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La "matriz de flash", el "cono del Fujiyama" y el origen de las civilizaciones

Redacción (Miércoles, 19-11-2014, Gaudium Press) A lo largo de su vida Plinio Corrêa de Oliveira se valió de diversos términos para ejemplificar una importantísima realidad psicológica y espiritual, que es la tendencia innata del ser humano rumbo a lo maravilloso, a partir de la realidad creada, inclinación que debe ser preservada y nutrida, pues es fundamentalmente la tendencia hacia Dios.

Por ejemplo cuando definía la «matriz de flash» como una «idealización», como «algo de irreal que el alma imagina, y que nunca existió, y que ni debe existir, y que es la idea que ella hace tan idealizada de las cosas» (cfr. El instinto fundamental del hombre, el «flash» y la «matriz de flash», Gaudium Press) estaba hablando de dicho instinto hacia lo absoluto, particularmente lo Absoluto bello. También se refería a esa tendencia básica cuando hablaba del «cono del Fujiyama».

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Monte Fuji – Foto: Skyseeker

Fujiyama, o Monte Fuji, es la montaña más alta del Japón, con una altura de 3,776 metros sobre el nivel de las aguas. Volcán aún activo, es una prominencia cuasi perfecta, de laderas de suave inclinación en su base que a medida que suben van configurando una bella punta la cual se trunca cuando está a punto de alcanzar el pináculo. El Dr. Plinio decía que ese cono ideal e inexistente del Fujiyama era similar a esa «irrealidad» que ‘sobrevuela’ la realidad de las cosas, irrealidad que aunque está en contacto con la realidad la trasciende siempre rumbo a algo más perfecto. El Dr. Plinio invitaba a buscar el cono del Fujiyama de todas las cosas, como un ejercicio para caminar a la procura de Dios, pues quien idealiza algo en la línea de la perfección, está ya en camino hacia la Perfección Absoluta.

O por ejemplo cuando hablaba del «Príncipe heredero de sí mismo», para poner de presente aquello que cada uno está llamado a ser si correspondiese enteramente al plan divino, si se adecúa enteramente a lo que Dios quería que fuese cuando lo creó, si se configura con la idea ejemplar de cada hombre existente en Dios. Cada uno es un «príncipe», y está llamado a ser su propio príncipe arquetípico. Podríamos hablar también del propio «cono del Fujiyama» que cada uno está llamado a realizar.

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Castillo Viejo de Bomberg – Alemania

Esta tendencia es muy importante, en muchísimos aspectos. Sólo enfocamos uno de ellos, cuando recordamos que de acuerdo a la afirmación del propio Dr. Plinio, «esa idealización hecha por los hombres, cuando es hecha en común bajo la inspiración de la Iglesia, [es] la que constituye una civilización». Las civilizaciones tienen su origen en un «soñar» de los hombres rumbo a una perfección.

Pero el Dr. Plinio no dejó de poner como condición en la anterior aserción «la inspiración de la Iglesia», pues no es cualquier sueño el que construye historia. Es un sueño bajo el influjo de la gracia, que comúnmente viene a través de los canales que nos ofrece la Madre Iglesia, canales que nos conectan con el cielo, con aquello que Dios quiere verdaderamente ver realizado. Es un proceso que podría ser sintetizado como «soñar con gracia», o «soñar + gracia», hacia un mundo ideal, pero no cualquier mundo, no el «mundo de mis caprichos», sino el mundo de mis más puras aspiraciones purificadas en la sangre de Cristo.

De hombres de fe que soñaron esos sueños, nació por ejemplo el gótico, los castillos y las catedrales. En el momento en que muchas cosas amenazan ruina, de esos sueños podrá surgir una nueva civilización cristiana.

Por Carlos Castro

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