jueves, 18 de abril de 2024
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En la Casa Santa Marta, Papa pide para que encontremos la misericordia a través del perdón

Ciudad del Vaticano (Martes, 18-03-2014, Gaudium Press) Perdonar para encontrar misericordia, pues este es el camino que trae la paz a nuestros corazones y al mundo, según el Papa Francisco, en la homilía de la Santa Misa celebrada en la mañana de este lunes, en la Casa Santa Marta.

Al comentar la exhortación de Jesús, «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso», el Santo Padre afirmó que «no es fácil entender este comportamiento de misericordia», pues estamos acostumbrados a juzgar.

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«Somos personas que no dan naturalmente un poco de espacio a la comprensión y también a la misericordia», dijo.

Para ser misericordioso, analiza el Papa, son necesarias dos actitudes: La primera sería el «autoconocimiento», o sea, saber que «hicimos muchas cosas malas y que somos pecadores». Y, delante del arrepentimiento, «la justicia de Dios se transforma en misericordia y perdón» para nosotros. Sin embargo, es necesario avergonzarse de los pecados.

«¡Es preciso avergonzarse! Avergonzarse delante de Dios, y esta pequeña vergüenza es una gracia: es la gracia de ser pecador. ‘Yo soy pecador y tengo vergüenza delante de Vos, y os pido perdón. Es simple, pero es tan difícil decir: «Yo pequé’ «, explicó.

La otra actitud para tornarse misericordioso, continuó, sería «ampliar el corazón», porque «un corazón pequeño» y egoísta, es incapaz de misericordia.

Para el Santo Padre, un corazón grande «no condena, sino perdona y olvida», pues Dios se olvidó de sus pecados y los perdonó.
«Ampliar el corazón. ¡Eso es bonito! Sean misericordiosos», exclamó.

Finalizando su homilía, el Pontífice también reforzó que «el hombre y la mujer misericordiosos tienen un corazón grande, amplio», siempre disculpan a los otros y piensan en sus pecados, siendo este el camino de la misericordia que debemos pedir a Dios.

«Si todos nosotros, si todos los pueblos, las personas, las familias, los barrios, tuviésemos esa actitud, cuánta paz existiría en el mundo, cuánta paz en nuestros corazones. Porque la misericordia nos conduce a la paz. Recuerden siempre: ‘¿Quién soy yo para juzgar?’. Avergonzarse y ampliar el corazón. Que el Señor nos dé esta gracia.» (LMI)

 

 

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