jueves, 18 de abril de 2024
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El predicador del Papa hizo un fuerte llamado al arrepentimiento y a aceptar el misterio de la redención

Roma (Sábado, 07-04-2012, Gaudium Press) El padre Raniero Cantalamessa, religioso capuchino y predicador del Santo Padre, hizo un llamado al arrepentimiento en la Liturgia de la Pasión del Señor, el pasado 06 de abril, Viernes Santo. La predicación, llevada a cabo en la Basílica de San Pedro en Roma, recordó que la Liturgia no es una simple representación sino que renueva la realidad misma que conmemora. «No estamos celebrando un aniversario», afirmó el sacerdote, «sino un misterio».

Fr. Cantalamessa recordó textos de antiguos padres de la Iglesia para explicar el sentido de la Liturgia de la Pasión del Señor. En ellos, se comparaba el sufrimiento de Cristo con la imagen de una batalla cuyo ganador, Cristo, en vez de conservar el premio, lo compartió con sus seguidores.

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El Papa adora la cruz en el Viernes Santo – Foto: RomeReports

En palabras de San Juan Crisóstomo, citadas por el predicador, «no estuvimos en agonía, no fuimos heridos, ni siquiera vimos la batalla y aún así obtuvimos la victoria». El santo luego invitaba a los fieles a hacer lo mismo que los soldados haría en ese caso: «¡con voces alegres exaltemos la victoria, entonemos himnos de alabanza para el Señor!». El sacerdote explicó que la Liturgia del Viernes Santo, que incluye la Adoración de la Santa Cruz, tiene este mismo sentido y no podría explicarse con un mejor ejemplo.

El padre Cantalamessa reflexionó a continuación sobre la actualidad de la liturgia, que es la realidad misma del pasado que representa. Apoyado en un texto de San Agustín, el sacerdote explicó que la liturgia «renueva» el evento, incluso llegando a ser de alguna manera «más verdadero y real» para quienes lo viven actualmente «de acuerdo al Espíritu», que para quienes lo vivieron «de acuerdo a la carne», ya que «el Espíritu Santo reveló su significado completo a la Iglesia».

No es un aniversario sino la renovación de un misterio

«No estamos celebrando un aniversario, sino un misterio», expresó Fr. Catalamessa, quien de nuevo citó a San Agustín para hacer la distinción. Un aniversario requeriría únicamente, en palabras del santo, indicar una fecha para recordar el día en que tuvo lugar el evento, mientras que la celebración del misterio «no sólo se conmemora, sino que se hace de forma que se entiende su significado y se recibe devotamente». Para el predicador de la Santa Sede, «esto cambia todo. No es una cuestion de asistir a una representación, sino de aceptar el significado, pasar de espectadores a actores». «Nadie puede permanecer neutral», añadió.

La aceptación del misterio no sucede automáticamente por tomar parte en la liturgia, sino que requiere un acto de fe. Una predicación del siglo cuarto, citada por el P. Cantalamessa explica esta afirmación: «Para cada hombre, el comienzo de la vida es cuando Cristo ha sido inmolado por él. Sin embargo, Cristo es inmolado por él en el momento en el cual él reconoce la gracia y se hace consciente de la vida que ha obtenido de esa inmolación».

El padre Cantalamessa propuso como figura de esta aceptación de la gracia de la redención de Cristo al buen ladrón, crucificado al lado de Jesús en el relato evangélico. Él obtiene de Dios la gracia de su salvación, porque confía y clama su misericordia, porque es consciente de su pecado y se arrepiente, porque entiende y acepta el misterio de la redención, en contraste con aquellos que insultaban y se burlaban de Jesús.

El sacerdote se dirigió a quienes han cometido de forma anónima graves crímenes que han quedado sin resolverse: «El buen ladrón hace un llamado a todos los responsables : hagan como yo, salgan a campo abierto, confiesen sus faltas; ¡ustedes experimentarán la alegría que tuve cuando escuché las palabras de Jesús: «hoy estarás conmigo en el Paraíso»!», exhortó el predicador, quien hizo un fuerte llamado al arrepentimiento. «No se lleve su secreto a la tumba; le traería una condenación mucho más terrible que la humana», afirmó el sacerdote, quien ofreció, en cambio el perdón de Dios y su misericordia lista para acoger a quien se arrepiente. «Aunque tus pecados sean rojos como la escarlata, quedarán blancos como la nieve», afirmó, citando el texto de Isaías.

El P. Cantalamessa terminó su predicación recordando el llamado de la liturgia y la tarea de los católicos en el Viernes Santo: «con voces de júbilo exaltemos la victoria de la cruz, entonemos himnos de alabanza al Señor».

Con información de Salt+Light

Gaudium Press / Miguel Farias

 

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