jueves, 28 de marzo de 2024
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Cuando el hombre desafía la voluntad de Dios, se aliena a sí mismo, observa el Papa en la Misa del Jueves Santo

Roma (Jueves, 05-04-2012, Gaudium Press) «En la lucha de la oración en el Monte de los Olivos, Jesús ha disuelto la falsa contradicción entre obediencia y libertad, y abrió el camino a la libertad». El Santo Padre en la Misa de la ‘Cena Domini’ (la Cena del Señor), que inicia las celebraciones del Triduo Pascual, presentó el significado y el valor de la oración de Jesús, antes de su sufrimiento y muerte en la cruz. En memoria de la acción de Jesús de lavar los pies de sus discípulos, el Santo Padre durante la Misa lavó los pies a doce sacerdotes de la diócesis de Roma. La ceremonia se llevó a cabo, como es tradición en la Basílica de San Juan de Letrán.

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Foto: Centro Televisivo Vaticano

«Hace parte del Jueves Santo -dijo el Papa- también la noche oscura del Monte de los Olivos, a la que Jesús va con sus discípulos; hace parte de ella la soledad y el abandono de Jesús, que orando va al encuentro de la oscuridad de la muerte; hacen parte de ella la traición de Judas y el arresto de Jesús, así como la negación de Pedro, la acusación en el Sanedrín y la entrega a los gentiles, a Pilatos».

Esta oración de Jesús tiene una simbología y un significado especial. Se lleva a cabo en la noche lo que «significa falta de comunicación, una situación en la que no nos vemos unos a otros»; es «un símbolo de la no-comprensión, del oscurecimiento de la verdad». Jesús, reiteró el Papa, «entra en la noche para superarla y para inaugurar el nuevo día de Dios en la historia humana.»

La enseñanza de Jesús fue la libertad en la obediencia

La hora de la oración demuestra la naturaleza dual de Dios, aquella humana y la divina. Él tomó a los discípulos, Pedro, Santiago y Juan, para que lo acompañaran y para ser testigos «del primer trecho de este éxodo -humillación extrema, pero paso fundamental para ir hacia la libertad y la vida nueva». Por otro lado, presenta «su relación con Dios», y su íntima comunión con el Padre, a quien llama con palabras cariñosas.

La enseñanza que Jesús allí da para nosotros es la de la bondad, el poder y la omnipotencia de Dios, pero también la de la sumisión total. Ese punto es observado en la liturgia romana del Viernes Santo en el momento del arrodillarse.
En el Monte de los Olivos se desarrolla la angustia ante el poder de la muerte, pero Jesús también «ve la marea sucia de todas las mentiras y de toda la infamia que viene a su encuentro en aquel cáliz que debe beber», subrayó el Santo Padre.

Su obediencia nos enseña acerca de la verdad y la libertad humanas. «Creemos que somos libres -dijo el Papa- y realmente nosotros sólo seguimos nuestra voluntad». Sin embargo, «cuando el hombre se pone en contra de Dios, se pone en contra de su propia verdad, y por lo tanto no se convierte en libre, sino alienado de sí mismo. Somos libres sólo si estamos en nuestra verdad, si estamos unidos a Dios», concluyó su homilía el Papa.

Durante la Misa fue recogida una ofrenda tradicional, que este año se destina a la asistencia humanitaria a los refugiados sirios. Recogida la ofrenda fue ella presentada al Santo Padre en el momento del ofertorio.

 

 

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