viernes, 29 de marzo de 2024
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El matrimonio es también reflejo de las 3 personas de la Trinidad, que viven en unidad perfecta: Papa en la Audiencia General

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 02-04-2014, Gaudium Press) Ante una entusiasta feligresía presente hoy en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco hizo una exposición de la esencia del matrimonio, catequesis con la que concluyó sus exposiciones en las Audiencias generales sobre los sacramentos.

El Santo Padre recordó el texto del Génesis en el que se relata la creación del ser humano. «Dios creó el hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer… Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne». (Gen 1,27; 2,24).

«La imagen de Dios -comentó el Papa- es la pareja matrimonial, el hombre y la mujer, los dos. No solamente el varón, el hombre, no sólo la mujer, no, los dos. Y ésta es la imagen de Dios: es el amor, la alianza de Dios con nosotros está allí, está representada en aquella alianza entre el hombre y la mujer. Y esto es muy bello, es muy bello».

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Foto: Radio Vaticano

El Papa siguió profundizando en la imagen de Dios representada en el matrimonio: «Cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del Matrimonio, Dios, por así decir, se ‘refleja’ en ellos, imprime en ellos los propios lineamientos y el carácter indeleble de su amor. Un matrimonio es la imagen del amor de Dios con nosotros, es muy bello. También Dios, en efecto, es comunión: las tres Personas del Padre, el Hijo y del Espíritu Santo viven desde siempre y para siempre en unidad perfecta. Y es justamente éste el misterio del Matrimonio: Dios hace de los dos esposos una sola existencia. Y la Biblia es fuerte dice ‘una sola carne’, ¡así íntima es la unión del hombre y de la mujer en el matrimonio! Y es justamente este el misterio del matrimonio».

Asimismo el Pontífice recordó el texto de la Carta a los Efesios, en el que San Pablo hace un parangón entre el matrimonio y las relaciones de Cristo con su Iglesia: «San Pablo, en la Carta a los Efesios, pone de relieve que en los esposos cristianos se refleja un misterio ‘grande’: la relación establecida por Cristo con la Iglesia, una relación nupcial (cf. Ef 5 0,21-33). La Iglesia es la esposa de Cristo: esta relación. Esto significa que el matrimonio responde a una vocación específica y debe ser considerado como una consagración (cf. Gaudium et spes, 48; Familiaris consortio, 56). Es una consagración. El hombre y la mujer están consagrados por su amor, por amor. Los cónyuges, de hecho, por la fuerza del Sacramento, están investidos por una verdadera y propia misión, de modo que puedan hacer visible, a partir de las cosas simples, comunes, el amor con que Cristo ama a su Iglesia y continúa dando la vida por ella, en la fidelidad y en el servicio».

El Pontífice no olvida que el «designio maravilloso» del matrimonio, entretanto, «se lleva a cabo en la simplicidad y también la fragilidad de la condición humana. Sabemos muy bien cuántas dificultades y pruebas conoce la vida de dos esposos».
Sin embargo, afirma que «lo importante es mantener vivo el vínculo con Dios, que es la base del vínculo matrimonial. El verdadero vínculo es siempre con el Señor. Cuando la familia reza, el vínculo se mantiene».

El secreto del éxito en el matrimonio

«El secreto es que el amor es más fuerte que el momento en el que se pelea. Y por esto yo aconsejo a los esposos siempre que no terminen el día en el que han peleado sin hacer la paz. ¡Siempre! Y para hacer la paz no es necesario llamar a las Naciones Unidas para que vengan a casa a hacer las paces. Es suficiente un pequeño gesto, una caricia: ¡Chau y hasta mañana! Y mañana se empieza de nuevo. Esta es la vida, llevarla adelante así, llevarla adelante con el coraje de querer vivirla juntos. Y esto es grande, es bello ¿eh? Es una cosa bellísima la vida matrimonial y tenemos que custodiarla siempre, custodiar a los hijos. Algunas veces yo he dicho aquí que una cosa que ayuda tanto en la vida matrimonial son tres palabras. No sé si ustedes recuerdan las tres palabras. Tres palabras que se deben decir siempre, tres palabras que tienen que estar en casa: «permiso, gracias, disculpa». Las tres palabras mágicas».

Permiso, «para no ser invasivo en la vida de los cónyugues»; Gracias, «para agradecer al cónyugue» («la belleza de dar las gracias») y Disculpa.

«Con estas tres palabras, con la oración del esposo por la esposa y de la esposa por el esposo y con hacer la paz siempre, antes de que termine el día, el matrimonio irá adelante. Las tres palabras mágicas, la oración y hacer la paz siempre. El Señor los bendiga y recen por mí», concluyó el Papa.

Con información de Radio Vaticano

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