jueves, 28 de marzo de 2024
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"La vida gastada en amar no es perdida", afirma el Obispo de Cachoeira del Sur, Brasil

Cachoeira del Sur (Miércoles, 08-04-2015, Gaudium Press) Mons. Remídio José Bohn, Obispo de la Diócesis de Cachoeira del Sur, en el estado de Río Grande del Sur, Brasil, en su más reciente artículo afirmó que la Pascua cristiana celebra la resurrección de Jesús, centro de nuestra fe, que no se reduce a la mera conmemoración de un hecho pasado. Para él, Dios nos llama a morir con Cristo, a liberarnos del hombre corrompido y revestirnos del hombre nuevo para una vida nueva en la gracia y en la santidad.

El Prelado explica que, pasados dos mil años, existen personas que tienen dificultad en entender los valores que Jesús propone, raciocinan de acuerdo con la lógica del mundo en sus artimañas corruptas y no entienden que la vida eterna y verdadera pueda brotar de la cruz. Según él, para ellas la Semana Santa es sinónimo de algunos días libres y la Pascua, es día de regalar huevos de chocolate, haciendo con que la vida pierda su verdadero sentido y que la muerte sea vista como absurdo y derrota.

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Imagen del Resucitado

Pquia. San Sulpicio, Fougeres, Francia

«Mas verdadero discípulo es aquel que está siempre próximo de Jesús. Se identifica con Él y adhiere incondicionalmente a sus valores. En su comunión e intimidad con Jesús, él aprende e interioriza la lógica de Jesús y percibe que la donación y la entrega son un camino de vida. Él está en sintonía total con Jesús, percibe y acepta los valores de Jesús, dispuesto a embarcarse con Él en la lógica del amor y el don de la vida. Se empeña por la causa del reino, porque comprende las señales de la resurrección y sabe que Jesús está vivo», evalúa.

Además, el Obispo resalta que la resurrección de Jesús prueba, precisamente, que la vida plena y la transfiguración total de nuestra realidad finita y de nuestras capacidades limitadas, pasa por el amor que se da, con radicalidad, hasta las últimas consecuencias. Conforme Mons. Bohn, la vida gastada para amar no es perdida ni fracasada, sino es el camino para la vida plena y verdadera, para la felicidad sin fin.

«El cristiano se torna entonces, verdaderamente, alguien que ‘aspira a las cosas de lo alto’, quiere decir, alguien que, aunque viviendo en esta tierra y disfrutando las realidades de este mundo, tiene como referencia última los valores de Dios», completa.

Por último, el Prelado afirma que nuestra Pascua, si vivida en comunión con Cristo, tiene un significado de plenitud y la muerte humana es entendida como la Pascua de un hijo de Dios. Él resalta que nuestra muerte encuentra sentido en la esperanza, pues confiamos en la Palabra del Maestro: «Yo soy la resurrección y la vida, quien cree en mí aunque haya muerto vivirá» (Jn 11,25).

«Por eso, siguiendo la invitación del Papa Francisco, entremos en el misterio de Cristo Salvador, hagamos nuestros sus sentimientos, sus actitudes. Así la nuestra será una Feliz Pascua», concluye. (FB)

 

 

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