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Punición de Jezabel

Redacción (Viernes, 24-06-2016, Gaudium Press) En lo alto del Monte Horeb, Dios había ordenado a Elías que ungiese Hazael como Rey de Siria, y Jehú como Rey de Israel (cf. I Rs 19, 15-16), pero el cumplimiento de esas órdenes solo fue realizado por Eliseo.

Jehú es ungido como rey

Jehú era un oficial de Joram, Rey de Israel. 1 Obedeciendo a las órdenes de Eliseo, uno de sus discípulos fue Ramot de Galaad y ungió a Jehú como Rey de Israel, diciéndole que debería destruir la casa de Acab, matando a todos sus descendientes varones; y agregó: los canes devorarán Jezabel (cf. II Rs 9, 1-)

Con sus soldados, Jehú fue al lugar donde se encontraban juntos Ocozias, Rey de Judá, y Joram. Habiendo Joram preguntado a Jehú si estaba todo en paz, este respondió: «¡Qué paz habría, mientras vigoran las prostituciones de Jezabel, tu madre, y sus innúmeros hechizos!» (II Rs 9, 22).

Oyendo tales palabras, Joram dio vuelta a su auto y salió disparado, pero el propio Jehú, arquero experimentado, con una flecha atravesó el corazón del Rey de Israel, y lanzó el cadáver en la viña que perteneciera a Nabot y fue robada por Acab, padre de Joram.
Ocozias intentó huir, sin embargo los soldados de Jehú lo persiguieron, lo hirieron en su auto de guerra y luego después Ocozias murió, habiendo sido sepultado en Jerusalén (cf. II Rs 9, 23-28).

Jezabel y la iglesia de Tiatira

Continuando su embestida, Jehú llegó a Jezrael, ciudad donde se encontraba la pésima Jezabel. Sabiendo de la llegada de Jehú, ella subió al piso superior de su residencia y, aunque fuese ya bastante vieja, «se pintó los ojos, se adornó la cabeza y se inclinó para mirar por la ventana» (II Rs 9, 30).

Jehú mandó que la lanzasen al piso y, como profetizara Elías (cf. I Rs 21, 23), ella fue devorada por los canes, restando apenas «el cráneo, los pies y las palmas de las manos» (II Rs 9, 35).

San Juan Evangelista, en el Apocalipsis, habla respecto a las siete iglesias que, según «el santo y sabio padre alemán Bartolomeo Holzhauser» 2 (1613-1658), se refieren a las siete épocas de la Iglesia Católica. Al tratar de la iglesia de Tiatira, que corresponde a la Edad Media – cuando hubo gran florecimiento de la Iglesia Católica -, el Apocalipsis cita a Jezabel, como símbolo de aquellos que promovieron la decadencia moral y religiosa que corroyó la sociedad medieval.

«Los ministros de la Iglesia […] se entregaron a la voluptuosidad y cayeron en la presunción […]. Ahora, fueron esos los vicios de Jezabel». 3 Holzhauser afirma que la Edad Media decayó por los siguientes motivos, entre otros: las autoridades no castigaron debidamente el vicio, sino lo favorecieron por una cobarde connivencia, disimulándolo por una falsa filosofía; no esclarecieron a los otros con el buen ejemplo; se dejaron llevar por la debilidad. Y agrega: Jezabel ahí significa «los vicios que se introdujeron poco a poco en esa edad de la Iglesia, tales como la concupiscencia de la carne, la avaricia, el orgullo y la presunción». 4

El Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, describiendo cómo se obró la decadencia de la Edad Media, afirma: «En los trajes, en las maneras, en el lenguaje, en la literatura y en el arte el anhelo creciente por una vida llena de deleites de la fantasía y los sentidos va produciendo progresivas manifestaciones de sensualidad y debilidad […]

«Tal clima moral, penetrando en las esferas intelectuales, produjo claras manifestaciones de orgullo, como el gusto por las disputas aparatosas y vacías, por las argucias inconsistentes, por las exhibiciones fatuas de erudición, y lisonjeó viejas tendencias filosóficas, de las cuales triunfara la Escolástica, y que ya ahora, relajado el antiguo celo por la integridad de la Fe, renacían en aspectos nuevos.» 5
Tales consideraciones se compaginan con las explicaciones hechas por Holzhauser.

Templo de Baal es incendiado

Después, Jehú eliminó a todos los descendientes de Acab, y también 42 hombres de la familia de Ocozias (cf. II Rs 10, 11-14).

Posteriormente, Jehú dijo que haría un acto solemne de adoración a Baal, y convocó a todos los idólatras para reunirse en el templo de Baal; quien no compareciese sería muerto. Estando el templo lleno, mandó que 800 de sus soldados los eliminasen al filo de la espada, estableciesen fuego en la estatua del ídolo y el templo; y después de todo quemado, «en su lugar hicieron letrinas» (II Rs 10, 27).

Después de haber realizado todos esos actos, Jehú fue elogiado por Dios: «Porque hiciste cuidadosamente lo que era recto a mis ojos e hiciste todo lo que estaba en mi corazón contra la casa de Acab, tus hijos se sentarán hasta la cuarta generación sobre el trono de Israel» (II Rs 10, 30).»Y la única dinastía que duró cerca de un siglo (841-743).» 6

Pero Jehú fue débil en un punto de suma importancia: no destruyó los becerros de oro que estaban en Betel y en Dan, «no tuvo el cuidado de andar según la ley del Señor, Dios de Israel, de todo corazón» (II Rs 10, 31). O sea, él no tuvo integridad de alma, sino intentó hacer alianza entre Dios y el demonio, representado por los ídolos.

Por eso Jehú fue castigado: Hazael, Rey de Siria, atacó Israel y comenzó a derrotarlo en todas las fronteras. Y Jehú «precisó llamar a los asirios en su socorro contra Hazael». 7

Después de haber reinado durante 28 años en Samaria, capital del Reino de Israel, Jehú murió. Su hijo Joacaz se tornó rey en su lugar (cf. II Rs 10, 35-

Pidamos a María Santísima que Ella nos obtenga la gracia de servir a Dios con todo el corazón, y no apenas en parte.

Por Paulo Francisco Martos

(in Noções de História Sagrada – 74)
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1 – Cf. DARRAS, Joseph Epiphane. Histoire Génerale de l’Église depuis la Création jusqu’à nos jours. Paris : Louis Vivès. 1874. v. II, p. 653.
2 – FILLION, Louis-Claude. La Sainte Bible commentée – L’Apocalypse. Paris: Letouzey et aîné.1889, p. 790.
3 – HOLZHAUSER, Bartolomeu. Interprétation de l’Apocalypse,renfermant l’histoire des sept âges de l’Église Catholique. Paris : Louis Vivès. 1856. v. I, p. 137.
4 – Idem, ibidem, p. 139.
5 – CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Revolução e Contra-Revolução. 5. ed. São Paulo: Retornarei.2002, p. 26-27.
6 – MOLERO, Francisco X. Rodriguez. In LA SAGRADA ESCRITURA – Texto y comentario por profesores de la Compañía de Jesús. Madrid: BAC. 1968, v. II, p.694.
7 – FILLION, op. cit. v. II, p. 606.

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