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Comprender y amar la Cruz

Redacción (Lunes, 20-02-2017, Gaudium Press) Al refutar las mentiras proferidas por sus tres amigos, Job dijo algunas palabras inconsideradas.

Dios restituye a Job el doble de los bienes que poseía

Entonces, Dios aparece y censura a Job, el cual reconoce su culpa: «Fui frívolo al hablar» (Job 40, 4). El Creador lo perdona y, dirigiéndose a los tres amigos, les dice que está indignado contra ellos porque no hablaron «correctamente de Mí, como lo hizo mi siervo Job» (Job 42, 7).

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Job es escarnecido por su familia

Por Giovanni Battista Langetti, Museo Federic Mares, Barcelona

Y les ordenó que ofreciesen en holocausto siete novillas y siete carneros, agregando: «Job, mi siervo, intercederá por vosotros» (Job 42, 8). Ellos así lo hicieron y Dios «atendió las oraciones de Job» (Job 42, 9). Eso muestra cómo el Creador aprecia el principio de la mediación.

Después que Job «intercedió por sus amigos, [Dios] le restituyó todos los bienes, el doble de lo que antes poseía […] El Señor bendijo a Job al final de su vida más que al principio: él poseía ahora 14.000 ovejas, 6.000 camellos, mil juntas de buey y mil jumentos. Tuvo también otros siete hijos y tres hijas […] Después de esos acontecimientos, Job vivió todavía 144 años» (Job 42, 10-16).

Prefigura de Nuestro Señor

Sobre Job, varón justo que siempre se mantuviera fiel a Dios, cayeron los más atroces sufrimientos. «Debajo de este aspecto, Job tuvo la gran honra de ser considerado prefigura de Jesucristo, la augusta e inocente víctima, que tanto sufrió sin quejarse».

He aquí algunas frases de Job que simbolizan los padecimientos de Cristo, durante la Pasión:

«No recelan escupirme en el rostro» (Job 30, 10). Los soldados de Pilatos escupieron a Nuestro Señor (cf. Mt 27, 30).

«Y no hubo quien me trajese ayuda» (Job 30, 13). Entre los Apóstoles, ninguno vino a auxiliar a Nuestro Señor. El Cirineo, en cierto momento, cargó la Cruz del Redentor; pero esto él lo hizo porque fue obligado por los soldados (cf. Mt 27, 32).

«Clamo por ti, y no me atiendes» (Job 30, 20). En lo alto de la Cruz, «Jesús dio un fuerte grito: ‘Eli, Eli, lamá sabactani?’, que quiere decir: ‘Mi Dios, mi Dios, ¿por qué me abandonaste?'» (Mt 27, 46).

Job también afirmó: «Yo sé que mi redentor está vivo y que, al final, se levantará sobre el polvo» (Job 19, 25). Él aquí manifiesta su fe en la resurrección de los muertos, en el fin del mundo.

Jamás caer en el desánimo

La idea principal de este sublime poema es el grande y doloroso problema que ocupa y tan frecuentemente perturba el corazón del hombre: la causa de las miserias múltiples que afectan al género humano y, más especialmente, la causa de los sufrimientos del justo. En el Libro de Job este misterioso problema no se desarrolla de una manera abstracta, sino bajo la forma de disertación filosófica; él es discutido a propósito de un caso concreto, lo que le comunica mucha más vida, interés, clareza.

Los tres amigos de Job defienden una teoría estrecha; para ellos, el sufrimiento es siempre y únicamente el resultado del pecado. Elihú conjetura que él puede tener un carácter pedagógico y ser infringido a los propios justos. El prólogo y el epílogo demuestran cómo, en el caso de Job, el sufrimiento es una prueba destinada a santificar más aún un hombre ya muy virtuoso.

Y la conclusión indica que la última razón de nuestros sufrimientos es la sabiduría infalible de Dios.

La peor cosa que puede ocurrir a una persona que peca es el desánimo. Si ella tiene ánimo, todos los caminos de la recuperación están abiertos; pero si es llevada por el desánimo se torna presa del demonio que la llevará para abismos aún peores. Y Job fue un ejemplo de ánimo; él no se dejó abatir por los dramáticos sufrimientos.

Su ánimo es elogiado por San Santiago el Menor:

«Hermanos, tomad por modelo de paciencia en los maltratos los profetas, que hablaron en nombre del Señor. Reparad que proclamamos felices los que hicieron prueba de constancia. Oísteis hablar de la constancia de Job y conocéis el éxito que el Señor le dio – el Señor es rico en misericordia y compasivo» (Tg 5, 10-11).

Máximo cimiento de la Civilización Cristiana

La historia de Job nos ayuda a comprender y amar la cruz, lo que es esencial para todos nosotros, como afirma el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira:

«Sin la comprensión de la cruz, sin el amor a la cruz, sin haber pasado cada cual por su ‘vía crucis’, no habremos cumplido nuestro respeto a los designios de la Providencia. (…) Con tal amor a la Santa Cruz de Nuestro Señor Jesucristo todo conseguiremos, aunque nos pese el fardo sagrado de la pureza y de otras virtudes, los ataques y los escarnios incesantes de los enemigos de la Fe, las traiciones de los falsos amigos.

El gran cimiento, el máximo cimiento de la Civilización Cristiana está en que todos los hombres ejerciten generosamente el amor a la Santa Cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Que tanto nos ayude María, y habremos reconquistado para el Divino Hijo de Ella el Reino de Dios, hoy tan oscilante en el corazón de los hombres.»

Y el Martirológio romano establece: 10 de mayo, «conmemoración de San Job, varón de admirable paciencia en el país de Uz».

Por Paulo Francisco Martos

(in «Noções de História Sagrada», 103)
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FILLION, Louis-Claude. La Sainte Bible commentée – Le Livre de Job. 3. ed. Paris: Letouzey et aîné.1923.

CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Inigualável papel da cruz na vida humana. In Revista Dr. Plinio, São Paulo, n. 90, setembro 2005, p. 4.

 

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