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Ciudad del Vaticano (Miércoles, 19-09-2012, Gaudium Press) El Santo Padre Benedicto XVI trató en la mañana de este miércoles, durante la Audiencia General en la Sala Pablo VI, de su reciente viaje apostólico al Líbano.
«Fue un evento eclesial conmovedor», dijo el Papa, y al mismo tiempo una ocasión de diálogo en un país complejo, pero emblemático para toda la región.
Delante de los sufrimientos y los dramas, Benedicto XVI transmitió su solidaridad, llevando un mensaje de aliento y de paz. De modo especial, el Pontífice habló de Siria, donde el conflicto ya causó millares de muertos y refugiados, y de Irak, que todavía vive una difícil situación.
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Benedicto XVI confía a María y a las oraciones de los fieles el «pequeñito rebaño» de los cristianos de Oriente Medio |
El Papa dirigió un agradecimiento especial a las autoridades civiles y eclesiásticas del Líbano por la acogida brindada, y agradeció a otras comunidades religiosas: «me acogieron con gran respeto y sincera consideración. Parece que llegó la hora de dar juntos un testimonio sincero y decidido contra las divisiones, la violencia y las guerras», dijo el Santo Padre.
Después de recordar los momentos decisivos del viaje, Benedicto XVI concluyó afirmando que los días transcurridos en el Líbano fueron una estupenda manifestación de fe y de intensa religiosidad y una señal profética de paz.
«Hago votos de que los varios mensajes (…) que dejé puedan ayudar a los gobernantes de la región a realizar pasos decisivos rumbo a la paz». «A la intercesión de María confío los frutos de esta visita pastoral, como también los propósitos de bien y las justas aspiraciones de todo Oriente Medio».
He aquí lo que, al final de la Audiencia, el Papa dijo a los peregrinos y fieles de lengua portuguesa allí presentes:
«Amados hermanos y hermanas, durante mi reciente visita al Líbano, la multitud de los creyentes tuvo oportunidad de reflexionar, dialogar y sobre todo rezar juntos –guardo en el corazón el entusiasmo de millares de jóvenes libaneses y de los países vecinos–, renovando su compromiso de fundar la propia vida en Cristo, permanecer anclados en el Evangelio y caminar unidos en la Iglesia.
Como hoja de ruta para el camino, les dejé la Exhortación Apostólica Post-Sinodal «Ecclesia in Medio Oriente», cuya entrega constituía el objetivo principal de mi viaje.
Sabiendo de los sufrimientos y dramas que se vive en aquella Región, quise asegurar mi solidaridad y mi apoyo a las legítimas aspiraciones de aquellas amadas poblaciones, con un mensaje de aliento y de paz; el mismo que el Señor resucitado dejó a sus discípulos, sintetizado en estas palabras: «Os doy mi paz».
Me parece haber llegado el momento de todos dar juntos un testimonio sincero y decidido contra las divisiones y la guerra.
Queridos amigos y hermanos de lengua portuguesa, que hoy participáis en este encuentro con el Sucesor de Pedro: ¡Gracias por vuestra presencia!
A todos saludo, especialmente a los grupos brasileños de San Pablo, confiando a vuestras oraciones el «pequeñito rebaño» de los cristianos de Oriente Medio, para que permanezcan fieles a los compromisos asumidos y que son también vuestros.
«¡Para vosotros y vuestras familias, mi Bendición!»
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