sábado, 20 de abril de 2024
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El éxito de la cerveza de los benedictinos de Nursia: Un instrumento para la Nueva Evangelización

Roma (Martes, 27-08-2013, Gaudium Press) Apenas lleva un año de instituida, y la cervecería de los Benedictinos de Nursia, en Italia, es todo un éxito. Allí, al noroeste de Roma, se producen dos cervezas de estilo belga – una «rubia «y una oscura, que tiene un contenido de alcohol del 10 por ciento.

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La implementación de esta fábrica de cerveza fue debidamente planeada. Pero la primera preocupación del Abad fue la espiritualidad de su monasterio. El Padre Cassiam Folsom, americano, quien fundó esta comunidad benedictina en 1998 y es el Prior, empleó varios años de estudio e investigación antes de tomar la decisión de embarcarse en esa hoy exitosa empresa. Esa labor de indagación incluyó visitas del padre Folsom a cervecerías trapenses en Bélgica, para ver cómo esa actividad no interrumpía la vida comunitaria y de oración.

«Si la oración no viene primero, la cerveza va a sufrir», dice el padre Benedict Nivakoff, director de la cervecería Birra Nursia y Sub-prior del monasterio. Y esa eigue siendo el eje principal de la vida de los 18 monjes benedictinos de Nursia, la oración. «Nuestra vida está muy unificada por la liturgia, que forma una especie de esqueleto en torno al cual todo lo demás se concretiza», afirma el padre Folsom.

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Los monjes ya eran destacados por la belleza de su liturgia, que muchas veces realizan según el rito extraordinario de la misa, y por sus cantos gregorianos en latín. Pero esta belleza, también tiene su expresión en la cerveza, asegura el Padre Nivakoff.

«Las personas vienen al monasterio por la cerveza», dice el padre Basil Nixen, el maestro de novicios. Y algunos sólo tienen ese interés material. Pero muchos de los que van al monasterio terminan dándose cuenta que Dios los llevó a Nursia para que tuvieran un contacto con Él, a través de los benedictinos.

«Aquí en Nursia, estamos en un lugar muy importante para la evangelización», ya que muchos turistas y peregrinos vienen a la ciudad, dice el P. Nixen. «Continuamente compartimos con otros nuestra vida, sobre todo la liturgia».

 

Los monjes no toman la cerveza que producen. «Es demasiado costosa para beberla nosotros mismos», dice el P. Nivakoff. Entretanto, cuando se produce algún error en la fabricación o embotellamiento, esta termina en la mesa de los religiosos, y «nadie queda molesto».

Una de esas pocas ocasiones se dio en la conmemoración del primer año de la cervecería, el pasado 14 de agosto, día en el que los monjes hicieron un «Open House», ofrecieron a los visitantes una degustación de la cerveza y compartieron con ellos la bebida. En muchas circunstancias, dice el padre Nivakoff, «tenemos que predicar el Evangelio sin predicar el Evangelio – sólo a través del ejemplo de la caridad cristiana y ser amable con la gente.»

Con información de Catholic News Service

 

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