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En el inicio del Año Jubilar, el Papa dice que no todo quedó relegado al pecado

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 09-12-2015, Gaudium Press) La misericordia de Dios Padre torna patente que no todo quedó relegado al pecado, afirmó el Papa ante los 70.000 fieles que lo acompañaron ayer en la Plaza de San Pedro, en la Misa de la Inmaculada Concepción y la apertura de la Puerta Santa que marcó el inicio del Año jubilar de la Misericordia.

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Al hablar sobre el misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen, el Papa Francisco afirmó que la Virgen es ejemplo eximio de la misericordia de Dios, pues en ella llegó incluso a «prevenir la culpa original que todo hombre lleva en sí cuando viene a este mundo. Es el amor de Dios el que previene, anticipa y salva. El comienzo de la historia del pecado en el Jardín del Edén desemboca enel proyecto de un amor que salva».

No obstante, sabemos, de acuerdo a la «experiencia cotidiana de nuestra existencia personal», que siempre «existe la tentación de la desobediencia, que se manifiesta en el deseo de organizar nuestra vida al margen de la voluntad Dios», lo que lleva al pecado. Entretanto, «también la historia del pecado se comprende solo a la luz del amor que perdona. (…) Si todo quedase relegado al pecado, seríamos los más desesperado de entre las criaturas, mientras que la promesa de la victoria del amor de Cristo encierra todo en la misericordia del Padre». Este será un año para crecer en la convicción de la misericordia de Dios, expresó el Pontífice.

El Papa recordó también que hace 50 años los Padres del Concilio Vaticano II abrieron una puerta para el mundo. «El Concilio fue un encuentro. Un verdadero encuentro entre la Iglesia y los hombres de nuestro tiempo», un encuentro que tenía también un llamado misionero, dijo el Papa Francisco. Es ese un impulso a la misión que «después de estas décadas seguimos retomando con la misma fuerza y el mismo entusiasmo. El jubileo nos estimula a esta apertura y nos obliga a no descuidar el espíritu surgido en el Vaticano II, el del Samaritano, como recordó el beato Pablo VI en la conclusión del Concilio. Que al cruzar hoy la Puerta Santa nos comprometamos a hacer nuestra la misericordia del Buen Samaritano».

El Jubileo de la Misericordia es el primer jubileo extraordinario del siglo XXI. En el siglo XX Pío XI proclamó un Año Santo en 1933 para conmemorar los diecinueve siglos de la muerte de Jesús y Pablo VI inauguró otro en 1966 que duró cinco meses, dedicado al recién clausurado Concilio Vaticano II. San Juan Pablo II convocó con la bula «Aperite Portas Redemptori» el Año Santo de la Redención en 1983, para recordar, a su vez, los mil novecientos cincuenta años de la Redención.

Con información de Radio Vaticano

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