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Es importante que la esperanza se coloque en lo que verdaderamente ayude a vivir, dijo el Papa

Ciudad del Vaticano (Jueves, 12-01-2017, Gaudium Press) En su catequesis de la Audiencia General de los miércoles, el Papa Francisco habló de la verdadera y de la falsa esperanza, de aquella que se apoya en Dios y la que se apoya en los ídolos.

En ciertos momentos de nuestras vidas se puede tener un cierto «cansancio» de la fe en Dios: «Porque la fe es confiar en Dios – quien tiene fe, confía en Dios – pero llega el momento en el cual, enfrentándose a las dificultades de la vida, el hombre experimenta la fragilidad de esta confianza y siente la necesidad de certezas distintas, de seguridades tangibles, concretas», expresó el Pontífice.

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Esto puede llevar al hombre a «en buscar consolaciones incluso efímeras, que parecen colmar el vacío de la soledad y mitigar el cansancio de creer. Y pensamos de poderlas encontrar en la seguridad que puede dar – por ejemplo – el dinero, o las alianzas con los potentes, o las seguridades de la mundanidad, o las falsas ideologías. A veces las buscamos en un dios que pueda doblegarse a nuestros pedidos y mágicamente intervenir para cambiar la realidad y hacerla como nosotros queremos; un ídolo, precisamente, que en cuanto tal no puede hacer nada, impotente y mentiroso».

Es entonces cuando debemos reconducirnos a Aquel «Señor de la vida que con su Palabra ha creado el mundo y conduce nuestras existencias».

«Como prosigue el Salmo [115], se necesita confiar y esperar en Dios, y Dios donará bendición: «Pueblo de Israel, confía en el Señor […] Familia de Aarón, confía en el Señor […] Confíen en el Señor todos los que lo temen […] Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga» (vv. 9.10.11.12). Siempre el Señor se recuerda, también en los momentos difíciles; pero Él se recuerda de nosotros. Y esta es nuestra esperanza. Y la esperanza no defrauda. Jamás. Jamás. Los ídolos defraudan siempre: son fantasías, no son realidades».

Solo la confianza en el Señor aporta bienes: «Esta es la estupenda realidad de la esperanza: confiando en el Señor nos hacemos como Él, su bendición nos transforma, nos transforma en sus hijos, que comparten su vida. La esperanza en Dios nos hace entrar, por así decir, en el rayo de acción de su recuerdo, de su memoria que nos bendice y nos salva. Y entonces puede surgir el aleluya, la alabanza al Dios vivo y verdadero, que por nosotros ha nacido de María, ha muerto en la cruz y ha resucitado en la gloria. Y en este Dios nosotros tenemos esperanza, y este Dios – que no es un ídolo – no defrauda jamás», concluyó el Papa.

Con información de Radio Vaticano

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