jueves, 28 de marzo de 2024
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Cardenal Sarah preside ritos funerales de religioso a quien dedicó su último libro

Carcasona (Jueves, 21-04-2016, Gaudium Press) El Prefecto de la Congregación para la Disciplina de los Sacramentos, Cardenal Robert Sarah, participó en el funeral del Hermano Vicente María de la Resurrección, miembro de los Cánones Regulares de la Madre de Dios en la Abadía de Lagrasse, Francia. Este religioso padeció una difícil enfermedad y su testimonio edificó al purpurado al punto de dedicarle su libro más reciente: Dios o Nada.

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El Cardenal presidió los ritos finales de la absolución y sepultura del religioso. Foto: Abadía de Lagrasse.

El religioso falleció a la edad de 39 años en la Fiesta del Buen Pastor como víctima de la esclerosis múltiple que lo mantuvo postrado durante los últimos tres años y durante varios meses le impidió hablar. A pesar de sus sufrimientos el Hno. Vicente se destacaba por su «profunda y sencilla alegría» con la que incluso consolaba a las personas que lo atendían, según relató la comunidad. En su convalecencia fue «un ejemplo de oración perpetua y abandono alegre en las manos de Dios».

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Funeral del Hno Vicente. Foto: Abadía de Lagrasse.

La Eucaristía funeral se llevó a cabo el día 16 de abril en la Abadía de Santa María de Lagrasse, en la Diócesis de Carcasona y el purpurado presidió los ritos de la absolución y de la sepultura. El Cardenal destacó el testimonio de entrega del religioso y afirmó que cuando tuvo oportunidad de visitarlo en vida confió a su oración de intercesión «intenciones muy particulares de la Iglesia».

El camino del Hno. Vicente lo llevó poco a poco a desprenderse de sus habilidades, inicialmente requiriendo bastones y muletas hasta llegar a la silla de ruedas y la postración total. Peregrinó en varias oportunidades a Lourdes y «se convirtió en el corazón de nuestra comunidad» a través de su entrega espiritual, afirmó la Abadía. Los religiosos reportaron que nunca escucharon que se quejara de algo y que explicaba a las personas que en su condición lo único que podía hacer era rezar y sonreír. En los últimos meses de su vida, cuando perdió el habla por completo, aún sostenía en sus manos el Santo Rosario. Finalmente falleció tras recibir los últimos sacramentos por parte del Abad y acompañado providencialmente por su madre y su hermana que lo visitaban en ese momento.

Con información de Abadía de Lagrasse.

 

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