viernes, 29 de marzo de 2024
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Arzobispo de Filadelfia, EE. UU. explica la verdadera misericordia, a pocos días de iniciar el jubileo de la misericordia

Filadelfia (Jueves, 19-11-2015, Gaudium Press) Mons. Charles Chaput, Arzobispo de Filadelfia, EE. UU., ha enviado un artículo para la edición decembrina del portal digital american First Things, en el que hace importantes consideraciones sobre la misericordia, a pocos días del inicio del año Jubilar en que se honrará especialmente ese atributo divino.

Mons. Chaput señala en su escrito que «una estrategia pastoral que minimiza el pecado en nombre de la piedad no puede ser piadosa, porque es falsa».

1.jpgMostrando con un ejemplo como se aplica esa doctrina, y después de resaltar que «la gracia de Dios tiene el poder de convertirnos», el Arzobispo de Filadelfia relata el pasaje del Evangelio de la mujer encontrada en adulterio, relatado por San Juan, mujer que iba a ser lapidada de acuerdo a la legislación vigente. Señala el prelado que «todas las personas necesitan la misericordia de Dios, incluso aquéllas que se califican a sí mismas de virtuosas». «Sólo Jesús puede liberarnos. Sólo Él podía haber tirado la primera piedra con todo derecho. Pero no lo hizo, sino que dijo: Yo tampoco te condeno; vete Y NO PEQUES MÁS».

No hay derecho al pecado

«Dios no nos adeuda el perdón, ni la redención, ni ninguna otra cosa. Y tampoco la misericordia de Dios nos concede el derecho a seguir pecando», expresa Mons. Chaput, y después repite: «Lo que pide [Dios] es la respuesta correspondiente a esa frase de ‘vete, Y NO PEQUES MÁS’ «.

«Al perdonar a la mujer, Jesús hace por la gracia lo que las leyes morales no pueden hacer: le da una nueva vida en amistad con Dios», añade el arzobispo Chaput.

En ese sentido, el Arzobispo de Filadelfia señala que la Iglesia «no puede aprobar que los seres humanos se mantengan en unos modelos de comportamiento que les separa de Dios y al mismo tiempo permanecer fiel a su propia misión».

El Arzobispo dijo que la misericordia de Cristo no es un «juicio que vaya contra todos los demás juicios» El daño que hace el pecado «no es fácil de reparar… y el adulterio es un ejemplo perfecto». Sin embargo, el encuentro entre Cristo y la mujer nos recuerda que «al margen de la gracia de Dios, todos nos torcemos por culpa de los deseos distorsionados de nuestro corazón».

Relación entre misericordia y verdad

«La Iglesia puede ser veraz sin ser misericordiosa, como los escribas que deseaban apedrear a la adúltera que violó la ley mosaica. Pero la Iglesia no puede ser misericordiosa sin ser veraz».

«Un enfoque pastoral que hace caso omiso de la verdad por culpa de una desesperación pastoral mal disimulada y del deseo de `acomodarse a los tiempos´ hará que la fe disminuya, no que aumente», dijo el arzobispo.

«Lo que se deriva de la falta de veracidad en la enseñanza y la práctica de los sacramentos no es que la vida evangélica se viva con mayor pasión, sino que ésta se vaya por la pendiente», como ha ocurrido en varios lugares de Europa, alejando de la enseñanza cristiana.

El arzobispo Chaput destacó la exhortación del Papa Francisco a que los cristianos acompañen a los demás en «la enmarañada realidad de sus vidas».

«Éste es un aspecto clave de la misericordia y una expresión vital del amor cristiano. Las ataduras del pecado son fuertes, y a menudo la gracia de Dios las deshace lentamente», expresó. «A veces, la palabra más importante que el otro necesita oír llega mejor si se susurra suavemente y con paciencia. Debemos estar cerca de los que amamos si queremos cumplir con nuestro propósito de hacerles partícipes de la plenitud del Evangelio».

Lo que no es misericordia

Una ‘terapéutica’, que hace que la gente «se acepte tal como es, sin discernir nada», no es verdadera misericordia.

«Eso no es misericordia. La misericordia de Dios siempre nos mueve hacia adelante y hacia arriba. Ningún pecado nos hace quedar al margen del perdón de Dios. Su misericordia dura para siempre», dijo. Y agrega: «Lo opuesto a la misericordia sería decir ‘ven’ y luego dar a entender que no necesitamos movernos, que no necesitamos acabar con nuestra actual alianza con el pecado y dirigirnos hacia la obediencia a la virtud divina que nos da la vida, a la ley de Jesucristo».

«Los cristianos somos enviados al mundo con la marca de la misericordia de la Cruz impresa en nuestras vidas», dijo. Esta misericordia es la predicación de «la buena noticia de la salvación en Jesucristo». Esto no es ‘aceptación’, sino algo más poderoso: redención».

«En este Año de la Misericordia, la Iglesia nos invita a encontrarnos de nuevo con el amor de nuestro Redentor, abre sus puertas al mundo e invita a todos a entrar y unirse al banquete del Cordero de Dios», concluye Mons.Chaput.

Con información de Infocatolica

 

 

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