martes, 23 de abril de 2024
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Arzobispo de Madrid en la Fiesta de la Virgen de la Almudena: "La Virgen nos enseña a mirarnos entre nosotros de otra manera, como hermanos, pues Ella nos mira como Madre"

Madrid (Lunes, 11-10-2014, Gaudium Press) En una luminosa y fría mañana de Otoño, ayer los madrileños han colmado la Plaza Mayor para participar de la Misa solemne en honor de la Virgen de la Almudena, su Patrona. La celebración fue presidida por el nuevo Arzobispo Metropolitano, Mons. Carlos Osoro Sierra, y concelebrada por el Nuncio Apostólico, Mons. Renzo Fratini, los Obispos Auxilares, Mons. Fidel Herráez, Mons. César Franco y Mons. José Antonio Martínez Camino, S.J., los miembros del Consejo Episcopal, del Consejo Presbiteral y muchos otros sacerdotes.

Las más altas autoridades de la Comunidad y del Ayuntamiento de Madrid, encabezadas por el Presidente D. Ignacio González, y la Alcaldesa Doña Ana Botella de Aznar se hicieron presentes junto a otras autoridades militares y académicas, así como los Hermanos Mayores de la Corte de Honor y de la Esclavitud a la Virgen de la Almudena, así como de varias Cofradías madrileñas y representantes de Casas regionales de varias partes de España.

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Fotos: Archimadrid.org

En su homilía, el Arzobispo señaló que «es la primera vez que, como Arzobispo de Madrid, celebro con vosotros la fiesta de la Patrona de la archidiócesis de Madrid, Nuestra Señora de la Almudena. Gracias Señor por este regalo que me haces en los primeros días de comienzo de mi ministerio episcopal, acercando a tu Santísima Madre una vez más a mi vida y a la vida de quienes viven en Madrid. Quiero deciros con fuerza y convicción las palabras del Señor: ‘Todo lo hago nuevo’. Y la novedad hoy nos la explica a través de su Madre. Gracias al Cardenal-Arzobispo emérito de Madrid, D. Antonio María Rouco por su trabajo en el acrecentamiento de la devoción a Nuestra Señora de la Almudena, en sus años de ministerio episcopal en Madrid; Ella le pagará con creces las muestras que ha tenido de amor hacia María».

Las 3 miradas de la Virgen

Mons. Osoro comentando la proclamación del Evangelio quiso referirse a tres Miradas de la Virgen, que son la Mirada a María que desató el nudo del pecado; la Mirada de María testigo privilegiado de Jesucristo y también la Mirada de María que provoca acogida y anuncio.
Con voz potente y clara D. Carlos Osoro explicó «que la Mirada a María que desató el nudo del pecado: La fe de María desata el nudo del pecado. ¿Qué significa esto? El nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató Eva por su falta de fe, lo desató la Virgen María por su fe. ‘Jesús, al ver a su Madre, y cerca al discípulo que tanto quería…’. Es la mirada de Jesucristo a María y al discípulo amado en el que estábamos todos nosotros… … La mirada del Señor a su Madre y a nosotros es un regalo, no es algo que se pueda comprar, es gracia, es amor total y pasión absoluta por el hombre. Para que el hombre llegue a tener la plenitud que en el fondo de su corazón desea y busca».

Explicando la segunda Mirada de María testigo privilegiado de Jesucristo, el Arzobispo explicó el pasaje: «Mujer, ahí tienes a tu hijo».

«Agradecemos a Dios su mirada en nuestras historias personales, la misma mirada que tuvo al discípulo a quien tanto quiso el Señor. Son historias con problemas, con tristezas y alegrías, con esperanzas y desesperanzas. Pero la mirada de María es mirada de consuelo en el largo camino de la historia de cada ser humano y en nuestra historia colectiva. Es la mirada de quien ha sido la testigo más cualificada, porque entre otras cosas es la más conocedora de Dios, la que más intimidad ha tenido con Dios. En la mirada de la Virgen María, tenemos un regalo permanente, es el regalo de la misericordia de Dios, que la miró desde la cruz y la enseñó a mirar a todos los hombres con el mismo amor de Él, en las situaciones reales en las que viven, para hacerles llegar el amor mismo de Dios. La Virgen nos enseña a mirarnos entre nosotros de otra manera, como hermanos, pues Ella nos mira como Madre. Aquí, en esta Plaza y en todos los lugares en los que nos ven o escuchan, hay hombres y mujeres de todas las edades con un título único: hijos en el Hijo, hermanos con el Hermano. Es la mirada que rescata, que acompaña y que protege. Es la mirada de quien nunca abandona a nadie».

Sobre la crisis en España

Comentando la crisis actual de España y de Europa, enseñó Mons. Osoro Sierra que «la crisis económica hizo y hace sufrir a muchas familias, a ancianos, adultos, jóvenes y niños. Pero nos ha hecho ver también que hay una crisis más profunda, que nos pide una renovación por dentro, en la raíz de nuestra existencia: hay que renovar al hombre por dentro, hemos de nacer de nuevo. Sí, nos pasa como a Nicodemo, a quien Jesús le ofrece nacer de nuevo. No importa la edad. Hoy, en María, Jesús nos ofrece nacer de nuevo. La situación que viven los hombres y la humanidad en todas las latitudes de la tierra lo necesita. Es cierto también que esta situación de crisis profunda, que incluye la económica, y que tiene aspectos más profundos, ha puesto a prueba el corazón y el alma de tantos que han salido a los caminos de los hombres para ayudar a quienes más necesitaban, mostrando el rostro generoso y solidario de personas, instituciones y familias. Que nada se nos interponga a la mirada de María, que nadie nos oculte esta mirada, que nadie intente robar esta mirada».

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La tercera Mirada de María que quiso comentar D. Carlos fue la que provoca acogida y anuncio: «‘Ahí tienes a tu Madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa’. Tal día como hoy, precisamente en la fiesta de la Almudena, hace veinticinco años, caía el muro de Berlín. Un muro que separaba a los hombres, que hacía vivir en enemistad, en exclusión y en desencuentro. Un muro que no basta romperlo físicamente: hay que romper los muros que habitan en nosotros, que están construidos dentro de nosotros. De ahí la urgencia de acoger y anunciar a Jesucristo, como nos lo enseña la Virgen María. Esto es lo que hizo el discípulo amado, San Juan. Esta acogida y anuncio de María, que hizo del discípulo amado y hace de todos los hombres, es la que rompe muros y estrecha relaciones construidas con el amor mismo de Dios, que se nos ha revelado en Jesucristo y de la que María es testigo. Recordemos hoy a un hombre excepcional que tuvo en su vida la cercanía de la Virgen María: me refiero a San Juan Pablo II; él vivió con especial valentía y audacia su vida con la ayuda de la Virgen María. Él nos invitó a construir la civilización del amor, como hoy el Papa Francisco nos invita a construir la cultura del encuentro, a romper los muros que nos separan y dividen, acogiendo a Jesucristo. Nuestra Señora de la Almudena, en el relato del muro de la Vega, bella evocación medieval, nos invita a derribar muros de separación entre los hombres, a construir y hacer puentes para construir una cultura del encuentro. Para hacer esto Ella, hoy, nos regala su mirada. Madrileños, no os dejéis robar la mirada de la Virgen, que es mirada de ternura, que fortalece por dentro y por fuera, mirada que nos hace hermanos y solidarios».

«Santa María de la Almudena: tenemos necesidad de estas tres miradas», continuó el Arzobispo, recordando también que «tenemos necesidad de que nos regales tu mirada, la que te regaló tu Hijo Jesús y que tú regalaste a Juan el Apóstol, y que él vivió anunciando a Jesucristo. San Juan, cuando te recibió en su casa, en su vida, acogió tu mirada. Danos tu mirada, esa que tú tienes y que regalaste a todos los hombres el día que dijiste ‘sí’ a Dios, el mismo día que pronunciaste ‘hágase en mí según tu palabra’. Cuando prestaste tu vida y te convertiste en una vasija preciosa para contener sólo a Dios, en ti y por obra del Espíritu Santo, Dios se hizo presente entre los hombres y tomó rostro humano. Tienes pasión por darnos vida, alegría, por romper muros que nos separan y excluyen, por crear esa unidad y comunión que solamente es posible cuando nos unimos desde esa hondura que nos funda y nos hace ser hijos de Dios y, por eso, hermanos… … No es fácil vivir como hermanos, pero te lo pedimos de corazón, necesitamos vivir así, como el aire que respiramos o el agua que nos abreva la sed; que nunca nos falte el clima de hermanos que se ayudan los unos a los otros y en donde nadie pasa necesidad, porque lo mucho o lo poco que tenemos lo ponemos a disposición de los que más lo necesitan».

Tuvo el Arzobispo Osoro un recuerdo para el párroco de Bullas, D. Miguel Conesa y 12 de sus feligreses que murieron en un accidente de tráfico al regresar a la Comunidad de Murcia la noche del sábado, de una peregrinación que habían hecho a La Aldehuela, Madrid al sepulcro de Santa María Maravillas de Jesús, OCD.

Terminada la Misa se realizó la Procesión de la Virgen de la Almudena desde la Plaza Mayor hasta la Catedral siendo acompañada por millares de madrileños.

Gaudium Press / José Alberto Rugeles

 

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