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Ora et labora: Innovadores productos que sostienen a comunidades religiosas

New Jersey (Domingo, 12-10-2014, Gaudium Press) La civilización occidental debe una gran parte de su identidad y desarrollo a los principios básicos que un gran Santo de la Iglesia, San Benito de Nursia, quiso imprimir en los hombres que deseaban un seguimiento más perfecto de Dios. Uno de estos principios que identificarían la «Regla de los Monasterios» era la famosa frase Ora et Labora (Ora y Trabaja) que señalaría la búsqueda de un equilibrio entre las capacidades del espíritu y las condiciones y facultades materiales del hombre. Esta norma de conjugar las labores con la oración y la contemplación ha sido aplicado por innumerables monasterios alrededor del mundo y sigue siendo vigente en muchas iniciativas de trabajo, algunas particularmente llamativas.

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Presentación de los productos elaborados por las Hermanas Dominicas en Summit, New Jersey. Foto: Summit Dominicans.

El informativo estadounidense National Catholic Register destacó los creativos emprendimientos de cuatro comunidades religiosas que conjugan el trabajo y la vida consagrada. Ataúdes, jabones, servicios de hospedaje y dulces son algunas de las soluciones que las congregaciones encontraron al reto de competir con innovación en un mercado cada vez más vertiginoso sin perder la identidad y el estilo de vida característico de sus carismas.

Monjes y ataúdes

Un ataúd es un objeto ciertamente simbólico, pero también una necesidad importante. Por tradición y significado espiritual, cada monje de la Abadía de San José en St. Benedict, New Orleans, fabrica su propio ataúd. Con el tiempo, esta habilidad se hizo conocida y las personas comenzaron a pedir a los monjes que elaboraran sus féretros. Hoy en día atienden un promedio de 30 ataúdes mensuales, lo cual es una buena tarea para los 32 monjes de la comunidad, quienes además llevar a cabo sus principales actividades: la formación de seminaristas y los retiros espirituales.

«Con la venta de los ataúdes viene la maravillosa habilidad de hacer apostolado con las personas en un momento difícil de sus vidas, cuando sufren la pérdida de un ser querido», comentó el Abad Justin Brown. «Algunos encuentran consuelo en venir a nuestro taller y ver cómo se elaboran los féretros». Los monjes también desarrollan actividades como la apicultura y tienen una tienda de obsequios.

Jabones por internet

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Trufas elaboradas por los monjes brigitinos. Foto: The Brigittine Monks Gourmet Confections.

La comunidad de Hermanas Dominicas en Summit, New Jersey, atravesaba dificultades económicas acentuadas por nuevas normas laborales hasta que un amigo de la comunidad recomendó la elaboración de jabones como una actividad compatible con su vida religiosa y que podría ofrecer un apoyo financiero. «Planeamos comenzar con cinco tipos de jabones, pero rápidamente se hicieron 20», relató la Maestra de Novicias, Hna. Mary Catharine Perry. «Nuestro favorito permanente parece ser el jabón de lavanda».

Las religiosas organizaron un área del monasterio abierta al público como tienda y habilitaron una herramienta de venta a través de internet donde ofrecen los productos del monasterio, desde libros religiosos hasta el amplio catálogo de jabones, cremas para manos, velas y otros objetos elaborados por la comunidad. El monasterio cuenta actualmente con 17 religiosas de clausura, dedicadas principalmente a la oración. «Aquí estamos primero para Dios, para adorarlo y orar», explicó la Hna. Mary Catharine. Las religiosas además de realizar por turnos la adoración perpetua, practican un Santo Rosario perpetuo y cantan el Oficio Divino.

Hospitalidad y dulces

Una alternativa diferente hallada por el Monasterio de la Santa Cruz en Chicago fue adecuar dos apartamentos para ofrecer estadía a viajeros. Uno de ellos se ubica en un edificio junto al monasterio y otro hace parte de la edificación principal. Los monjes ofrecen como atractivo el ambiente de silencio en medio de la ciudad y la crítica destaca la calidad de los desayunos incluidos en el alojamiento. La iniciativa se enmarca en medio de la tradicional hospitalidad de los monjes benedictinos hacia los viajeros.

Si los benedictinos de Chicago son famosos por sus desayunos, los monjes brigitinos de Amity, Oregon, podrían serlo por sus dulces. Los religiosos de la Orden del Santísimo Salvador desarrollaron estos productos tras haber elaborado productos más perecederos, como tortas de zanahoria. «Uno de nuestros hermanos sugirió que hiciéramoss dulces», lo cual probó ser una buena idea, según relató el Hermano Steven, miembro de la orden. «Nos provee suficiente para sostenernos y para ayudar a otros que pasan necesidad». Los dulces permiten que los religiosos dediquen sus vidas a la oración, la reparación por los pecados del mundo y responder con amor al amor, según el carisma de la comunidad.

Con información de National Catholic Register.

 

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