viernes, 29 de marzo de 2024
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Congreso en Roma trató sobre el sigilo en el confesionario y la privacidad pastoral

Roma (Lunes, 17-11-2014, Gaudium Press) La Penitenciaria Apostólica realizó el Congreso titulado «El sigilo del confesionario y la privacidad pastoral». El evento contó con la participación del Cardenal Mauro Piacenza.

El purpurado hizo un pronunciamiento durante la apertura del Congreso en el cual recordó el compromiso de la Penitenciaria Apostólica por sensibilizar tanto los sacerdotes cuanto los fieles laicos a redescubrir la importancia del Sacramento de la Confesión.

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Mons. Piacenza afirmó también que el Tribunal Apostólico constituido para lidiar con las cuestiones relativas al fuero interno conoce muy bien «el inestimable valor moral y espiritual del secreto sacramental, de la reserva, la inviolabilidad de la consciencia y sus impactos positivos en la vida de cada fiel».

«La celebración de este sacramento requiere una adecuada y actualizada preparación teológica, pastoral y canónica para que todos aquellos que se aproximan al confesionario puedan experimentar los efectos pacificadores y saludables del perdón incondicional de Dios», resaltó.

Abordando la cuestión del secreto de la confesión y la privacidad pastoral, el Cardenal Piacenza explicó que es necesario primero disipar toda sospecha sobre el sigilo del sacramento.

Según el prelado, «todo el mundo tiene secretos personales, que son confiados solamente a personas confiables y discretas», y lo que se espera es que «estos no sean violados o traicionados por interferencias de terceros o por superficialidad o falta de preparación».

En su opinión, es en este contexto que están inseridas las razones por las cuales «grandes y saludables son los efectos que con el secreto y la reserva desean proteger y custodiar para preservar la fama y la reputación de alguien o respetar derechos de individuos y de grupos».

«Objetivo del secreto, tanto sacramental, como extra sacramental, es proteger la intimidad de la persona, o sea, custodiar la presencia de Dios en lo íntimo de cada hombre.»

Por este mismo motivo, «quien viola esta esfera personalísima y ‘sagrada’, realiza no solamente un acto de injusticia, un delito canónico, sino un verdadero y real acto de impiedad», advirtió.

«¡Cuántos verdaderos y reales milagros de la gracia de Dios ocurren en el secreto de un confesionario, en el coloquio confidencial que caracteriza la relación de acompañamiento espiritual, en lo íntimo del corazón que aunque herido por el mal, se abre a la verdad del amor de Dios!», concluyó. (EPC)

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