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San Pablo (Miércoles, 17-12-2014, Gaudium Press) «Se aproxima la Navidad y los cristianos se preparan para recordar, una vez más, el nacimiento de Jesucristo; tiempo de fiestas y regalos, de acciones de bondad y solidaridad… La Navidad es envolvente.»
Fue así que el Cardenal Arzobispo de San Pablo, Brasil, Mons. Odilo Pedro Scherer, inició su más reciente artículo, sobre la Navidad del Señor, subrayando el hecho de que hay todavía muchos que no creen en el poder de la salvación de Dios, pero que a pesar de eso, esa época acaba siendo vista como un «tiempo de renovación de la esperanza» para todos los cristianos.
«La Navidad recuerda que el hombre no está solo en este mundo: Dios vino a su encuentro, entró en su historia de manera sorprendente, tornándose próximo de todo hombre, extendiendo la mano para levantar a los caídos, curar los enfermos, liberar pobres y oprimidos y traer luz y consuelo a los afligidos», escribió.
Según Mons. Odilo, el Adviento, período este que antecede a la Navidad en la Liturgia, nos trae la «tónica de la esperanza», una vez que la «salvación» la cual fue anunciada y esperada «va más allá de aquella que el hombre puede darse a sí mismo y trasciende las capacidades humanas», pues «es ofrecida por Dios al hombre, que solo puede acogerla de corazón agradecido, disponiéndose a cooperar libremente con la obra de Dios».
«Aun así, Dios no entra en la historia del hombre para asumir el lugar de él, sino para ser su compañero, confortarlo y orientarlo en su camino, atrayéndolo suavemente, pero de modo irresistible, para aquellos bienes absolutos que el corazón humano desea y busca, muchas veces sin saberlo».
Continuando, el purpurado dijo que, «al afirmar que el Hijo de Dios se hizo humano y pasó a vivir entre los hombres, la Fe de los cristianos se refiere a algo inaudito», que viene desde el inicio, cuando los cristianos eran conscientes de anunciar «una gran alegría», con base una bella expresión del Evangelio de Navidad.
Siendo así, prosiguió Mons. Odilo, «los cristianos nunca más dejaron de recordar que en Navidad, conmemoramos la maravilla de las maravillas: en Jesucristo. Dios se tornó próximo de cada hombre; tan próximo, que se hizo uno de ellos», mostrando su compasión y misericordia «para los que, en nuestra lógica soberbia, no cuentan y pueden ser descartados», y «a todos extendió la mano para rescatarlos de toda alienación».
«La Navidad nos apunta para lo que es verdaderamente humano. Hacia un recién nacido, se dirigen las atenciones, porque él representa lo nuevo, lo sorprendente… El Papa Francisco habla que es preciso acoger las sorpresas de Dios en las varias circunstancias de la vida, alegres o tristes. Dios es sorprendente y, justo por eso, también es la fuente de la esperanza, una vez que no todo depende solo de nosotros; si viniese a ser realidad apenas aquello que nosotros somos capaces de suscitar, no habría esperanza de superación de nuestros límites», agregó. (LMI)
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