jueves, 28 de marzo de 2024
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Penitenciario Mayor de la Iglesia habla en congreso sobre exorcismo y acción del demonio

Roma (Lunes, 20-04-2015, Gaudium Press) El Cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor de la Iglesia Romana, explicó la estrategia que el demonio y el mundo usan contra la Iglesia. El Cardenal habló en la introducción al curso que trata de temas relacionados al exorcismo y acción del demonio promovido por el ‘Instituto Sacerdos’, en la Universidad Europea de Roma, del 13 al 18 de abril pasados.

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Cardenal Piacenza – Foto: Agencia SIC

El Cardenal Piacenza explicó a sus oyentes que «los medios obrados por el demonio para resistir el poder y omnipotencia de Nuestro Señor Jesucristo se evidencian como los mismos medios que el ‘mundo’ usa contra la Iglesia hace dos mil años». Según él, «el silencio delante de las exigencias de la verdad, la justicia y la infinita misericordia de Dios, cuando estas no son relativizadas, negadas, ofendidas o distorsionadas, reivindicar de modo irresponsable derechos inexistentes sea en relación al orden de la naturaleza, sea en relación a la gracia».

Táctica del Diablo

La táctica del maligno, usada por sus secuaces, consiste en «atacar con la mentira a los hijos de Dios y, de modo particular los pastores de la Iglesia, intentando debilitar el anuncio luminoso de la verdad de la creación y la salvación, justificándose con un falso ‘respeto humano’, empuñado como escudo contra el poder purificador de la oración, la verdad de la Encarnación del Verbo y la exigencia de recapitular todas las cosas en Cristo».

Son todavía palabras del Penitenciario Mayor de la Iglesia: «Una buena batalla de la fe, que ve en el ministerio del exorcismo un ámbito de particular intensidad, se realiza viviendo en austeridad y amor, sabiendo que Satanás es el ‘enemigo del género humano’ para que de esta manera podamos servir la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, con la gratitud y la certeza propias del pueblo de los redimidos».

División del mundo por causa del pecado

Sobre la división en el mundo por causa del pecado, Mons. Piacenza afirmó que eso actualmente se traslada en «términos de desorientación doctrinal y moral, comprometiendo así el destino eterno de las personas» lo que «es visible y portando ‘identificable’ justamente en el ministerio del sacerdote exorcista cuando, especialmente en el caso de la posesión, el demonio muestra la propia deliberada e ‘irreversible’ voluntad de matar o poseer, de engañar y robar, de humillar y ofender».

Él, así hablando, está mostrado que la división se origina en el mal y puede ser vista en el mundo occidental secularizado «en todos los ambientes y niveles sociales» inclusive «dentro de un grupo eclesial».

Algo que, para el Cardenal, «goza de todo el apoyo de varios y poderosos medios de comunicación que generan, sin ninguna restricción, una cultura más anti-humana y por tanto profundamente anticristiana».

El pecado y el mal, explicó todavía él, son «obra del diablo, es mortífero y degradante de la naturaleza humana. Ocasiona la separación del ser humano con Dios. Es la división en la cual el demonio ‘homicida desde el comienzo (…) mentiroso y padre de la mentira’ ingresó irremediablemente, idolatrándose y afirmándose desesperadamente contra el Dios absoluto y su santísima voluntad». El ser humano, así, «es substraído del poder unificador de la verdad, separado de la verdad fundamental de su propio ser: en su relación con Dios creador y redentor».

Las palabras finales son una exhortación a los sacerdotes, más especialmente los exorcistas:

Vivir una intensa vida de oración a ejemplo de la Santísima Virgen, teniendo en el centro de todo el misterio la Eucaristía y la Reconciliación.

El Penitenciario Mayor trató, antes de concluir sus palabras, sobre la postura de muchos cristianos que creen que pueden alcanzar la salvación de distintos modos. A ese respecto él dijo que «Dios nuestro Padre no pensó en Cristo como un ‘redentor facultativo’ casi opcional, sino (…) como un salvador substancial e insubstituible. El Plan de Dios creador no es esquizofrénico: todo está unificado en Cristo, en quien subsisten todas las cosas».

«Jesús es entonces el Salvador indispensable para todos los hombres sin excepción», concluyó. (JSG)

De la Redacción, con informaciones Radio Vaticana.

 

 

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