viernes, 29 de marzo de 2024
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"María nos ayuda a desamarrar los nudos que nos incomodan", dice Obispo de Joinville, Brasil

Joinville (Martes, 05-05-2015, Gaudium Press) En su artículo mensual, Mons. Irineu Roque Scherer, Obispo de la Diócesis de Joinville, en el estado de Santa Catarina, Brasil, afirma que estamos en el mes de mayo, dedicado a las flores, las novias y, sobre todo, a María, ejemplo de virtudes. El Prelado destaca que ella posee un título muy estimado por el pueblo, inclusive, por el Papa Francisco: Nuestra Señora Desatadora de Nudos, y, por eso, vamos a conocer un poco de su historia.

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Según Mons. Scherer, el título surgió en 1.700 con una pintura del artista alemán Johann Schmidtner. Él resalta que la pintura, de 1,1 metros de ancho por 1,82 metros de altura, se encuentra en la capilla de St. Peter am Perlach, en Augsburgo, Alemania, hoy custodiada por los padres jesuitas.

Conforme el Obispo, el citado artista pintó el cuadro inspirado en la meditación hecha por San Ireneo, Obispo de Lyon y mártir en el año 202 que, a la luz del paralelismo escrito por San Pablo sobre Adán-Cristo, creó el de Eva-María, diciendo: «¡Eva, por su desobediencia, ató el nudo de la desgracia para el género humano; al contrario, María, por su obediencia, lo desató!».

«Allí fue donde todo comenzó. ¡La devoción a María Desatadora de Nudos, como ustedes pueden ver, ya existe hace 300 años! No se trata de una aparición de la Virgen María a alguien, como ocurrió en Lourdes o en Fátima. Se trata de una devoción respetada como tantas otras existentes en la Iglesia Católica, aunque la Virgen María sea una sola», evalúa el Prelado.

Él cuenta que la devoción llegó al Brasil de la siguiente forma: Un señor de Campinas llamado Denis Bourgerie, gran devoto, encontró a Nuestra Señora Desatadora de Nudos por primera vez viendo el cuadro, y se sintió profundamente tocado. De acuerdo con él, aquella imagen no lo dejó tranquilo por días y días hasta que iniciase la construcción del primer Santuario dedicado a ella.

Mons. Scherer destaca que el Santuario fue construido por laicos, casi sin donaciones, con mucho sacrificio, una vez que el dinero vino de libros escritos por ellos durante años. Conforme él, su imagen fue colocada al lado del altar y, a partir de ahí, día tras día fueron llegando fieles que, al verla, se colocaban de rodillas y se ponían a rezar, alcanzando gracias y haciendo con que el movimiento de peregrinos nunca más parase.

«Hoy se realiza la novena con la aprobación eclesiástica en este santuario y en muchas otras iglesias y lugares de devoción. María, Desatadora de Nudos, escogida por Dios para aplastar con sus pies el pecado, viene a manifestarse como nunca hoy, no solo para darnos empleo, salud, reconciliación en la familia y otras cosas, sino principalmente porque quiere desatar los nudos de los pecados que dominan nuestras vidas, para que, libres de ellos, como hijos de Dios, podamos recibir las promesas que nos están reservadas desde la eternidad. Promesas de victoria, de paz, de bendiciones, de reconciliación», agrega.

Otro aspecto importante mencionado por el Prelado es que el Papa Francisco, devoto de la Santa, llevó también el título a Buenos Aires (Argentina), con tarjetas postales de la imagen donde hay una réplica de la pintura en la Iglesia de San José del Talar, donde los peregrinos acuden el día 8 de cada mes para las novenas, promesas y devociones.

«En su visita al Brasil por ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, Mons. José, el entonces obispo de Blumenau, le ofreció una imagen de Nuestra Señora Desatadora de Nudos, y él quedó muy satisfecho y admirado de su difusión en Brasil», completa.

Por último, Mons. Scherer afirma que María Desatadora de Nudos es uno de los tantos títulos con los cuales María, Madre de Jesús y nuestra Madre, es honrada, pues en Lc 1, 45; 48, encontramos la profecía: «Y todas las generaciones me llamarán Bienaventurada». Para él, la Virgen María como la más sublime de todas las criaturas de Dios, y por su excelsa posición, posee muchísimos títulos en los cuales es invocada, venerada y amada.

«María Santísima vivió en nuestro mundo. Muchas veces fue discriminada, incomprendida, sufrió mucho, pero siempre se mantuvo fiel a Dios, como la sierva del Señor (Lc 1,38) y, hoy, en el cielo junto a Dios, nos ayuda a desamarrar los tantos nudos que nos incomodan para concedernos una vida calma y tranquila, en la libertad y la paz», concluye. (FB)

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