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Phoenix (Jueves, 02-08-2012, Gaudium Press) Largas filas de clientes se agolparon el pasado 01 de agosto en la cadena de restaurantes Chick-fil-A en los Estados Unidos. Este no era el resultado de una campaña publicitaria o una estrategia de promoción, sino una reacción espontánea de apoyo ante la discriminación que sufre este negocio desde que sus directivas expresaron públicamente su apoyo a los valores cristianos y la definición natural de matrimonio. Mientras varios alcaldes y políticos declararon la empresa como «no bienvenida» en sus ciudades, un gran número de familias y miembros de organizaciones civiles han expresado su solidaridad con la compañía. La Iglesia también se manifestó al respecto del caso, rechazando las violaciones a la libertad religiosa y de expresión.
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| Numerosas familias acudieron al restaurante para manifestar su apoyo frente a los ataques recibidos por la expresión de sus valores crisitianos. Foto: Long-Garcia/CATHOLIC SUN |
La controversia comenzó cuando Dan Carthy, gerente de Chick-fil-A, expresó públicamente sus puntos de vista en respaldo a la definición natural del matrimonio. Por este motivo recibió numerosos ataques y fue acusado de intolerante. El asunto se hizo aún más grave cuando varios alcaldes y concejales hicieron declaraciones formales y escribieron cartas afirmando que el negocio no es bienvenido en sus ciudades.
El alcalde de Boston, Tomas Menino, afirmó en una carta dirigida a Carthy que en la ciudad «no hay lugar para su compañía» y lo invitó a abandonar sus planes de abrir una sucursal allí. Edwin Lee, alcalde de San Francisco, afirmó que, ya que la sucursal más cercana está a 40 millas de distancia, «recomiendo fuertemente que no traten de acercarse». La secuencia de condenas de alcaldes la completó Rahm Emanuel, alcalde de Chicago: «Los valores de Chick-fil-A no son los valores de Chicago. (…) Y si usted va a hacer parte de la comunidad de Chicago, debe reflejar los valores de Chicago».
Esta referencia a los «valores de Chicago» motivó una clara respuesta del Cardenal Francis George, Arzobispo de Chicago, quien rechazó la idea de que el gobierno pueda decidir cuáles son los «valores» de sus ciudadanos. «Nací y crecí aquí», afirmó el prelado, «y mi comprensión de lo que es ser chicagüense nunca incluyó someter mi sistema de valores a la aprobación del gobierno». El Arzobispo preguntó entonces si todas las personas cuyos valores personales no se ajustan a los del gobierno de turno deberían marcharse de la ciudad.
El Cardenal George recordó que el matrimonio no es una unión inventada por el hombre, sino creada por Dios y afirmada en la naturaleza. De esta forma, no sólo para los católicos, sino para todas las personas a lo largo de la historia, ha predominado una definición natural de esta unión. Por esta razón, una pretendida «redefinición» legal no transforma la institución del matrimonio, «que es lo que es», sino que causa división en la sociedad y afecta «nuestra cada vez más frágil unión civil como ciudadanos».
El rechazo a la intervención discriminatoria de los gobernantes fue el motor de la manifestación de los fieles en apoyo a la cadena de restaurantes. «Me enfurece como católica, pero incluso más como americana, saber que a alguien le quitan la libertad», afirmó Cathy Chrisman, feligrés de la ciudad de Phoenix entrevistada por el informativo The Catholic Sun. «Nosotros traemos a nuestra familia para mostrar apoyo a esta organización que está siendo atacada por sostener sus valores cristianos».
Con información de The Catholic Sun
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