martes, 23 de abril de 2024
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En el día de su cumpleaños, el Papa habla sobre el gran don que es la familia

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 17-12-2014, Gaudium Press) Hoy, cuando el Pontífice celebró su cumpleaños 78 junto a los miles de peregrinos que lo acompañaron y lo festejaron en la Plaza de San Pedro, ha dedicado su enseñanza en la Audiencia General a hablar sobre «este gran don que el Señor hizo al mundo desde el principio, cuando confirió a Adán y Eva la misión de multiplicarse y de llenar la tierra. Aquel don que Jesús ha confirmado y sellado en su Evangelio»: la familia. El tratar ese tema se ve excelentemente ambientado con las gracias propias de la época de Navidad.

«Dios ha elegido nacer en una familia humana, que ha formado Él mismo», expresó el Pontífice, mostrando como el propio Dios quiso manifestar su amor a la familia de esa manera. Y allí quiso permanecer durante muchos años, al abrigo de esa familia: «El evangelista Lucas resume este periodo así: ‘…vivía sujeto a ellos’, es decir a María y José». «El camino de Jesús estaba en esa familia. ‘La madre conservaba todas estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres’. (Lc 2, 51-52).

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Foto archivo Radio Vaticano

El Papa remitió a los fieles a hacer una composición de cómo sería la vida de Jesús en el seno de la Sagrada Familia, ante la sobriedad que existe al respecto en el Evangelio:

«Ciertamente estaríamos enternecidos por el relato de cómo Jesús adolescente afrontaba los encuentros de la comunidad religiosa y los deberes de la vida social; en el conocer cómo, cuando era un joven obrero, trabajaba con José; y luego su modo de participar en la escucha de las Escrituras, en la oración de los salmos y en tantas otras costumbres de la vida cotidiana. Los Evangelios, en su sobriedad, no refieren nada acerca de la adolescencia de Jesús y dejan esta tarea a nuestra afectuosa meditación. El arte, la literatura, la música han recorrida esta vía de la imaginación. Ciertamente, ¡no es difícil imaginar cuánto las mamás podrías aprender de los cuidados de María por el hijo! ¡Y cuánto los papás podrían ganar del ejemplo de José, hombre justo, que dedicó su vida a sostener y a defender el niño y la esposa -su familia- en los momentos difíciles! ¡Y no digamos cuánto los jóvenes podrían ser alentados por Jesús adolescente a comprender la necesidad y la belleza de cultivar su vocación más profunda y de soñar a la grande! Y Jesús ha cultivado en aquellos treinta años su vocación por la cual el Padre lo ha enviado, ¿no? El Padre Dios. Jesús jamás en aquel tiempo se desalentó, sino que creció en coraje para seguir adelante con su misión».

La meditación de lo que fue la vida al interior de la Sagrada familia de Nazaret, debe tener como consecuencia la aplicación de esa enseñanza a la vida de las familias cristianas:

«Cada familia cristiana -como hicieron María y José- puede en primer lugar acoger a Jesús, escucharlo, hablar con Él, custodiarlo, protegerlo, crecer con Él; y así mejorar el mundo. Hagamos espacio en nuestro corazón y en nuestras jornadas al Señor. Así hicieron también María y José, y no fue fácil: ¡cuántas dificultades tuvieron que superar! No era una familia fingida, no era una familia irreal. La familia de Nazaret nos compromete a redescubrir la vocación y la misión de la familia, da toda familia. Y como sucede en aquellos treinta años en Nazaret, así puede suceder también para nosotros: hacer que se transforme en normal el amor y no el odio, hacer que se transforme común la mutua ayuda, no la indiferencia o la enemistad. Entonces, no es casualidad, que Nazaret signifique «Aquella que custodia», como María, que – dice el Evangelio «… conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.» (cfr Lc 2, 19-51)). Desde entonces, cada vez que hay una familia que custodia este misterio, aunque esté en la periferia del mundo, el misterio del Hijo de Dios, el misterio de Jesús que viene a salvarnos, está obrando. Y viene para salvar al mundo. Y ésta es la grande misión de la familia: hacer lugar a Jesús que viene, recibir a Jesús en la familia, en la persona de los hijos, del marido, de la esposa, de los abuelos, porque Jesús está allí. Recibirlo allí, para que crezca espiritualmente en esa familia. Que el Señor nos de esta gracia en estos últimos días antes de Navidad», concluyó el Papa.

Con información de Radio Vaticano

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