viernes, 29 de marzo de 2024
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"El problema es que nosotros nos cansamos de pedir perdón": Papa Francisco en el Ángelus

Ciudad del Vaticano (Domingo, 17-03-2013, Gaudium Press) Ya para las 12 del mediodía, hora de inicio del primer Ángelus del Pontificado del Papa Francisco, la Plaza de San Pedro estaba completamente llena, y los peregrinos que iban llegando por todas las vías de acceso, particularmente por la vía Ottaviano, buscaban alcanzar no directamente la Plaza vaticana sino la Via della Conziliazione que da directo a la Plaza de San Pedro, para poder, si no ver, por lo menos tener algo de contacto físico con el Papa.

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Papa Francisco, desde su apartamento, en el primer Ángelus de su Pontificado – Foto: Gustavo Kralj / Gaudium Press

 

Era el primer contacto del pueblo romano, y de los miles de peregrinos presentes por estos días en la ciudad eterna, con el Papa Francisco en un rezo del Ángelus dominical. Se calculan en cerca de 200.000 personas las presentes. El tema del Ángelus, muy apropiado para iniciar una relación de ‘amistad’: el comentario del Papa al evangelio del día sobre la mujer adúltera.

«Estoy contento de que este encuentro con vosotros sea en domingo; este es un día para que nosotros los cristianos nos saludemos, hablemos, como lo estamos haciendo aquí, ahora, en esta plaza grande, que gracias a la medida, tiene las dimensiones del mundo», inició dando la bienvenida el Papa.

«El rostro de Dios es el de un Padre misericordioso que siempre tiene paciencia (…) No se cansa de perdonarnos si sabemos volver a Él con el corazón contrito. Grande es la misericordia del Señor». «Si Dios no perdonase tanto, el mundo no existiría», afirmó el Santo Padre, resaltando ese atributo esencial de la divinidad que es su capacidad de perdón.

El Papa y la Virgen de Fátima

El Papa, continuando con sus comentarios espontáneos que va intercalando a los textos que lleva preparados por escrito, incluyó un recuerdo personal, de una peregrinación de una imagen de la Virgen de Fátima: «¡Es hermoso, lo de la misericordia! Recuerdo, cuando apenas era obispo, en 1992, llegó a Buenos Aires la Virgen de Fátima y se hizo una gran misa para los enfermos. Fui a confesar, a aquella misa. Y casi al final de la misa me levanté porque tenía que administrar una confirmación.

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Vino hacia mí una mujer anciana, humilde, muy humilde, de más de ochenta años. La miré y le dije: ‘Abuela – porque allí llamamos así a los ancianos- abuela, ¿se quiere confesar?’ ‘Sí», me dijo. «Pero si usted no ha pecado…» Y ella me dijo: «Todos tenemos pecados’… ‘Pero el Señor ¿no la perdona?’ ‘El Señor perdona todo’ me dijo, segura. ‘Pero, ¿cómo lo sabe usted, señora?’. ‘Si el Señor no perdonase todo, el mundo no existiría’. Me entraron ganas de preguntarle: ‘Dígame, señora, usted ha estudiado en la Universidad Gregoriana?’, porque esa es la sabiduría que da el Espíritu Santo: sabiduría interior de la misericordia de Dios. No olvidemos esta palabra: ¡Dios nunca se cansa de perdonarnos, nunca!».

Dios no se cansa de perdonarnos, es el hombre el que se cansa de acudir a Dios para implorar su misericordia: «Bueno, el problema es que nosotros nos cansamos de pedir perdón! Pero Él nunca se cansa de perdonar; somos nosotros los que, a veces, nos cansamos de pedir perdón. Y no tenemos que cansarnos nunca, nunca. Él es el Padre amoroso que perdona siempre y cuyo corazón está lleno de misericordia para todos nosotros. Tenemos que aprender a ser más misericordiosos con todos. Invoquemos la intercesión de la Virgen María, que ha tenido en sus brazos a la Misericordia de Dios hecho Hombre».

Finalmente el Pontífice saludó a los peregrinos presentes, venidos «de varias partes de Italia y del mundo, así como a aquellos que se unen a nosotros a través de los medios de comunicación», tras lo cual, se escuchó la ovación de la feligresía.

Gaudium Press / Saúl Castiblanco

 

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