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Guangzhou (Sábado, 24-01-2015, Gaudium Press) Un testigo de excepción del agitado siglo XX y las vicisitudes que aún padece la iglesia en China en el siglo XXI falleció el pasado 20 de enero. Se trata del P. Ye Yaomin, quien vivía en Guangzhou, China, y quien era el sacerdote de mayor edad de su país. Con 105 años, el testimonio del sacerdote era el de un amor a la Iglesia que nunca se extinguió.
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| El P. Ye Yaomin enfrentó las épocas más duras de la persecución en China. En la imagen, una celebración de la Iglesia subterránea. Foto: Oscarlhs. |
El P. Yaomin decidió declinar algunos tratamientos médicos adicionales ante la inminencia de su muerte para terminar la vida entre los suyos en la parroquia de la Inmaculada Concepción. «Nos dijo que la Iglesia era su hogar y que él debía morir en su hogar» comentó la religiosa Chen Jianyin, quien cuidó del presbítero en sus últimas dos décadas de vida.
La vida del P. Yaomin estuvo marcada por acontecimientos históricos de enorme importancia como la caída de los emperadores, las divisiones del país en la formación de la república y la guerra contra Japón. Justamente durante esta guerra, en 1937, fue cuando el P. Yaomin ingresó al Seminario de Hong Kong, donde se formó hasta 1945 para regresar a su natal Guangdong donde fue ordenado sacerdote en 1948.
Las condiciones para la Iglesia cambiaron radicalmente en 1949, tras el ascenso al poder del régimen comunista. Las restricciones a la libertad religiosa llegaron a su punto más alto en la llamada «revolución cultural» y en 1955 el P. Yaomin fue arrestado por recibir noticias de sus compañeros de seminario en Hong Kong, territorio bajo dominio británico. Por este delito, el sacerdote fue enviado a cuidar cerdos en la provincia de Qinghai.
La estancia del P. Yaomin en los trabajos forzados se extendió hasta 1980, cuando se le permitió regresar a su región y pudo finalmente ejercer su ministerio cuando ya tenía 70 años de edad. Ante la oportunidad de recuperar el apostolado suspendido por la presión estatal, el Padre rechazó varias oportunidades de emigrar al extranjero, a las cuales solía responder: «China necesita sacerdotes».
Después de los grandes sufrimientos que soportó a causa de su dignidad sacerdotal, el P. Yaomin ofreció un testimonio espiritual de generosidad y perdón. Solía compartir abundantemente sus bienes, según recuerda la Hna. Chen: «ÉL siempre decía ‘ese era dinero de Dios, no mío, Él simplemente usó mis manos para dar a otros'». Ante una pregunta de un visitante, el P. Yaomín negó que odiara a los comunistas por los años de cautiverio. «No, odiar es en sí mismo un pecado», respondió.
El P. Yaomín falleció en la madrugada del día martes, y su funeral fue celebrado el presente sábado 24 de enero en su parroquia de la Inmaculada Concepción.
Con información de UCA News.
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