Por ejemplo, el Derecho Roma¬no daba un poder dictatorial al ‘pater familia’. El padre tenía derecho a rechazar a su hijo recién nacido, o a venderlo como esclavo. También podía condenar a la pena de muerte a su esposa, a su hijo, a su hija, o a cualquier habitante de su casa, y ejecutar sin demora la sentencia; las autoridades del Estado no interferían (…) La esclavitud era una institución tan común en el mundo antiguo que los esclavos solían ser la mayoría de la población», afirma Monseñor.

La plaga de la pedofilia en el mundo pagano

En el mismo sentido, Mons. João Clá recuerda que la pedofilia era un vicio harto extendido en ese entonces: «Lo que la prensa de hoy denomina de pedofilia era ampliamente practicado en el mundo antiguo, bajo el amparo de la ley, por influencia de las religiones paganas. En Grecia, existía como práctica legal la corrupción sexual de niños, más adecuadamente llamada de pederastia. Todo hombre adulto que no fuese esclavo tenía el derecho de practicarla.»

Fue pues en este mundo y en ese contexto en el que irrumpió el cristianismo: «El mensaje de Jesucristo desequilibró al carcomido mundo antiguo. [Ese mensaje] Censuraba el libertinaje, la crueldad y exaltaba la libertad para practicar el bien, la castidad y la virginidad, la inocencia, la fidelidad conyugal, el amor a los enemigos, la caridad, la abnegación, la bondad para con los más débiles, la dignidad de todos los seres humanos creados a imagen y semejanza de Dios», expresa Mons. João Clá.

Entretanto, y ante los progresos que en el mundo antiguo realizaba el cristianismo, «el paganismo necesitó, pues, echar mano de otra arma para intentar revertir el juego: la di-famación y la calumnia. Como observan los Apologistas cristianos de aquellos primeros siglos, los paganos comenzaron a acusar a los cristianos exactamente de los delitos que el paganismo cometía». Una de las acusaciones era justamente la de pedofilia.

¿Por qué acusar sólo a la Iglesia?

Sin embargo, la Iglesia terminó venciendo la oposición del mundo pagano e inspiró en profundidad una civilización que alcanzó su apogeo en los siglos XII y XIII. No obstante, de tanto en tanto, la Iglesia es víctima de nuevas embestidas: «Uno de los procedimientos preferidos continua siendo el de acusar a la Iglesia precisamente de los delitos que el propio mundo no se avergüenza de cometer. ¿Cuáles son los mayores destruc¬tores de la inocencia infantil hoy en día? ¿Quién promueve una pornografía desenfrenada que no respeta ni edad, ni dignidad y que incita a cometer todo tipo de crímenes sexuales? ¿Quiénes son los que, de todos los modos, presionan a las escuelas para iniciar a los niños en prácticas inmora¬les? ¿Quién impulsa los cambios en las leyes, para abolir la influencia cristiana y substituirla por la del viejo paganismo?», se pregunta Monseñor João Clá.

Es conocido que la mayor parte de crímenes de pederastia son cometidos dentro de la propia casa, por parientes o conocidos de las madres de las víctimas. «Curiosamente, nunca se vio a ningún adversario de la Iglesia pedir un estudio serio sobre la relación entre la desin¬tegración de la familia -causa principal de la existencia de millones de padrastros- y los crímenes de pedofilia», expresa Monseñor.

«Un detalle importante: la mayoría de los pedófilos son hombres casados -continúa Mons. João Clá. También es digno de nota que todas las religiones tienen miembros envueltos en casos de pedofilia, y algunas en pro¬porciones gigantescas. ¿Por qué, entonces, levantar una campaña internacional solamente contra la Iglesia Católica?»

Las acusaciones hechas hoy a la Iglesia parten, pues, desde los propios valores que ella estableció en el mundo, con lo que los propios contradictores así manifiestan la santidad de la Iglesia. Entretanto, los ataques no se limitan a los sacerdotes corruptos sino que buscan implicar al conjunto de la institución eclesiástica, con lo que se demuestra que realmente hay una campaña de descrédito en curso: «Médicos, profesores, enfermeros y otros profesionales se cuentan en gran núme¬ro entre los perpetradores de crímenes de pedofilia, pero, ¿quién va a llegar al absurdo de acusar a todos los miembros de esas categorías y a deshonrar a una clase entera por los crímenes de una minoría?», se pregunta Mons. João Clá.

«De cada persecución la Iglesia sale fortalecida» declara finalmente el prelado. Esa confianza en la imperturbabilidad de la Iglesia descansa en una convicción de origen divino: «Para destacar la perennidad de la Iglesia Católica Apostólica Romana, San Agustín nos ha dejado esta sabia reflexión: ‘Vacilará la Iglesia, si vacila su fundamento. Pero, ¿podrá, por ventura, Cristo vacilar? Ya que Cristo no vacila, la Iglesia permanecerá intacta hasta el fin de los tiempos’ «.

Si desea conocer el documento en su integridad, lo puede hallar en el link (http://www.arautos.org/desagravo/pdf/es/documento.pdf)

Gaudium Press / Saúl Castiblanco

 

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