sábado, 20 de abril de 2024
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El Rosario es la síntesis de la historia de la misericordia, dijo Santo Padre en la Vigilia del Año Mariano

Ciudad del Vaticano (Martes, 12-10-2016, Gaudium Press) El Papa Francisco afirmó en la vigilia del sábado, 08/10, en el contexto del Jubileo Mariano realizado en Roma que «la oración del Rosario» es «la síntesis de la historia de la misericordia de Dios».

En un mensaje dejado durante la vigilia, Francisco resaltó que María «desde los primeros siglos» ha sido «invocada como Madre de la Misericordia».

Para el Papa, pedir su intercesión, rezar el Rosario, es abrir el corazón a una «historia de salvación» que está siempre abierta «para aquellos que se dejan plasmar por la gracia» de Dios.

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Transcribimos partes del mensaje dejado por el Santo Padre:

Momentos fundamentales de la vida de Jesús, junto con María

«En esta vigilia, repasamos los momentos fundamentales de la vida de Jesús, en compañía de María. Con la mente y el corazón, estuvimos en los días del saludo de la misión de Cristo en el mundo.

La Resurrección como señal del extremo amor del Padre, que de nuevo trae todo a la vida, y como anticipación de nuestra condición futura. La Ascensión como compartir de la gloria del Padre, donde nuestra propia humanidad encuentra un lugar privilegiado. Pentecostés, expresión de la misión de la Iglesia en la historia hasta el fin de los tiempos, con la guía del Espíritu Santo.
Además, en los dos últimos misterios, contemplamos a la Virgen María en la gloria del Cielo – Ella que, desde los primeros siglos, fue invocada como Madre de la Misericordia.

Bajo muchos aspectos, la oración del Rosario es la síntesis de la historia de la misericordia de Dios que se transforma en historia de salvación para aquellos que se dejan plasmar por la gracia. Los misterios que nos son propuestos son gestos concretos, donde se desarrolla la acción de Dios a nuestro favor. A través de la oración y meditación de la vida de Jesucristo, revemos su rostro misericordioso que va al encuentro de todos en las varias necesidades de su vida. María nos acompaña en este camino, apuntando para el hijo que irradia la propia misericordia del Padre.»

María indica el recorrido que somos llamados a hacer

Nuestra Señora es la Madre que indica el recorrido que somos llamados a hacer para ser verdaderos discípulos de Jesús, dijo el Papa.

Para Francisco, «En cada misterio del Rosario, la sentimos cerca de nosotros y la contemplamos como primera discípula de su Hijo que pone en práctica la voluntad del Padre (cf. Lc 8, 19-21).»

Así explica el Pontífice este hecho: «Siempre que contemplamos un momento, un misterio de la vida de Cristo, somos invitados a individualizar el modo como Dios entra en nuestra vida, para después acogerlo y seguirlo. Así descubrimos el camino que nos lleva a seguir a Cristo en el servicio de los hermanos.
Acogiendo y asimilando dentro de nosotros algunos acontecimientos resaltantes de la vida de Jesús, participamos en su obra de evangelización, para que el Reino de Dios crezca y se propague en el mundo».

Discípulos y Misioneros

«Somos discípulos, pero también misioneros y portadores de Cristo, en los lugares donde Él nos pide para estar presente. No podemos, por tanto, encerrar el don de su presencia dentro de nosotros. Al contrario, somos llamados a comunicar a todos su amor, su ternura, su bondad, su misericordia. Es la alegría de compartir que no se detiene delante de cosa alguna, porque lleva un anuncio de liberación y salvación».

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Para el Santo Padre, «María nos da la posibilidad de comprender lo que significa ser discípulos de Cristo». «Su primer paso fue ponerse a la escucha de Dios. Obedeció al anuncio del Ángel y abrió su corazón para acoger el misterio de la maternidad divina. Siguió a Jesús, poniéndose a la escucha de cada palabra que salía de la boca de Él (cf. Mc 3, 31-35); conservó todo en su corazón (cf. Lc 2, 19), tornándose memoria viva de las señales que el Hijo de Dios realizó para despertar nuestra fe».

No basta solo oír, sino ser corajudos heraldos del Evangelio

«Oír, sin embargo, no basta; la escucha es ciertamente el primer paso, pero después precisa de ser traducida en acción concreta. De hecho, el discípulo pone su vida al servicio del Evangelio.

Por eso, la Virgen María fue inmediatamente hasta Isabel para ayudarla en el tiempo de su embarazo (cf. Lc 1, 39-56); en Belén, dio a luz el Hijo de Dios (cf. Lc 2, 1-7); en Caná, tuvo a pecho la situación de dos recién casados (cf. Jo 2, 1-11); en el Gólgota, no retrocedió frente al dolor, sino permaneció al pie de la cruz de Jesús y, por voluntad de Él, se tornó Madre de la Iglesia (cf. Jo 19, 25-27); después de la Resurrección, animó a los Apóstoles reunidos en el Cenáculo a la espera del Espírito Santo, que los transformaría en corajudos heraldos del Evangelio (cf. At 1, 14).

María perenne memoria de Cristo

Francisco llega a las conclusiones que el ejemplo de la vida de María nos conduce:

«En su fe, vemos cómo abrir la puerta de nuestro corazón para obedecer a Dios; en su abnegación, descubrimos cuán atentos debemos estar a las necesidades de los otros; en sus lágrimas, encontramos la fuerza para consolar aquellos que están sumergidos en la tribulación. En cada uno de estos momentos, María expresa la riqueza de la misericordia divina, que viene en ayuda de cada uno en sus necesidades diarias».

A Vuestra protección recurrimos, Santa Madre de Dios…

Encerrado su mensaje, el Papa Francisco invitó a todos a que invocasen a la Santa Madre de Dios:

«Invoquemos a nuestra tierna Madre del Cielo con la oración más antigua que los cristianos hicieron para dirigirse a Ella, sobre todo en los momentos de dificultad y martirio.

Invoquémosla con la certeza de ser socorridos por su materna misericordia, para que Ella, «gloriosa y bendita», nos pueda servir de protección, ayuda y bendición durante todos los días de nuestra vida: ‘A vuestra protección recurrimos, Santa Madre de Dios; no desprecies nuestras súplicas en nuestras necesidades; sino libradnos de todos los peligros, oh Virgen gloriosa y bendita’ «. (JSG)

 

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