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El Cónclave y su historia

Ciudad del Vaticano (Lunes, 04-03-2013, Gaudium Press) El Dr. Ambrogio Piazzoni, vice-prefecto de la Biblioteca del Vaticano, autor de varios libros, incluyendo una Historia de las elecciones papales (Piemme 2005) expuso cuáles son los procedimientos para el Cónclave en los días de hoy.

Piazzoni explicó que las reglas seguidas por la Iglesia para la elección de un nuevo pontífice fueron siendo construidas a lo largo de 1200 años, siendo que durante ese período los sucesores de Pedro eran electos de las más diversas formas.

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Al inicio de la Iglesia los Papas eran escogidos por las comunidades cristianas y por los habitantes de Roma. Alrededor del siglo X, las autoridades civiles comenzaron a tener gran influencia en la elección del nuevo Pontífice.

«Imaginen que reyes y emperadores tenían el derecho de presentar o vetar los candidatos al Pontificado», resaltó el vice-prefecto de la Biblioteca del Vaticano. Ese fue el famoso período conocido como guerra de las investiduras, cuando varios antipapas surgieron anteponiéndose al verdadero pontífice.

Debido al gran peso del poder político en la elección del sucesor de Pedro, fue hecha una reforma que estableció que el electorado fuese compuesto solamente de Cardenales.

El Papa Nicolás II, definió en su bula «In Nomine Domini» que solamente Cardenales-Obispos podrían participar de la elección.
Alejandro III en 1179 extendió la elección a todos los Cardenales, siendo que el electo debería tener un mínimo de dos tercios de los votos; esa última condición es válida en nuestros días.

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Solamente en 1274 la Iglesia tuvo el primer Cónclave oficialmente reconocido. El Papa Gregorio X, a través de la constitución apostólica «Ubi periculum», estableció que los Cardenales electores deberían reunirse en una sala del palacio del fallecido pontífice, diez días después de la constatación de su muerte, y allí permanecer aislados.

Caso el Papa no hubiese sido electo después de tres días desde el inicio del Cónclave, la refección de los Cardenales era reducida a apenas una opción de la lista de alimentos, y si después de cinco días la duda sobre quién sería el nuevo Pontífice persistiese, la comida era reducida a pan, agua y vino. Eso era realizado a fin de evitar que el período de Sede Vacante se prolongase, como ocurrió una vez en Viterbo, cuando la reunión duró 33 meses.

Ante varios intentos de modificar las reglas que regían la elección de un Papa, Gregorio XVI (1621-1623) publicó dos Constituciones, en las cuales enfatizaba el Cónclave, el Claustro, la mayoría de dos tercios y el voto secreto, pues hasta entonces los votos eran manifestados de modo abierto.

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Los soberanos católicos tenían el poder de vetar algunos Cardenales indeseados. Eso ocurrió hasta el año 1904, cuando el Papa San Pío X, a través de la Constitución «Commissum nobis», abolió el derecho de veto de las naciones católicas.

En 1970, el Papa Pablo VI definió que los Cardenales que tenían el derecho de votar y de participar del Cónclave deberían ser solamente los que todavía no habían cumplido ochenta años de edad. Además, el pontífice también estableció que el número máximo de Cardenales electores era de 120. Ambas determinaciones son seguidas actualmente.

El Papa Juan Pablo II publicó en 1996 el documento «Universi dominici gregis». A través de ese escrito, el pontífice estableció el lugar para la clausura de los Cardenales (la Domus Sanctae Marthae), eliminó la posibilidad de elección por aclamación y por comprometimiento (en desuso hace varios siglos) y también creó una función espiritual para los Cardenales que cumplieran 80 años. Ellos pueden participar de las fases preliminares de la elección y conducen las oraciones de la Iglesia universal.

Antes de efectuar su renuncia el Papa Benedicto XVI escribió un documento modificando algunos trechos del decreto de Juan Pablo II. De entre las principales modificaciones están la posibilidad de adelanto o atraso del Cónclave, dependiendo únicamente de la presencia de todos los Cardenales electores en el Vaticano. (EPC)

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