viernes, 19 de abril de 2024
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El Papa da la fórmula para que el mundo no nos vuelva cristianos diluidos

Ciudad del Vaticano (Lunes, 09-01-2014, Gaudium Press) Ante miles de peregrinos reunidos para escuchar su catequesis en el Ángelus dominical, el Papa Francisco explicó la «fórmula» para evitar que el mundo diluya el espíritu cristiano.

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Foto: Radio Vaticano

El Pontífice recordó el texto de la liturgia del domingo en la que el apóstol Pablo advierte a los Romanos: «No se conformen a este mundo, no sigan los esquemas de este mundo, sino déjense transformar, renovando su modo de pensar, para poder discernir la voluntad de Dios» (Rm 12,2).

El que acepta los dictámenes del mundo se convierte en la sal que no sala; el espíritu del mundo hace que «el cristiano se ‘diluya’, pierda la carga de novedad que viene del Señor y del Espíritu Santo», señaló el Papa.

En sentido contrario, «cuando en los cristianos permanece viva la fuerza del Evangelio, esa puede transformar «los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes de inspiración y los modelos de vida» (PABLO VI, Exort. Ap. Evangelii nuntiandi, 19).

El Papa explicó la necesidad de nutrirse continuamente «de la linfa del Evangelio», leyéndolo y meditándolo todos los días. De esta forma «la Palabra de Jesús estará siempre presente en nuestra vida». El Pontífice recomendó portar siempre el Evangelio consigo.

Misa dominical, ejercicios espirituales, oración

Igualmente es necesaria la participación «en la Misa dominical, donde encontramos al Señor en la comunidad, escuchando su Palabra y recibiendo la Eucaristía que nos une a Él y entre nosotros; y luego son muy importantes para la renovación espiritual las jornadas de retiro y de ejercicios espirituales. Evangelio, Eucaristía y oración, no se olviden Evangelio, Eucaristía y oración: gracias a estos dones del Señor podemos conformarnos a Cristo y no al mundo, y seguirlo en su vida, el camino de ‘perder la propia vida’ para encontrarla (v. 25). ‘Perderla’ en el sentido de donarla, ofrecerla por amor en el amor -y esto comporta el sacrificio, la cruz- para recibirla nuevamente purificada, liberada del egoísmo y de la hipoteca de la muerte, llena de eternidad».

El Papa Francisco concluyó su catequesis, señalando que «la Virgen María nos precede siempre en este camino», e invitando a los presentes a dejarse guiar y acompañar por Ella.

Con información de Radio Vaticano

 

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