viernes, 19 de abril de 2024
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El niño que hizo llorar al Papa

Aparecida – San Pablo (Miércoles, 10-08-2016, Gaudium Press) Durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en la ciudad de Río de Janeiro, una de las imágenes más emblemáticas registradas por diversos medios de comunicación fue el abrazo de un niño al Papa Francisco.

En la época, el niño llamado Nathan, de apenas nueve años, vestido con una camiseta alusiva a los colores de la bandera brasileña, visiblemente emocionado, confesó al Pontífice se deseo de seguir en el futuro el camino sacerdotal. «Santo Padre, yo quiero ser sacerdote de Cristo, un representante de Cristo», dijo el joven.

Luego, Francisco no se contuvo con el gesto de cariño y las palabras del pequeño, y también, expresó su alegría a través de un breve llanto, acompañado por las siguientes palabras: «Ora por mí que oro por ti».

Pasados tres años, y una JMJ más, la de Cracovia, las palabras dichas por el Papa continúan recientes en la memoria de Nathan.

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Hoy, con 12 años, el joven mantiene el mismo pensamiento. Las ganas de servir a Cristo en el sacramento de la orden son vistas como una meta a alcanzar.

En este mes de agosto, período en que la Iglesia celebra las vocaciones, Nathan volvió a ser recordado por la Iglesia Católica en Brasil, aún más por su imagen en los brazos de Francisco estampada en las campañas y subsidios distribuidos por la CNBB.

Aunque tenga todavía poca edad, el niño busca ir más allá de las acostumbradas actividades del día a día de un pre-adolescente, buscando profundizar durante su discernimiento.

En la escuela, por ejemplo, Nathan es considerado un ejemplo entre los demás alumnos, pues más allá de los estudios, se ha dedicado en los quehaceres religiosos. Los domingos, durante la celebración dedicada a los niños, ejerce la función de monaguillo en la Catedral de Lorena, en el interior paulista.

Además de eso, hace tres años, auxilia a los párrocos durante las misas, mientras se prepara para un nuevo desafío: el acolitado.

A los siete años, manifestaba el deseo por el sacerdocio

Antes de tener el encuentro especial con el Papa Francisco en 2013, Nathan siempre estuvo inserido en las actividades de la Iglesia y, a los siete años, ya manifestaba el deseo por el sacerdocio.

La madre, Ana Paula Brito, contó en entrevista al Diario Santuario que el hijo comenzó a formar parte de la formación de monaguillo en la ciudad de Cabo Frío, en Río de Janeiro, antes de otros niños de la misma edad.

«Yo pido siempre a Dios. Si es para ser, que él sea un padre santo, bendecido, que pueda llevar realmente la palabra de Dios, así como él fue acogido por el Papa con el amor del Padre, del Pastor que tiene el placer de amar», afirmó Ana Paula.

En su camino de discernimiento, el joven tiene como referencia al propio Papa Francisco, una vez que se inspira en los gestos y actitudes de pastor del Pontífice. El momento en que estuvo junto al Santo Padre le sirvió para animar el camino que pretende seguir.

Al Santo Padre, Nathan busca dedicar las oraciones de manera especial. «Que Dios dé vida larga al Papa, porque esa misión que él carga es muy ardua, y la tiene que conservar», deseó.

Educar, orientar y formar a los hijos a partir de la imagen y semejanza de Dios

El promotor vocacional, Hermano Juan Bautista de Viveiros, destacó que la misión de la familia consiste en educar, orientar y formar bien a los hijos para que crezcan y se desarrollen en todos los sentidos como imagen y semejanza del propio Dios y no como imagen y semejanza de sí mismos.

Según el Hermano Juan Bautista, los familiares no pueden colocar obstáculos y deben dejar a los hijos libres para hacer sus elecciones, guiándolos en el descubrimiento y en la madurez de la vocación.

«Donde faltan la libertad y la vivencia de la fe como iglesia doméstica, los padres se creen en el derecho de decidir cuál es el camino que los hijos deben seguir según sus proyectos e intereses personales. Existen muchas personas frustradas porque se dejaron llevar por intereses de otros o por no haber concretizado las opciones del corazón. El apoyo de la familia es fundamental para que el vocacionado haga un proceso tranquilo de discernimiento. Con mayor serenidad, será capaz de superar los obstáculos», concluyó. (LMI)

De la redacción Gaudium Press, con informaciones A12.

 

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