martes, 19 de marzo de 2024
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El Santo Padre concluye mes mariano con el Rezo del Santo Rosario

Ciudad del Vaticano (Sábado, 01-06-2013, Gaudium Press) El final del mes de mayo, tradicionalmente dedicado a la Santísima Virgen María, estuvo marcado en la Santa Sede con el Rezo del Santo Rosario presidido por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro. La imagen de la Madre de Dios recorrió en procesión la plaza y, tras la oración en honor a la Santísima Virgen, el Santo Padre realizó una meditación e impartió su Bendición Apostólica.

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El Santo Padre Francisco, durante el rezo del Santo Rosario en el Vaticano. Foto: Radio Vaticano.

El Pontífice destacó en sus palabras tres cualidades de la actitud de la Madre de Dios en su visita a Santa Isabel, festividad litúrgica que cerró el mes de mayo: la escucha, la decisión y la acción. Según el Papa, estas palabras «indican un camino también para nosotros frente a lo que nos pide el Señor en la vida».

Escucha y decisión

La virtud de la escucha tiene un sentido profundo en la Nuestra Señora: «no es un simple «oír» superficial, sino es «la escucha», acto de atención, de acogida, de disponibilidad hacia Dios», describió el Santo Padre. «No es el modo distraído con el cual nosotros nos ponemos delante del Señor o ante los otros: oímos las palabras, pero no escuchamos realmente. María está atenta a Dios, escucha a Dios».

Además de este contacto con Dios, la Santísima Virgen está atenta a las condiciones de la realidad y las necesidades humanas, sin quedarse sólo en lo superficial, » sino que va a lo profundo, para captar el significado», comentó el Pontífice.

Esta doble escucha de la Santísima Virgen, a la voz de Dios y a los acontecimientos y necesidades, le permite tomar las decisiones , como lo evidencia su firme respuesta al Arcángel Gabriel «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» o, de una forma más cotidiana, su materna solicitud en las Bodas de Caná. «Aquí también se ve el realismo, la humanidad, lo concreto de María, que está atenta a los hechos, a los problemas», comentó el Papa Francisco; «ve y comprende la dificultad de aquellos dos jóvenes esposos a los que viene a faltar el vino de la fiesta, reflexiona y sabe que Jesús puede hacer algo, y decide dirigirse al Hijo para que intervenga: «Ya no tienen vino»».

El Santo Padre comparó esta actitud con la dificultad que para muchas personas representa tomar decisiones, a menudo posponiéndolas o dejándose llevar por las personas o las circunstancias. «María en la anunciación, en la Visitación, en las bodas de Caná va contracorriente; se pone a la escucha de Dios, reflexiona y busca comprender la realidad, y decide confiarse totalmente en Dios», explicó. «Decide visitar, aun estando embarazada, a la anciana pariente, decide confiarse al Hijo con insistencia, para salvar la alegría de la boda».

Actuar con prontitud

«María salió de viaje y «fue sin demora»», destacó el Papa, citando el Evangelio de San Lucas. Aunque la Santísima Virgen no demuestra ninguna prisa en su oración y contacto con Dios, ni se deja dominar por los acontecimientos, «cuando tiene claro qué cosa Dios le pide, lo que tiene que hacer, no tarda, no retarda, sino que va «sin demora»», expresó Su Santidad. Las actos de obediencia y de caridad de María no son postergados, lo cual recordó al Santo Padre la frase de San Ambrosio: «La gracia del Espíritu Santo no comporta lentitudes».

Nuevamente, su ejemplo cuestiona al hombre de hoy: «A veces, también nosotros nos paramos a escuchar, a reflexionar sobre lo que deberíamos hacer, quizás también tenemos clara la decisión que tenemos que tomar, pero no pasamos a la acción», predicó el Papa Francisco. «Y sobre todo no nos ponemos en juego a nosotros mismos moviéndonos «sin demora» hacia los otros para llevarles nuestra ayuda, nuestra comprensión, nuestra caridad», exhortó el Santo Padre. Los cristianos deben, como María, llevar con prontitud «lo que tenemos de más precioso y que hemos recibido, Jesús y su Evangelio, con la palabra y sobre todo con el testimonio concreto de nuestro actuar».

El Santo Padre culminó su reflexión con una oración a la Santísima Virgen, en la cual suplicó que conceda a sus fieles la escucha a la Palabra de Dios y el contacto con las demás personas, en particular las más necesitadas. También pidió su iluminación para las mentes y los corazones, «para que sepamos obedecer a la Palabra de tu Hijo Jesús, sin titubeos; dónanos el coraje de la decisión, de no dejarnos arrastrar para que otros orienten nuestra vida.». Finalmente, el Papa imploró a María la prontitud en la acción para llevar el amor de Jesucristo a los demás e irradiar la luz del Evangelio.

Con información de Radio Vaticano

 

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