jueves, 25 de abril de 2024
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La inocencia, Amira Willighagen, el Divino Niño y la gracia de Dios

Bogotá (Lunes, 23-12-2013, Gaudium Press) En estos días Holanda está conmocionada por un bello ‘huracán’ de apenas 9 años, realmente un encanto de ser humano, llamado Amira Willighagen. Amira participa actualmente del concurso «Holland’s Got Talent», interpretando con su pura y extraordinaria voz arias clásicas como ‘O mio babbino caro’ de Puccini o el ‘Ave Maria’ de Gounod. Personalmente, y sabiendo que con frecuencia las comparaciones son odiosas, consideramos que Amira tiene dotes naturales superiores a la muy talentosa y hoy mundialmente famosa Jackie Evancho.

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Amira no es solo voz, sino también inocencia y mirada. Creemos que no hay corazón, por más endurecido que se encuentre, que no se deje entusiasmar por esta extraordinaria niña. Ella une un talento realmente excepcional -como ya va siendo reconocido por los expertos- a un alma de viva candidez que se manifiesta también en las muchas entrevistas y reportajes que de ella ya se han realizado, en su cortísima carrera de «estrella musical».

«Estrella musical»… Corre por nuestro interior un vivo temor de que el brillante cristal de su inocencia sea manchado, por el fuerte contacto con el mundo que ahora tiene. Lamentablemente son no pocos los casos de esos los que se han deparado con un final no feliz. Ciertamente las almas generosas no dejarán de elevar una oración al cielo por la protección espiritual de esta niña.

Porque al final de cuentas, la inocencia que se expresa en la mirada de Amira con especial fulgor, es en esencia la misma que viven todos los hombres en la aurora primaveril de su vida terrenal. Entretanto, cuán pocos la conservan…

Y es que no nos podemos engañar, ni siquiera con la refulgente mirada de Amira: al tiempo que hay en el ser humano una poderosísima tendencia hacia Dios, y todos sus bellos reflejos en esta tierra, hay también en él incubado el germen de todos los males, el pecado original, que lamentablemente y con mucha frecuencia arrastra a los hombres hacia el abismo.

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Sin embargo, y más en esta época de Navidad, hay para todos la Buena Noticia por excelencia: para el que hombre se re-yerga de su mal o se preserve de él, fue para eso el propio Dios se hizo hombre, y nos dejó su Iglesia y su propia vida divina presente en los sacramentos, en la oración de la Iglesia.

Sí: para que los puros ojos azules de Amira (y los de todos los niños del mundo) sigan siendo cristalinos, nada hay mejor que instruirla en la doctrina cristiana, que enseñarle a hacer oración, enseñarle a amar a la Virgen y acercarla cuanto antes a los Sacramentos.

Así, no solo se preserva la inocencia, sino que el ser humano es elevado a un grado de dignidad inimaginable, el de verdadero Hijo de Dios, hermano del Niño Dios.

Esa fuerza que así nos viene de la gracia, nos fortalece contra nuestros enemigos espirituales internos y externos, y permite vivir en el mundo encantado de la inocencia, sin la cual nadie entrará al Reino celestial. Esa fuerza es tan poderosa, que incluso restaura, aquello que se ha perdido.

Por Saúl Castiblanco

 

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