miércoles, 24 de abril de 2024
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La fuerza de la oración de la Iglesia es capaz de curarnos, dijo el Papa en Casa Santa Marta

Ciudad del Vaticano (Martes, 28-10-2014, Gaudium Press) Hoy en su homilía en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco meditó acerca del Evangelio del día, que narra el nacimiento de la Iglesia y el llamado a los Apóstoles, además de la lectura de San Pablo, que ejemplifica a la Iglesia con un edificio que crece «bien ordenado» sobre sus cimientos. Jesús se retira a orar, después elige a los doce y, al mismo tiempo, acoge y cura a quien trata de tocarlo:

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Foto: Radio Vaticano

«Jesús ora, Jesús llama, Jesús elige, Jesús envía a los discípulos, Jesús cura a la muchedumbre. En este templo, este Jesús que es la piedra angular hace todo este trabajo: es Él quien lleva adelante la Iglesia de este modo. Como decía Pablo, esta Iglesia está edificada sobre el fundamento de los Apóstoles. Este que Él ha elegido aquí: eligió a doce. Todos pecadores, todos. Judas no era el más pecador: no sé quién haya sido el más pecador… Judas, pobrecito, es aquel que se cerró al amor y por esto se convirtió en traidor. Pero todos escaparon en el momento difícil de la Pasión y dejaron solo a Jesús. Todos son pecadores. Pero Él los eligió».

El Papa insistió en nuestra condición de «enraizados» en la Iglesia, de pertenencia a la Iglesia, a pesar de nuestra frágil naturaleza.

«Nosotros somos ciudadanos, conciudadanos de esta Iglesia. Si nosotros no entramos en este templo y formamos parte de esta construcción a fin de que el Espíritu Santo habite en nosotros, nosotros no estamos en la Iglesia. Nosotros estamos en la puerta y miramos: ‘Pero, qué bello… sí, esto es bello…’. Cristianos que no van más allá de la recepción de la Iglesia: sólo allí, en la puerta… ‘Pero sí, soy católico, sí, pero no demasiado… así…».

El Pontífice insistió en la idea de que Jesús no tuvo problema en escoger como una de sus columnas a un pecador, a quien después curó:

«A Jesús no le importó el pecado de Pedro: buscaba su corazón. Pero para encontrar este corazón y para curarlo. Jesús que reza y Jesús que cura, también por cada uno de nosotros. Nosotros no podemos comprender a la Iglesia sin este Jesús que reza y sin este Jesús que cura. Que el Espíritu Santo nos haga comprender, a todos nosotros, esta Iglesia que tiene la fuerza en la oración de Jesús por nosotros y que es capaz de curarnos. A todos nosotros».

Con información de Radio Vaticano

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