jueves, 28 de marzo de 2024
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"Pon, Señor, un guardia en mi boca"

Redacción (Martes, 05-03-2013, Gaudium Press) Deseoso de obsequiar a sus amigos con un banquete, el filósofo Xanthus encargó a su esclavo Esopo de comprar en el mercado lo que había de mejor.

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Por el camino iba Esopo pensativo:

– Tengo que ayudar a mi amo, pobrecito, el punto débil de él es la lengua, solo dice bagatelas y nunca glorifica a Dios con sus labios. ¡Ahhh, ya sé!!!

Esopo compró lenguas y las condimentó con excelente salsa.

Los invitados elogiaron al principio los manjares, pero, al final, se cansaron de tanta lengua. Xanthus, furioso, dijo al esclavo:

– ¿No te encargué que comprases lo que había de mejor?

– Pero, mi señor, ¿qué hay mejor que la lengua? Con ella podemos proclamar el bien y hablar para edificación del prójimo, rezar, expandir la fe, dar buenos consejos y cantar alabanzas a Dios. ¡Para cuántas cosas ella es útil!

– Pues bien, dijo Xanthus – que creyó haber puesto a su esclavo en apuros – entonces comprarás mañana todo lo que haya de peor. Pues, si para ti lo que hay de bueno es lengua, lo que hay de peor debe ser un poco mejor.

– Está bien, respondió el esclavo, haré eso con todo gusto.

Al día siguiente Esopo compró más lenguas, y se justificó delante de su señor, diciendo:

– ¡La lengua es lo peor que hay en el mundo! ¡Es la madre de la calumnia, de la crítica, de la mentira! ¡Es el órgano del terror! Además, es usada para proferir palabras ociosas, banales, palabras de vanidad, murmuraciones… Si no es bien empleada, trae innúmeros males.

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Relicario con la lengua incorrupta de San Antonio de Padua

El Espíritu Santo dice «En el mucho hablar, no faltará la culpa» (Pr 10, 19). San Santiago afirma: «Si alguien no cae por palabras, este es un hombre perfecto» (St 3, 2). Y todavía en el Eclesiástico: «Bienaventurado quien no peca con la lengua» (Eclo 25, 11).

No se trata de estar siempre callados, sino simplemente reflexionar antes de hablar. San Ambrosio dice: «O calla, o di cosas mejores que el silencio».

Dejamos aquí una pregunta: ¿Cuáles los asuntos de nuestras conversaciones? ¿Hacemos como Xanthus, pronunciando palabras ociosas y banalidades? Recordemos que la lengua es un excelente instrumento para glorificar a Dios y practicar la caridad. Sepamos, entonces, usarla convenientemente.

Por Aline Karolina de Souza Lima

 

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