jueves, 28 de marzo de 2024
Gaudium news > La semilla de la fe

La semilla de la fe

Redacción (Lunes, 08-10-2010, Gaudium Press) En las escuelas los niños comúnmente realizan experiencias científicas auxiliadas por los profesores. De esta forma, se van introduciendo en las diversas áreas del conocimiento y complementando su currículum. Estas experiencias además de servir como evaluación para el aprendizaje, también son momentos de expectativa para los jóvenes que todavía están iniciando su contacto con el mundo.

Rich Evenhouse.jpg
Foto: ‘Rich Evenhouse’

Una de estas experiencias fascinantes es la de plantar una semilla para observarla germinar. Este pequeño grano, aparentemente muerto en la mano de una persona, cuando es plantado y debidamente regado, produce el «milagro de la vida». El niño esperanzado de que su semillita brote, se llena de júbilo cuando ve aquel brotecito que despunta en la superficie. Y de alguna forma se siente partícipe del poder creador de Dios.

Para personas conocedoras del arte del plantío, basta tener en manos uno de estos granos para saber a qué especie pertenece, cuál árbol brotará de su cultivo y que frutos producirán. Entretanto, no todos son especialistas en la materia, por tanto, no consiguen diferenciarlos. Para estos últimos, solamente el cultivo de la semilla mostrará su especie.

Cuando se ve un árbol frondoso, nos espantamos con el tamaño y la firmeza que trasparecen de su aspecto, pero podemos olvidarnos que todo esto vino de una semillita que es propulsora de esta obra. Sin embargo, esto no es ninguna novedad para quien tiene ‘cultura agrícola’. Aquellos que lidian con la plantación, conocen bien el lucro que se puede sacar de una colecta y cuánto puede producir una única semilla.

Y como no podía ser diferente, la cultura de un pueblo está ligada a sus quehaceres. Aquellos que viven en medio de la producción agrícola acostumbran comunicarse con el lenguaje propio a su función. Fue en un ambiente orgánico como éste que hace dos mil años atrás Jesucristo, el Hijo de Dios, se reveló a los hombres. Para hacerse entender por sus oyentes, utilizó una forma de expresión conocida como parábola (del griego parabolé, literalmente «comparación», «tirar a lado de»). Estas narraciones de Jesús contenían, a través de ejemplos cotidianos, enseñanzas admirables.

Esta manera de enseñar era común en la época, pero Jesús se diferenciaba de los rabinos, porque Él quería transformar a sus oyentes mientras estos últimos utilizaban la parábola solo para la interpretación de la ley. Se hablaba alegóricamente de una situación semejante a la vida real para que los interlocutores interpretasen el mensaje. Muchas veces podía tornarse un test de sabiduría.

La pequeña semilla de mostaza

Entre los ejemplos utilizados por el Divino Maestro, se encuentra la comparación de la pequeña semilla de mostaza con la fe que los discípulos deberían poseer: «Los apóstoles dijeron al Señor: ¡Auméntanos la fe! Dijo el Señor: Si tienen fe como un grano de mostaza, diréis a este moral: Arráncate y trasplántate en el mar, y él os obedecerá» (Lc 17,5-6).

Los apóstoles veían la necesidad de aumentar su fe, pues a medida que Jesús les iba revelando lo que deberían hacer, percibían su incapacidad de realizarlo. Por eso, el Maestro «hace mención de la mostaza, porque su semilla, aún cuando es pequeña, es la más fecunda de todas. Da a conocer, por tanto, que un poco de su fe puede mucho».

En otra ocasión, para mostrar la expansión del Reino que vino a traer, Jesús utiliza nuevamente esta semillita: «En seguida, les propuso otra parábola: El Reino de los Cielos es comparado a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su campo. Es ésta la menor de todas las semillas, pero, cuando crece, se torna un arbusto mayor que todas las hortalizas, de suerte que los pájaros vienen a anidarse en sus ramas» (Mt 13,31.32).

Nuestro Señor se refiere aquí al trabajo que los apóstoles irían realizar a fin de anunciar el Reino de Cristo: «Quiso el Señor con esto dar una prueba de su grandeza, pues así exactamente – dijo – sucederá con el anuncio del reino de Dios. En verdad, los discípulos del Señor eran los más débiles, los menores entre los hombres; pero como había en ellos una gran fuerza, esta se soltó y se difundió». Y en su sombra -la Iglesia- muchos pájaros vendrán a abrigarse. En esta parábola los pájaros representan los pueblos que aceptarán la predicación de los apóstoles y entrarán al Reino de Dios.

Aún empleando este lenguaje conocido en la época, muchas veces los discípulos le pedían que explicase la parábola pronunciada, y esto era hecho, pues en el futuro ellos serían los grandes propagadores de este Reino y fieles depositarios de estos dones recibidos del propio Dios.

Que por lo menos tengamos la fe del tamaño de una semilla de mostaza, para que la Iglesia, a través de sus sacramentos, pueda regarla y protegerla, haciéndola crecer y fructificar en la caridad tanto en esta vida como en la eternidad.

Por Thiago de Oliveira Geraldo

 

Deje su Comentario

Noticias Relacionadas