martes, 19 de marzo de 2024
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La "transesfera", un concepto clave en la vía espiritual de Plinio Corrêa de Oliveira

Redacción (Viernes, 29-07-2016, Gaudium Press) Acaban de publicarse los dos primeros volúmenes de la obra «El Don de Sabiduría en la Mente, Vida y Obra de Plinio Corrêa de Oliveira», de autoría de Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP, sobre la gran epopeya que fue la vida del ilustre pensador católico al que Mons. João Clá llama de «amado padre, modelo y guía». El total de la obra son cinco volúmenes. Los tres restantes serán publicados en el mes de agosto, y pronto verá la luz la edición en español.

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Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP, junto al Dr. Plinio

En el capítulo 1 (La Sabiduría se ofrece a quien la procura desde la aurora) del primer volumen (Inocencia, el inicio de la Sabiduría), Mons. João Clá se refiere a la inmensa felicidad que invadía el alma del Dr. Plinio en su infancia, fruto de un particular vivir en la «transesfera». ¿Qué es la ‘transesfera’? Para hablar de ese importante concepto debemos primero referirnos al tipo específico de contemplación del Dr. Plinio, y a su «navegar» en los «posibles de Dios».

Caminando en los posibles de Dios

Desde que sus ojos se abrieron a la luz, el Dr. Plinio se preocupaba más con la realidad circundante que con su mundo interior, o con el ‘papel’ que estaba cumpliendo ante los demás. Y de la realidad exterior le llamaban particularmente la atención las cosas especialmente bellas. «Yo siempre quería ver la mayor maravilla existente en las criaturas». 1 «Yo tenía una disposición de espíritu por la cual las cosas sublimes me atraían mucho el alma. Mirándolas, analizándolas y admirándolas, queriéndolas mucho, yo iba insensiblemente conformando mi alma con aquel mundo ideal». 2

¿Qué mundo ideal? Dr. Plinio comenzó a construir un mundo ideal en su espíritu considerando los «posibles de Dios».

«Había en su casa un jarrón vítreo -narra Mons. João Clá-, de colorido rosado tendiente al cereza y base de metal dorada, que constituía para él un enorme foco de atracción durante la infancia, y le marcó profundamente la vida. (…) Extasiado ante la bella pieza, él penetraba en el universo de los colores y se perdía en aquel rosado, imaginando un mundo hecho con aquel material y del mismo color: ¿cómo serían las personas, como ellas caminarían, como se saludarían, conversarían, se relacionarían? ¿Cómo sería la psicología humana correspondiente a esa materia? ¿Cómo serían las calles pavimentadas de aquel vítreo, los postes, las luces, los árboles, los palacios, los ambientes, los salones, los sofás? ¿Cómo sería, por ejemplo, un río con aguas de aquel material hecho líquido, un barco atravesándolo y un puente arriba? ¿Cómo serían los niños jugando al margen del río? ¿Cómo sería una música instrumental que se correlacionase enteramente con el jarrón?» 3 Esas disquisiciones eran la construcción de los posibles de Dios en su alma.

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«Hay varios universos posibles no creados, que son muy superiores al universo que yo veo; y yo tiendo entero para ellos -decía el Dr. Plinio en una reunión del año 89. (…) Yo estoy haciendo un estudio de psicología: cómo es eso que yo veo como un niño inocente, cómo eso repercute en mi alma y en mi inocencia. (…) Imaginen los círculos de un vitral [compuesto con fondos de botella]: si cada uno tuviese un color, viendo a través de él, yo vería todo lo que está allá afuera en un color lindísimo y con una belleza que aquello no tiene (…). Por ejemplo, azul; yo vería el panorama allá afuera en azul. Yo sé que el panorama allá afuera no es azul, pero yo quedo con una visión azul de él que me hace pensar lo siguiente: ‘Esto que está ahí afuera, visto en azul, da una cosa linda, que no está en aquello, y sí en el vitral’. De esa forma yo adquiero una porción de conocimientos de posibles amados». 4

A partir de la realidad creada, por un movimiento de espíritu que a la vez era natural y auxiliado por la gracia, el Dr. Plinio «construía» en su espíritu posibles de Dios, más perfectos que la realidad, a medio camino entre la bella realidad y la esencia Divina. Ese mundo él lo llamaba de «transesfera».

El mundo transesférico

La visión de un mundo con-dicente con «aquel jarrón color de rosa (…) representa de hecho un orden de cosas que no existe; [y que] entretanto, podría existir. Y el artesano [que hizo el jarrón], consiguiendo representar aquello, ofrece no apenas un objeto bonito para que la persona mire, como también una visión de lo que sería la ‘transesfera’ de aquello, un mundo ‘transesférico’ que fuese todo así». Ese «ejercicio» a la procura de la transesfera, Dr. Plinio lo hacía con innúmeros objetos bellos que llegaban a su contemplación.

Como explica Mons. João Clá, la «transesfera» es el mundo de los posibles de Dios existentes en un alma. «Después de haber comprendido la ‘arquitectonicidad’ del mundo creado [ndr. es decir, como todo el universo forma un armónico conjunto, que refleja al Creador], él [Dr. Plinio] no se contentaba y tenía sed de penetrar en los universos que Dios no creó, esto es, en el ‘mundo de los posibles’ «. 5

Esa estrada representa un camino para subir a Dios a través de las criaturas, pues los posibles de Dios, inexistentes en la realidad creada, sí existen en la Mente Divina. La espiritualidad del Dr. Plinio, desde su más tierna infancia, se «centraba en ese conocer a Dios a través de las criaturas visibles y materiales, amando el bien, lo verdadero y lo bello, sin, entretanto, tener el menor apego a nada, pues si así lo hiciese, perdería esa visión y el orden del universo se desvanecería delante de sus ojos», expresa Mons. João.

Las construcciones de los posibles de Dios en el alma del Dr. Plinio también lo llevaban a la verdad y a la bondad, pues en un mundo absolutamente bello no cabe ni la maldad ni la mentira. Es decir, el caminar del Dr. Plinio en el mundo de los posibles maravillosos de Dios, iba fortaleciendo su ya agudo sentido moral.

Finalmente digamos que lo más fuerte de la atención del Dr. Plinio iba hacia los posibles maravillosos de Dios.

«Este fue un trazo distintivo del Dr. Plinio la vida entera: un hombre tomado por lo maravilloso, que trataba de las cosas concretas con la atención segunda pues, a todo momento, su primera atención estaba vuelta al horizonte de la metafísica y de la ‘transesfera’, para el cual fue llamado desde niño. Hasta la avanzada edad que alcanzó [ndr. 86 años], él aún tenía encendido en la memoria el ansia de niño de vivir en los colores del arco-iris, que para él representaban algo de muy superior a todo lo que hay en la tierra, o entonces aquella aspiración que, en la infancia, lo llevaba a abandonar el bullicio de los compañeros para pasear por el mundo de lo ‘trans-rosado’, que la contemplación de un jarrón le sugería». 6

Caminar hacia la transesfera, y vivir en la transesfera: una posibilidad al alcance de todo hombre.

Por Saúl Castiblanco

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1 Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. O Dom de Sabedoria na Mente, Vida e Obra de Plinio Corrêa de Oliveira. Vol I – Inocência, o Início da Sabedoria. Libreria Editrice Vaticana – Instituto Lumen Sapientiae. San Pablo. p. 45
2 Ídem.
3 Ibídem. pp. 48-49
4 Ibídem. pp. 52-53
5. Ibídem. p. 52
6. Ibídem. p. 97

 

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