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El corazón perenne de San Francisco de Sales

Redacción (Jueves, 24-01-2013, Gaudium Press) Corría el año 1622, cuando las jóvenes hermanas Visitandinas reciben la visita de su Fundador, en la ciudad de Lyon, Francia.

El venerable San Francisco de Sales, padre y orientador de esta nueva institución, juntamente con el auxilio de Santa Juana de Chantal iniciara en el año 1615, en esta ciudad, su segundo Monasterio.

Con el título de Santa María del Bello Corazón, varias jóvenes allí se dirigían deseosas de una vida virtuosa y santa.

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Monasterio de la Visitación en Treviso, Italia

La visita esta vez, sería breve… y allí San Francisco de Sales entregaría su alma a Dios y pronunciaría sus últimas palabras. Hospedado en un pobre cuarto, de la casa del jardinero del convento, es acometido por una enfermedad y el día 26 de diciembre fallecía, para tristeza de sus hijas.

Minutos antes, sin embargo, de sus labios oirían las siguientes palabras: «Mis hijas, yo os dejo mi espíritu y mi corazón os doy como señal de mi afecto».

Y realmente esta promesa se cumplió al pie de la letra. El cuerpo de San Francisco de Sales fue trasladado para Annecy, Francia, donde hasta hoy se encuentra. Y su corazón permaneció en Lyon bajo el cuidado de las hermanas.

Después de la muerte, de San Francisco de Sales, su corazón fue removido y puesto en un relicario provisorio de plomo y envuelto por un tejido de terciopelo negro y colocado sobre el altar del Monasterio. Varios días después, pasaba por Lyon el confesor del santo y pedía ver la reliquia. La Madre al remover el tejido percibió que el corazón continuaba con el mismo color y frescor, como del día 29 de diciembre. Y notó que del corazón emanaba un líquido precioso y exhalaba un suave perfume.

Comenzaban así los milagros: el primero de ellos se dio con el rey Luis XIII, que al borde de la muerte, fue curado milagrosamente al tocar y besar la preciosa reliquia. Y de esta manera, sucesivamente, innúmeras otras personas fueron beneficiadas.

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Relicario conteniendo el corazón del Santo

El Santo Padre oyendo tales milagros, creyó mejor exigir que las hermanas guardasen el corazón en un cajón de madera, prohibiendo cualquier manifestación pública de veneración, bajo pena de excomunión, hasta que la Santa Sede, estudiase la vida de este eximio y santo obispo.

Pasó tres años escondida la reliquia y en el día de la beatificación de San Francisco de Sales el corazón continuaba como antes.
Infelizmente algunas hermanas con recelo de perderlo, creían que el líquido que de él emanaba haría que un día él desapareciese completamente y resolvieron colocarlo al sol. Esto hizo que el corazón quedase un poco reseco pero continúa, aunque en cantidad menor, su trasudación y su perfume se conservó sin ninguna alteración.

Con la Revolución Francesa, el corazón de San Francisco de Sales, estuvo en riesgo. Un decreto del Municipio exigía que las hermanas entregasen la reliquia, alegando que era un bien patrimonial del monasterio y que debería ser dado al gobierno.
Las hermanas supieron actuar con astucia y proteger este precioso tesoro, llegando a abandonar su tierra natal y huir a Italia. Tuvieron que caminar horas y días, enfrentar tempestades y peligros, sin conocer la lengua…una verdadera epopeya.
Quien visita la ciudad de Treviso, al norte de Italia, a pocas horas de Venecia, podrá venerar la preciosa reliquia.

El 26 de enero de 1923, Su Santidad el Papa Pío XI declaraba a San Francisco de Sales protector de los escritores católicos.

 

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