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La Virgen bendita, la Reina de la máxima perfección posible

Redacción (Jueves, 15-09-2016, Gaudium Press) Al inicio de la gran Suma Teológica, Santo Tomás hace una afirmación gigantesca, que debería estar más presente en toda la piedad marial. Dice el gran Doctor Universal de la Iglesia que «la bienaventurada Virgen María ha sido exaltada sobre todos los coros angélicos; y no puede ser mejor». La Virgen Santísima no puede ser más perfecta, ¡tan altísima Ella es! Por ser Madre de Dios tiene «una cierta dignidad infinita» que le proviene «del bien infinito que es Dios». (I, q. 25, a.6, ad 4).

El resto de los seres creados sí pueden ser mejores. Dios «puede hacer otra cosa mejor que cualquiera de las hechas; y aun tratándose de las mismas cosas, puede hacerlas mejor en algunos aspectos». (Ídem) Pero la Virgen no puede ser mejor de lo que Ella es: no sólo es la criatura más perfecta sino que no podría ser más perfecta.

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Recordábamos en nota anterior, que aun siendo niño y en una ocasión de apremiante necesidad, el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira recurrió a Nuestra Señora y penetró de forma mística en el alma sublimísima de la Virgen, deleitándose particularmente con su pureza, su fortaleza, y su inigualable participación del don de Sabiduría, por medio de cual conoce «las inter-relaciones entre todo [el universo] con un orden tan superior, que penetra hasta las entrañas de los seres, ve cómo ellos son y cómo es el orden de Dios en el universo. (…) Ella tiene una sabiduría lúcida, diamantina, dispositiva de todas las cosas, sin ninguna duda (…)». (1)

Pero… ¿cómo es que Dios ve el Universo, un universo que él construyó para su gloria?

Dr. Plinio también recibió una gracia mística -incluso antes de adquirir gran devoción a la Virgen-, en la que contempló el alma del Sagrado Corazón de Jesús. Y una de sus observaciones, fruto de esa gracia, era que en su infinita sabiduría, Jesús «con una seriedad infinita», miraba todas las cosas «por sus más altos y más profundos aspectos, por la ordenación que ellas tienen entre sí, y amándolas porque son así, porque deben ser así». (2) Él, Jesucristo, es un Rey que no se desentiende de sus criaturas sino que está en constante relación con ellas, y se constituye en el culmen del conjunto de las criaturas, en el «pináculo del universo creado y de todos los universos posibles», (3) según explica Mons. João Clá, EP, en ‘El Don de Sabiduría en la Mente, Vida y Obra de Plinio Corrêa de Oliveira’. Jesús ve lo mejor de cada cosa, esto es, en qué la cosa lo simboliza, y corresponde con una idea divina, con su propia Esencia.

Jesús contempla la cosa e igualmente su «arquetipía», es decir la cosa en su perfección máxima incluso aunque no esté actualmente presente en la cosa. Pero a María Santísima la ve como Ella es, pues es ya Ella perfección máxima. Y a su vez la Virgen ve con ojos de bondad todo el orden del Universo, según el texto citado arriba.

Entretanto, según explica Mons. João Clá -exponiendo el sentido del término acuñado por el Dr. Plinio de ‘transesfera’-, a «todas las criaturas que existen, corresponden seres muchos más perfectos, arquetípicos, en el ‘mundo de los posibles’ de Dios. Esas ‘arquetipías’ Dr. Plinio llamaba con la palabra, creada por él mismo, de ‘transesfera. He aquí lo que él decía: ‘Cuando todos los hombres caminan rumbo a Dios, todas las cosas de la realidad toman establemente aspectos como que de ‘transesfera’. La realidad es susceptible de ser sublimada a manera de una ‘transesfera’ y este es un posible que está en Dios. Más aún, [la realidad] es un posible ya creado que compete apenas a nosotros desenvolver y en el cual mucho más marcadamente nosotros veríamos los reflejos de Dios. (…) Cuando yo veo, por ejemplo, una alta perfección que se consuma y agota todas sus posibilidades, tengo una cierta impresión de que aquello tocó en una esfera de realidades donde el Absoluto corresponde a aquello que existe, y que hubo una especie de arco voltaico entre el Cielo y la tierra en aquel momento. Ese algo que nosotros sentimos de vez en cuando aflora y es como si fuese otro mundo existiendo arriba del mundo’ «. (4)

Ahora, Aquella que no puede ser más perfecta, que resume en sí las perfecciones del universo, y que tiene una unión incomparable con el Sagrado Corazón contemplativo de Jesús, debe ser también la Reina de la Transesfera, de aquello que debe alcanzar su perfección máxima con el trascurrir de la historia en la fidelidad a Dios, y de aquello que ya existe en perfección en el Cielo y en el Cielo empíreo.

Verdaderamente la Virgen es la Reina de la Arquetipía y la Transesfera.

Unámonos a Ella, para junto con Ella cada vez más podamos luchar para vivir en esa ‘transesfera’, que no es otra cosa que el mundo perfecto, celestial, al que todos estamos convocados, tanto aquí en la tierra como en el cielo.

Por Saúl Castiblanco

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(1) Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. O Dom de Sabedoria na Mente, Vida e Obra Plinio Corrêa de Oliveira. Vol I – Inocência, o Início da Sabedoria. Libreria Editrice Vaticana – Instituto Lumen Sapientiae. São Paulo. 2016. p. 346

(2) Ibídem. p. 250.

(3) Ibídem. p. 255.

(4) Ibídem. p. 51.

 

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