martes, 23 de abril de 2024
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Arzobispo argentino alaba "ejemplaridad de verdad y belleza" de la vida consagrada

La Plata (Viernes, 11-12-2015, Gaudium Press) El Arzobispo de La Plata, Argentina, Mons. Héctor Aguer, destacó el valioso papel de las religiosas que se consagran a Dios durante la profesión solemne de la Hna. María Josefina del Corazón de Jesús en el Monasterio Carmelita Regina Martyrum y San José, el pasado 08 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. El prelado recordó cómo «la Iglesia, purificada con la sangre de Cristo, fue constituida como esposa suya» y las religiosas «se hacen asimismo esposas de Cristo», según reportó la agencia AICA.

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La vida consagrada es un notable testimonio para la vida actual. Foto: Mazur/catholicnews.org.uk

Esta unión sagrada a través de los votos religiosos se realiza «mediante el vínculo virginal de la caridad; el amor y la fidelidad prometidos en el bautismo alcanzan su plenitud existencial en esta consagración total que anticipa las bodas eternas». Por la grandeza de este misterio y la enseñanza que ofrece a todos los creyentes, el Arzobispo explicó que «la consagración virginal es un signo profético», sobre todo para los llamados al matrimonio, quienes deben recordar su deber de castidad dentro de su propio estado de vida, «cuyo bien primero son los hijos».

Mons. Aguer indicó que la vida consagrada ofrece un fuerte testimonio en la actualidad. El primero es «una ejemplaridad de verdad y belleza acerca de la condición corporal y espiritual del hombre, un alarde atrevido y venturoso, incomprendido por la mayoría, que llama a los jóvenes cristianos -varones y mujeres- a la castidad», indicó. «Este signo se destaca como insólito, y debe ser conocido, ilustrado, proclamado, en esta sociedad en la que se promueve frívolamente la pérdida, cada vez más precoz, de la pureza en los niños y adolescentes. No resulta exagerado afirmar que la cultura oficial pervierte las almas, destruye las familias, y abandona a varones y mujeres a la tiranía del placer fugaz, que desplaza cuando no anula el auténtico amor».

El Arzobispo señaló como «el segundo valor ejemplar» es la vivencia cristiana del recogimiento y la soledad, «la reclusión en este espacio bien delimitado en el que puede y debe desarrollarse una intensa y profundísima vida comunitaria, y por supuesto una comunión de amor con la Iglesia universal y con el mundo entero». El prelado recordó que la palabra «monja» viene del griego «monajé» que se refiere a «mónos»: Sólo, único, simple. «Al hombre y a la mujer de hoy les cuesta estar consigo mismo y por eso les resulta de gran dificultad sostener en el tiempo una convivencia plenamente humana, normal y placentera». Mons. Aguer destacó la valentía de dejar a la familia y la vida social y afirmó que este ejemplo de la nueva religiosa hará reflexionar a todos cuantos la rodean.

«Querida hija: hasta ahora te he llamado con el nombre bíblico que te impusieron en el bautismo. Pero tendré que aprender a llamarte María Josefina del Corazón de Jesús, que remite tu identidad a Jesús, María y José», concluyó el prelado. «En realidad no se opone al anterior, porque el Antiguo Testamento conduce al Nuevo, Rebeca a María, y tu consagración es consecuencia y culminación de tu bautismo. En el Apocalipsis, Cristo glorioso dice del vencedor: sobre él escribiré el nombre de mi Dios y también mi nombre nuevo; dice asimismo: le daré una piedra blanca, en la que está escrito un nombre nuevo que nadie conoce fuera de aquel que lo recibe. Se expresa de esta manera la participación en la victoria de Cristo. Que vivas siempre de esa victoria, hasta el cielo. Y que la Inmaculada te cuide, te inspire, te comunique la alegría que ella cantó en su Magnificat».

Con información de AICA.

 

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