"El cristiano vive en la alegría y el estupor gracias a la resurrección de Jesucristo", afirma Francisco

Ciudad del Vaticano (Martes, 24-05-2016, Gaudium Press) En la Casa Santa Marta, este lunes, 23 de mayo, al comentar en su homilía la Primera Carta de San Pedro, el Papa Francisco afirmó que «El cristiano vive en la alegría y el estupor gracias a la resurrección de Jesucristo». Francisco además subrayó que no obstante las pruebas, nunca nos será sacada la alegría «de aquello que Dios hizo en nosotros. Nos regeneró en Cristo y nos dio la esperanza».

«Podemos caminar rumbo a aquella esperanza que los primeros cristianos representaban como una áncora en el cielo. Aquella esperanza que nos da alegría», afirmó el Papa, agregando además:

«El cristiano es un hombre y una mujer de alegría, un hombre y una mujer con la alegría en el corazón. ¡No existe cristiano sin alegría!
Pero, Padre, ¡yo ya vi tanta cosa! ¡No son cristianos! ¡Dicen que son, pero no son! Les falta alguna cosa.

La tarjeta de identidad del cristiano es la alegría, la alegría del Evangelio, la alegría de haber sido escogido por Jesús, salvado por Él, regenerado por Jesús.

La alegría de aquella esperanza que Jesús espera de nosotros, la alegría que, en las cruces y los sufrimientos de esta vida, se expresa de otra manera, que es la paz, en la certeza de que Jesús nos acompaña. Está con nosotros».

Según Francisco, «el cristiano hace esta alegría crecer con la confianza en Dios. Dios se acuerda siempre de su alianza. El cristiano sabe que Dios se acuerda de él, que Dios lo ama, que Dios lo acompaña, que Dios lo espera. Esta es la alegría».

Evangelio

El Papa dirigió su atención para el pasaje del Evangelio de ayer que narra el encuentro de Jesús con el joven rico. Un hombre que, afirma el Papa, «no fue capaz de abrir el corazón a la alegría y escogió la tristeza», «porque poseía muchos bienes»:

«¡Era apegado a los bienes! Jesús nos dijo que no se puede servir a dos señores: o sirve a Dios o sirve a las riquezas. Las riquezas no son malas en sí mismas: pero servir a la riqueza, ese es el mal.

El pobre hombre se fue triste…

«Él arrugó la frente y se retiró triste». Cuando en nuestras parroquias, en nuestras comunidades, en nuestras instituciones, encontramos personas que se dicen cristianas y quieren ser cristianas, pero son tristes, algo está mal.

Y nosotros debemos ayudarlas a encontrar a Jesús, a sacar esa tristeza, para que pueda alegrarse con el Evangelio, pueda tener esa alegría que es propia del Evangelio».

Alegría y estupor

Él se concentró sobre la «alegría y el estupor».

«El estupor bueno – dijo el Papa – delante de la revelación, delante del amor de Dios, delante de las emociones del Espíritu Santo».

El cristiano, destacó el Pontífice, «es un hombre, una mujer de estupor».

Una palabra que vuelve hoy al final, «cuando Jesús explica a los Apóstoles que aquel joven tan bueno no consiguió seguirlo, porque quedó preso a las riquezas».

¿Quién puede ser salvado, se preguntan entonces los Apóstoles?

A ellos, el Señor responde: «Imposible a los hombres», pero «¡no a Dios!».

La alegría cristiana, por tanto, «el estupor de la alegría, de ser salvados de vivir presos a las cosas, a la mundanidad – las muchas mundanidades que nos alejan de Jesús – eso puede ser superado solamente con la fuerza de Dios, con la fuerza del Espíritu Santo»:

Finalizando sus palabras el Papa dijo:

«Pidamos hoy al Señor que nos dé el estupor delante de él, delante de las muchas riquezas espirituales que nos dio; y con este estupor nos dé la alegría, la alegría de nuestra vida y de vivir con paz en el corazón las innúmeras dificultades; y nos proteja de la búsqueda de la felicidad en muchas cosas que, al final, nos entristecen: ¡prometen mucho, pero no nos darán nada! Acuérdense bien: un cristiano es un hombre y una mujer de alegría, de alegría en el Señor; un hombre y una mujer de estupor». (JSG)